9 meses de condena, crítica. Tour de Cine Francés

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9 meses de condena
Una comethrill
Por Erick Estrada
Cinegarage

Pudo haber sido la introducción de una película tenebrosa y violenta. Una cámara volátil recorre una orgiástica fiesta de fin de año en el que todos usan peluca y maquillaje, en la que todos sonríen en medio de una ebriedad infantiloide. En el centro, una enorme imagen de la justicia posa maquillada como payaso mientras abajo la razón es sustituida por el instinto en medio de un océano de abogados y jueces, algunos aún con uniforme.

Pudo haber comenzado así un drama feministoide, extremista y engañoso en el que la única abogada-casi-juez se abstiene de la fiesta mientras trabaja a conciencia en su oficina: “he renunciado a los hombres, no quiero hijos, mi carrera es mi única religión”.

Pudimos tener un choque social inquisidor y ultraconservador: acosada por sus colegas, la abogada en cuestión se embriaga por una vez en su vida y en un ciego de alcohol que le dura meses se entera que está embarazada de no sabe quién como consecuencia de esa pequeña pero ahora casi trágica pérdida de la conciencia.

Y sin embargo, a muy poco de haber comenzado y con los ingredientes de un thriller denso y demandante, Albert Dupontel (actor, director y guionista) amasa también una comedia paródica libertaria y democratizadora, una comethrill para darle nombre.

¿La razón? Habiéndose enterado demasiado tarde como para detener su embarazo la abogada comienza a trabajar en su propio caso ¿Cómo quedó embarazada esa noche? ¿De quién? ¿Qué hacer cuando encuentre al “culpable”?

En esa búsqueda Dupontel comienza a jugar con pequeños símbolos que moldean la comethrill y le dan alcances insospechados. Ella es ya la materialización de la insensibilidad, de la razón por la razón, del egoísmo de una clase que se dice ilustrada, un egoísmo en que buena parte de este mundo está encerrado. Él, el padre del niño (a quien pertinente pero no satisfactoriamente se ha descubierto) es la encarnación de todos los clichés que esa mujer ultra cerebral, que esa clase ilustrada tiene de los demás: iletrados, monstruosos, sin modales, educación o habilidades.

Y ahí están ambos, unidos de manera forzada.

Con ese oportuno y dislocado encuentro entre dos personas/símbolos tan diferentes, Dupontel los re humaniza y acomoda su pequeño gran conflicto en una inversión de papeles oportuna y brillante. El padre, sin saberlo, “juzga” a la abogada en cuestión y la “condena” a tener al niño al mantenerla “encerrada” en su propia casa por el resto del embarazo. ¡Átame! (España, 1989) de Almodóvar, reinterpretación posmoderna del Síndrome de Estocolmo, surge de entre la pila de documentos que tapizan el departamento de la abogada y entre ellos, (igual que lo hiciera Almodóvar, muy en su estilo) se dibuja tácitamente la necesidad de igualdad, de democracia, de inclusión, de reconciliación en el mundo actual, todo ello -hay que aclararlo- sin susurrar siquiera algo parecido a la oposición al aborto, un peligro latente en un comethrill con estos ejes conductores.

Así, ligera, eficaz, con excelente puntería, sin oscurecer su comedia ni iluminar de más su thriller, Dupontel deja las conclusiones en la mesa, ante el jurado en que sin querer se ha convertido el público frente a la pantalla. Ellos, nosotros, todos, con los personajes renivelados, ninguno más arriba del otro, tendremos que cerrar la puerta al salir y decidir si queremos llevarnos ese mensaje.

9 meses de condena
(9 mois ferme, Francia, 2013)
Dirige: Albert Dupontel
Actúan: Albert Dupontel, Sandrine Kiberlain, Philippe Uchan, Yolande Moreau
Guión: Albert Dupontel
Fotografía: Vincent Mathias
Duración: 82 min.

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