No soy tu negro. Crítica. Película de la semana

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No soy tu negro
La obligación de ser libre
Por Erick Estrada
Cinegarage

Raoul Peck tiene en sus manos un instrumento poderoso de crítica y cuestionamiento y no piensa quedarse con las ganas de disparar. Lo hace. Da en el blanco.

Si en un principio pudiera pensarse que las ráfagas de napalm social del documental No soy tu negro se deben en gran medida al texto inconcluso de James Baldwin (de donde salen las palabras que Samuel L. Jackson lee en off en la película), no se trata de un error. Baldwin autor aporta la pólvora, el poder, la reflexión curvada como filo de machete, la mirada fiera e impía ante la historia racial de Estados Unidos (¿o del continente?) que es la historia de los afroamericanos (¿o de cualquiera otra raza oprimida?).

Sin embargo, Peck es quien condensa con un ojo bendito las frases del manuscrito no terminado de Baldwin, como interminada es la historia racial que con un lenguaje empapado de ritmo doloroso -de blues a capela, de proto rap envenenado pero no maligno- se describe aquí uniendo las palabras de uno con la selección y montaje del otro. Debajo de la tormenta reflexiva, crítica, analítica y sin descanso que lanza Baldwin al entender y entenderse a través de su vida y la vida de los afroamericanos que construyeron con sangre buena parte de lo que hoy conocemos como los Estados Unidos, ahí, agazapada pero poderosa está la mano de un director que sin descontextualizar, conociendo el fondo y la forma, selecciona las frases precisas que construirán la rima, un romance/lamento tan negro y tan poco esclavo, ante el cual se reacciona con más reflexión y más dolor.

Y es que No soy tu negro evita la lamentación gratuita tanto en forma como en fondo. Las palabras de Baldwin, heroicas, orgullosas, describen la manera en que se construyó el sistema esclavista en un país naciente y desvinculado para después, una vez que esa mano de obra no era necesaria, buscar la criminalización de esos migrantes forzados (y su descendencia) en todos los niveles de su existencia, basado todo en el color de su piel. Ahí, No soy tu negro empata cruelmente (pero con un acierto feroz) con lo que se vive en Enmienda 13 (EUA, 2016) documental enfocado en la historia racial de la América contemporánea dirigido por Ava DuVernay.

La lamentación tampoco llega en la forma. Con un cuidadoso montaje del material fotográfico y fílmico, con el enjuto rostro de Baldwin atravesando la pantalla igual de orgulloso que sus palabras, no hay espacio para la autoflagelación, una de las tentaciones de recuentos documentales con temáticas parecidas.

No, en este blues gélido, en esta visión crítica de una sociedad hipócrita (que es la sociedad de todo el mundo, el tema es universal y aplicable al 100% de los casos de opresión racial o social), se exige por igual a opresores y a oprimidos, a quienes participan y a quienes vemos, a evaluar los datos, las ideas, las historias, para corregir lo que a todas luces es una situación torcida, malévola, inhumana hecha por humanos.

Resaltan las ideas de Martin Luther King, en alucinante concordancia con las acciones de Malcom X que en No soy tu negro aparecen tan vanguardistas como vivos a pesar de haber recorrido caminos distintos peleando la misma lucha, a pesar de haber sido asesinados por un sistema incapaz de sostenerse por sí mismo (necesita siempre el apoyo de esa sociedad hipócrita). El fundamento viene de parte de Baldwin quien describe la curva evolutiva de las ideas de ambos, su separación inminente y su inevitable concordancia hacia el final. Convertidos ambos en lo mismo por ese sistema fagocitario, las ideas de Baldwin toman una relevancia gigantesca e irrefutable: el sistema quiere que los negros (o nosotros) callen y obedezcan y es un sistema en el que racialmente hablando “blanco es metáfora del poder”.

Por ello no hay empacho en levantar de nuevo el puño, primero desde el tiempo de Baldwin, después desde la elaboración de este documental, para empujar de nuevo las ideas de Malcom X y de Martin Luther King: “No tenemos derecho a ser libres, tenemos la obligación de ser libres”. Todo mientras se comprueba que desde siempre y para los oprimidos “mis compatriotas eran mis enemigos” (esta película parte del tema racial para convertirlo en una reflexión universal).

Estados Unidos es un país complejo. El mundo es un sistema complejo. No soy tu negro se enfoca en plasmar también ese esquema y así evita el optimismo vacío y transparente no por negar una solución futura, sino para dejar claro con un poder brutal y con una seriedad digna y profundísima (Baldwin está lleno de capas, sus palabras están llenas de matices, el documental está plagado de túneles reflexivos) que la historia es también el presente. Y este presente para los oprimidos ha cambiado muy poco con respecto al pasado, y al pasado del pasado.

“El mundo no es blanco. Nunca lo fue”.

No soy tu negro
(I Am Not Your Negro, Francia-EUA, 2016)
Dirige: Raoul Peck
Con: Samuel L. Jackson, James Baldwin, Harry Belafonte, Marlon Brando
Guión: Raoul Peck
Fotografía: Henry Adebonojo, Bill Ross IV, Turner Ross
Duración: 93 min.

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