El extraño del lago, crítica. Película de la semana

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El extraño del lago
Mucho más de lo que ves
Por Erick Estrada
Cinegarage

El escenario parece limitado. Los personajes están desnudos y desde ese punto de vista son más iguales que nunca. Lo despejado del terreno que cíclicamente nos presenta Alain Giraudie parecería no esconder nada y, en efecto, poco a poco sus personajes realizan un doble desnudo para dejarnos ver primero, que están en ese lago de verano -un punto de ligue gay en algún lugar del mundo- para el placer y por el placer, y en segundo lugar para ejecutar una especie de juego de anonimatos que, al contrario de lo común, no esconden sino que emparejan circunstancias.

Las tomas de Giraudie son largas, parsimoniosas, extendidas, veraniegas en el mejor sentido. Ahí está el tiempo de la espera y de la contemplación que requiere el ligue de sus personajes y también su disfrute sexual. Sin las sombras necesarias en un thriller más tradicional, y de manera directa y sin filtros, a través de repeticiones visuales y de casi coreografiar los movimientos de sus personajes, Giraudie teje contrariamente un ritmo desconsolado y bastante agresivo.

¿Podría pasar algo malo aquí donde todos ven a todos y donde nadie, por la desnudez, puede ocultar nada?

Un asesinato, muy pronto en la historia, explota a lo lejos, dentro del lago. Una especie de reacción pasional de parte un hombre al que se presume irresistible y poderoso. Y efectivamente, es irresistible para alguien, el personaje que nos dota del punto de vista que nos guiará en este único escenario y nos mostrará, despojado de escudos y no sólo de su ropa, inclinaciones y motivaciones casi tan oscuras como las del asesino: acercarse a él y exponerse, abrirse nuevamente y romper el plano de su anonimato.

De nuevo los ciclos. Estacionamiento, bosque, lago. Los diálogos son quizá lo único que cambia en esta enfermiza espiral en la que un asesino deambula entre todos y ante el que casi nadie puede resistirse.

Lo más intenso de esta seca narración de Giraudie es que si bien por un lado casi describe distintos tipos de amor entre las parejas que se encuentran y se disuelven a la orilla del lago, por el otro dibuja en la casi nula oscuridad de su narración, otro índice, el de las soledades que llevan a estos amantes del placer al infame lago.

El resultado es un aire inquietante en donde lo amoroso puede convertirse en sórdido al chasquear los dedos y en donde la violencia puede aparecer a la mitad del coito; la ternura puede dar paso a un sentimiento más caníbal y las frases no terminadas de adevertencia pueden ser confundidas con un ligue de baja intensidad.

Si bien en su película anterior El rey del escape (Francia, 2009) –que pudimos ver en FICUNAM- la descripción del sexo y del amor era tremendamente jovial, en El extraño del lago la explosividad es transformada en una bizarra discreción: nada en realidad se hace a escondidas pero los personajes siguen extraños patrones que los robotizan y hacen parecer ajenos a lo que pasa en esa pequeña playa.

No es que se trate de películas contrarias. Simplemente Giraudie se embarca aquí más en un análisis de pasiones y soledades más turbias que el paisaje que describe casi con manía, en lugar de lanzar a los personajes a un viaje disparatado de sensualidad y días festivos.

Si no fuera así, ¿por qué es que el personaje al que seguimos siente esa extraña pasión ante el homicida desnudo? ¿Amor? ¿Soledad? Giraudie se porta mal y en la poca oscuridad de su película (porque en realidad es poca) va a ocultar la respuesta, ahí sí, como en un thriller mucho más tradicional. En esa oscuridad hay mucho más de lo que se ve, y justo de eso trata esta película.

El extraño del lago
(L’inconnu du lac, Francia, 2013)
Dirige: Alain Guiraudie
Actúan: Pierre Deladonchamps, Christophe Paou, Patrick d’Assumçao, Jérôme Chapate
Guión: Alain Guiraudie
Fotografía: Claire Mathon
Duración: 100 min.

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