Kubo y la búsqueda samurái, crítica. Película de la semana.

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Kubo y la búsqueda samurái
El fin de la historia
Por Erick Estrada
Cinegarage

La invitación de Kubo y la búsqueda samurái es una a contar historias. Cuando por momentos pareciera que el cine se empecina en no contar alegando que la realidad y una cámara frente a ella son suficientes para embelesarnos viendo lo registrado proyectado más tarde en una pantalla, los estudios Laika lanzan de nuevo una invitación al viaje (interno y externo) enmarcada en animación cuadro por cuadro con niveles de excelencia.

Con la técnica y su práctica alrededor del stop motion (término y técnica que engloba todas las poéticas contradicciones que hacen del lenguaje cinematográfico lo que es) y alrededor de la historia de un niño que debe reunir las pistas que desvelarán su pasado, Laika elabora una invitación a desatar la imaginación y a rescatar la narración como vehículo de encuentro.

Kubo vive de contar historias. Es un juglar (en toda la extensión de la palabra) que revolotea en el pueblo haciendo de la narración el medio y el fin sin saber, claro, que ese fin está vinculado a su misión en esta historia.

Es decir, con una lluvia de detalles en la animación que más que abrumar sorprenden cuando uno se da cuenta del bendito engaño de la descomposición del movimiento, en Kubo y su misión (a la que por cierto debió respetarse el nombre de “las dos cuerdas”), sus colores y sus inumerables texturas, se dibuja un camino en el que se cuentan historias inconclusas en las que ficción y realidad se superponen engañando el ojo y la percepción tanto de los personajes como de nosotros mismos (¿vemos metáforas sin disfraz o una alucinógena realidad en un universo paralelo?) y que a su vez anudan y anidan un cuento dentro del otro. Los cuentos que se cuentan en la película se nos cuentan a nosotros, pero cuando Kubo se ve forzado a contarse el cuento de su vida y, sobre todo, a culminarlo, La búsqueda samurái se transforma en un laborioso pero grácil juego de símbolos que, dependiendo en qué realidad los acomodemos son a su vez representaciones y/o verdades tangibles.

Vamos a contar historias. Vamos a contar historias dentro de la historias.

En esas capas, en ese barajeo de realidades y de figuras, Kubo es al mismo tiempo un héroe dentro de su historia, otro para quien la ve y, encima de ello, símbolo del crecimiento y del dolor que implica salir finalmente de la infancia y entrar a los dolores de la adolescencia, premonitorios de lo que la vida adulta representa en un mundo tan descompuesto como el nuestro, negado a las fantasías constructoras por considerarlas obsoletas –o peor, improductivas- metido en su propia conciencia que a veces genera no narraciones que se consideran obras de arte.

El arte, en este caso, está haciendo una buena obra.

Kubo y la búsqueda samurái nos enreda dulcemente (y con un sentido del humor casi desfachatado) en el nacimiento de un adolescente que se había atorado en el proceso y, al mismo tiempo, lanza una propuesta de sanación intergeneracional también necesaria en nuestros días, en los que lo viejo (la Historia incluída) y “pasado de moda” es visto de manera despectiva negando su potencial de inspiración.

Y la inspiración en Kubo está del lado de la unidad y de la veneración de la memoria, del rescate del camino recorrido por otros y de la necesidad de abrir nuevos para quienes vienen detrás, todo a través de las alucinatorias figuras animadas por Laika y que si bien pueden ser vistas como la interpretación de la última infancia de lo que es el mundo adulto (en donde todos parecen raros monstruos parlantes), puede ser entendido también omo un llamado a reconocer por fin que de normal nada tiene ninguna familia, mucho menos una que para esta aventura que busca unir dos cuerdas tan diferentes para emitir un acorde unificado, se vale de un grupo familiar aventurero que suma un mono hembra, un escarabajo humanoide y un humano con poderes mágicos.

Unidad, memoria y reconciliación.

Kubo y la búsqueda samurái
(Kubo and the Two Strings, EUA, 2016)
Dirige: Travis Knight
Voces: Rooney Mara, Charlize Theron, Matthew McCounaghey, Ralph Fiennes
Guión: Marc Haimes
Música: Dario Marianelli
Duración: 101 min.

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