Antes del invierno, crítica. Tour de Cine Francés

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Antes del invierno
La flor que se marchita
Por Erick Estrada
Cinegarage

Flores color sangre. Quién iba a imaginar que detrás de un regalo tan inocente y colorido se ocultaban negruras del tamaño de un hospital, con nudos tan rebuscados como los de un cerebro. En una introducción vaga y casi costumbrista, Philippe Claudel nos deja saber que aunque muchos otros personajes deambularán por su pantalla, debemos centrarnos en un neurocirujano exitoso pero algo cansado (Daniel Auteuil), casado con una mujer inteligentísima y sensible (Kristin Scott Thomas).

Y así, vagamente, casi sin querer contarnos nada, dando vueltas por una casa abierta que nos hace sentir fantasmas que descubren la intimidad de esta pareja madura, hay pequeños despuntes que nos obligan a centrarnos en ciertos arreglos florales que se le aparecen al doctor.

La intriga que sentíamos al resbalar los ojos por los cansinos planos de Claudel es ahora la misma que mantiene insomne al doctor, nerviosamente decidido a averiguar quién le regala flores y por qué.

Se trata sólo de un truco. Los nudos que empezó a atar Claudel desde el comienzo se sienten ahora naturales y no podemos sino seguir violando esa intimidad del matrimonio agitado por las flores color sangre, como si fuéramos el neurocirujano que entra a los cerebros de las personas para ver, quizá, lo que piensan y lo que sienten: poder que en malas manos puede significar una tragedia.

¿Hay tragedia? ¿Hay dolor? ¿Hay una explosión que nos saque de esta rutina tan familiar y decidiosa? ¿Hay algo de malo en ver a los demás si esos demás tienen casas de cristal?

Las preguntas inundan el discurso de Claudel con una elegancia y un ritmo que en lugar de ahogarnos en dudas nos hacen tomar la mano de los personajes para tratar de ver lo que hay detrás de esas intrigas, turbios cristales que enrarecen los encuadres. Por alguna extraña razón la película se dota de nubes y oscuridad, pero nos hace entrar al corazón confundido de cada uno de los personajes (sobra decir que para ello un trabajo impecable tanto de Scott Thomas como de Auteuil es indispensable). Todo se convierte en un discurso que quiere ser muchas cosas pero que termina diciendo (porque no quiere más) que la vida es sencilla y dura, ni más ni menos, sentencia reforzada por ese insistente acercamiento hacia los personajes: la cámara nos lleva a ellos lentamente, sin detenerse y sin casi nunca arrepentirse. Movimiento sensible y acertado.

Claudel elabora todo con un lenguaje cinematográfico directo, realista en sus colores y en sus encuadres, en una película que no alarga su narración ni en sensiblerías ni en falsas pistas (un error-vicio común en películas que quieren analizar el interactuar humano). Como resultado tenemos a alguien hablándonos de esa sencillez y de esa dureza de la vida, de frente y sin querer decir más.

La explosión final, la sorpresa escondida se acurruca en un pequeño interrogatorio, muy cerca del final como para aportar verdaderas luces a lo que acabamos de ver, pero muy a tiempo para dejar claro que todo lo expuesto por Claudel ha sido expuesto con tremenda honradez, misma que no quiere esconder que las flores del comienzo marchitarán al final de esta película… y lo que nos dejarán ver entre sus hojas será entonces brutal y demoledor.

Antes del invierno
(Avant l’hiver, Francia-Luxemburgo, 2013)
Dirige: Philippe Claudel
Actúan: Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas, Leïla Bekhti, Richard Berry
Guión: Philippe Claudel
Fotografía: Denis Lenoir
Duración: 103 min.

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