Edén, crítica. Vean aquí la película.

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Edén
La tecnostalgia
Por Erick Estrada
Cinegarage

La estética revistera, de los volantes, de los carteles de la escena electrónica (y mayoritariamente tecno), se cuela por las rendijas que para bien y para mal tiene Edén, la película de Mia Hansen-Løve, una de las actrices favoritas de Olivier Assayas hoy convertida en su pareja.

Cuando lo hacen para bien, la película se deja divagar en una especie de recuento de los aires de esos ‘90 paralelos a la explosión grunge, los que rescataron al tecno más bailable y en los que se popularizó el rave y la fiesta interminable, el garage amante de los clásicos y la droga de diseño.

Es en esas rendijas donde tenemos que entrar al quite para con nuestra propia memoria dibujar el resto del mapa en el que casi todos los jovenes de esta escena querían hacer lo mismo: iniciar una disquera, convertirse en djs y hacerse millonarios.

En ese paso del dj incógnito al dj rockstar conceremos a medias a Paul, típico parisino con sueños de ecstasy y cocaína que ve en esa línea dj-fama-dinero su plan de vida. Hansen-Løve lo presenta así y en la primera parte de su película (dedicada temáticamente al garage tecno de su protagonista) nos pasea por los distintos sueños de su personaje que a la vez son puntos en el mapa de su vida: la novia extranjera, las fiestas hasta el amanecer, el inicio de una disquera con un nombre irreal, las primeras fiestas en las que se puede poner música descubierta en pequeñas exploraciones a las tiendas de discos.

Todo está ahí, por encima, sugerido. La entrada del nuevo tecno, la masificación del rave, los centros nocturnos que se abren a la escena, todo como cicloramas que cambian conforme Paul “envejece” pasando de sus veintipocos a sus veintimuchos, antes de la entrada del nuevo siglo.

La memoria, nuestra memoria, juega ahí papel importante pues al soltarla y dejarla viajar entre esas rendijas, llenará los blancos con una ensoñación de MDMA que confunde tiempos y espacios pero no emociones, vehículo de transporte en esta película.

Las otras rendijas en Edén (las malas) se hacen presentes conforme se presenta su segunda parte: personajes que apenas encajan en la historia, brechas de tiempo que quizá se llenan demasiado rápido (probablemente en el paso de 2001 a 2006 comience el “bajón” de esa ensoñación de MDMA), desajustes narrativos que hacen desaparecer tanto como aparecer personajes importantes de la primera parte casi de forma arbitraria.

Así, entre las idas y venidas de Daft Punk (que parecen estar en esta historia como mero producto de mercado) y de promotores y artistas (que se interpretan a sí mismos), la realidad se cuela entre los huecos y esa nostalgia tecno de la primera parte comienza a mostrar colores más crudos, espacios más viciados y un tufillo moralino ante el “desperdicio de una vida queriendo ser dj” que sienta mal y desequilibra la estética del inicio.

Y sin embargo, existe un pequeño epílogo, una aparición fugaz y apagada (como toda la película, casi gaseosa) de un poema de Robert Creeley (y es que a nuestro protagonista le gusta la poesía americana) y el círculo se cierra.

Como un viaje en ecstasy, como la mejor de las fiestas en que te has amanecido, como un gran banquete con ostras y como un festival en el que no paraste de bailar, la película (y el poema de Creeley citado en ella) son un pequeño canto de cisne a la juventud disfrutada sin pensar en las consecuencias, al escape de esa energía que te hace ser otro cuando se ha ido, cuando te has ido, cuando la juventud ha explotado y no puede regresar.

Alguien más es joven cuando tú ya no puedes serlo y esa es la enseñanza de esta película tecnostálgica como lo es el poema de Creeley, una fiesta, un buen concierto, un viaje de buen ecstasy en esos años de baile comunal.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Klip, película de Maja Milos y la posibilidad de verla aquí mismo.

Edén
(Eden, Francia, 2014)
Dirige: Mia Hansen-Løve
Actúan: Félix de Givry, Pauline Etienne, Vincent Macaigne, Roman Kolinka
Guión: Mia Hansen-Løve, Sven Hansen-Løve
Fotografía: Denis Lenoir
Duración: 131 min.

Comment (1)

  1. Hola Erick. Como siempre, buena reseña. Solo me gustaría agregar 2 puntos:
    Falta “LA” película sobre la música electronica, un tema que ha sido abordado por varios ángulos y al que no han sabido llenarlo; entendiendo lo complejo que es plasmar todo ese movimiento cultural.
    El otro punto es la aparición constante de Daft Punk, en una entrevista reciente, la directora comento que su hermano comienzo como dj en la misma época que Daft Punk, al igual que Paul, formo un duo y tocaban en las mismas fiestas. Es una linea paralela entre los que si triunfaron en ese movimiento y los que no.

    Saludos

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