Ben-Hur, crítica

0

Ben-Hur
Un objetivo fijo
Por Erick Estrada
Cinegarage

Parecería obvio pero muy pocas han sido las películas contemporáneas que basadas en una versión previa (una moda que tarde o temprano alejará a la gente de las salas) deciden, en lugar de calcar fotogramas, fijarse un objetivo en la ya de por sí arriesgada tarea de contar lo que ya se ha contado, de meterse con un clásico o, peor aún, con una película de culto como en su momento (muy cercano) ocurrió con Cazafantasmas (EUA, 2016).

En esa escueta lista y mientras nos preparamos para nuevas versiones de El vengador anónimo y de Nace una estrella, tenemos que incluir a la sorpresiva Ben-Hur en su versión 2016, una película que incluso antes de iniciar tiene que lidiar con la incredulidad de media humanidad que ha crecido con el rostro de Charlton Heston como el sufrido pero heroico Judah Ben-Hur y con la historia que se nos receta a tope cada vez que la semana santa aparece en el calendario pues, no lo olvidemos ya que aquí será determinante, dentro de todo lo que Ben-Hur cuenta hay anécdotas bíblicas que encajan en la época.

¿Cuál fue el objetivo de Ben-Hur, dirigida por el disparejísimo Timur Bekmambetov? Al parecer centrar sus energías en lo mismo en que las centró la película de 1959, la secuencia de la carrera de cuadrigas, clímax ideal que roza en la metáfora de la historia del enfrentamiento de estos hermanos accidentales que a su vez son símbolo del mundo en que habitan, uno dividido en invasores imperiales y pueblos esclavizados; tan las enfoca que muy al principio (un tanto accidentado y que parece plantear toda la historia en un gigantesco flashback) la película de Bekmambetov parece acurrucarse en el Espartaco (EUA, 1960) de Kubrick para contar una historia de diferencias y libertades, algo que le habría inyectado una buena y saludable dosis de oportunidad.

La película al final no lo hace y se decide por un cine de aventuras que si bien en un comienzo peca en la utilización de mundos de creación digital, endereza el camino con idea y sabiendo que su objetivo es generar el suspense necesario para la famosa carrera, secuencia histórica en las dos Ben-Hur previas, la de 1925 y su hermana mayor, de 1959 y dirigida por William Wyler.

Ejemplifiquemos precisamente con las dos mejores secuencias de la película. Una, la de la batalla en el mar mientras Ben-Hur cumple su sentencia de esclavitud, probablemente menos tensa que la versión de 1959 y aquí revitalizada en acción y movimientos aunque con un montaje entorpecido por basarse en imágenes mayoritariamente digitales que nos alejan de la emoción que deberían generar. Narrada casi exclusivamente desde el punto de vista de Ben-Hur, la secuencia se hunde a medias probablemente por exagerar ese mismo punto de vista, llevarlo a un límite innecesario y forzarse a sí misma a usar imágenes irreales fabricadas con ceros y unos en lugar de narrar más cinematográficamente y devolvernos la emoción del grito “Battle Speed!” que tanta angustia genera al combinarse con el afligido rostro de Charlon Heston. ¿Nadie pensó en el comienzo de Salvando al soldado Ryan (EUA, 1998) para inspirarse y sacar adelante esta secuencia?

En su lugar y quizá basada más en el diseño de audio (la función en que la vi no fue precisamente la mejor a nivel técnico) hay poca información real y perspectiva, todo enlodado en los mundos digitales que Bekmambetov ya había sobreexplotado en su insufrible Abraham Lincoln: cazador de vampiros (EUA, 2012).

El contrapeso es el objetivo real de la película, una carrera de cuadrigas que Bekmambetov y su cuerpo creativo decidieron filmar de manera material, con elementos reales, dobles de acción y caballos en la pista. Al ser esta secuencia la diana a la que se apunta desde el minuto cero en este Ben-Hur, al aparecer y al demostrar su diferencia con la poca perspectiva de la secuencia de la batalla, sobresale y brilla con el peso del cine de aventuras real, sin pantallas verdes, con cámaras que saltan y dobles de acción que sudan y empapan el lente de la cámara.

Sin demasiado respeto por la película de 1959 pero tampoco queriendo copiar un ápice de ella Ben-Hur 2016 camina con pasos certeros (aunque con varios tropiezos menores) elaborando su clímax y explotándolo con una secuencia ágil y emocionante, especialmente dentro de los estándares del cine de aventuras contemporáneo. Bekmambetov da muy cerca del centro de esta diana con una secuencia digna y precisa en su duración, pero perdió de vista algo más de sustancia al presentarla con poca calma (de hecho esta secuencia es la culpable de que la película entera parezca un flashback) y al rodearla de diálogos prácticamente insustanciales. De haber humanizado aún más este objetivo, de haber trabajado mejores y más duaderas argumentaciones verbales (en lugar de dos flashbacks traslúcidos y torpes) estaríamos entonces sí ante una secuencia ejemplar del cine de aventuras contemporáneo.

Cumplidora como es, emocionate y ágil, Ben-Hur puede convertirse muy pronto en un referente en el cine de entretenimiento actual. Sin embargo, cuenta con dos pecados mortales que hacen que ese puesto se tambalee hacia el final de su historia.

Por un lado está el abuso en las dosis de sustancia bíblica, en la presencia de un Jesús monocromático que entorpece la vista una vez que el objetivo de la historia está cumplido. Los milagros sobran y se notan impostados, falsos, extras, apéndices-anzuelo para las audiencias de nicho religioso.

Por el otro, el final reconciliatorio en que el cine contemporáneo se cobija para procurar dar gusto a todo mundo, para derrotar a priori cualquier enfrentamiento y para tranquilizar las conciencias de quienes temen a la contrariedad o al enfrentamiento.

Tan falso y vacío es el epílogo de Ben-Hur que daba lo mismo mostrar groseramente a una familia, que ha sufrido durante años, ahora curada y sanada, en reconciliación y rodeada de su propio amor, como contarnos la versión infantil de esta historia, costumbre de los peores programas de televisión y una que otra película vacía y temerosa. El nombre, después de los Muppets Babies se intuye aunque, tampoco nos pongamos tan crueles, la película no lo lleva tan lejos, sólo tiene ese complacientemente trágico epílogo con sus jinetes cabalgando hacia el Sol.

Ben-Hur
(EUA-2016)
Dirige: Timur Bekmambetov
Actúan: Jack Huston, Nazanin Boniadi, Haluk Bilginer, Rodrigo Santoro
Guión: Keith R. Clarke, John Ridley
Fotografía: Oliver Wood
Duración: 124 min.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *