Narco Cultura, crítica

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Narco Cultura
Narco por una noche
Por Erick Estrada
Cinegarage

Los cuerpos maltratados desfilan casi desde el comienzo de esta narración que suena a veces demasiado cercana y otras tan lejana como un cuento embrujado. Poco a poco los temas aparecen y nos damos cuenta que más que una descripción, lo que se desarrolla frente a nosotros (a veces incrédulos, a veces sorprendidos, otras realmente aterrados) es un mosaico del que saldrá, aunque suene redundante, la idea y figura de lo que es la narco cultura.

El arranque es sencillo y todos recordamos esos momentos. De los 307 asesinatos que al año sufría Ciudad Juárez en 2007 a los 3622 que registró en 2010, enfrentados a lo que en ese mismo año padeció El Paso, su ciudad vecina en Estados Unidos: 5 asesinatos.

Esos dos lados de una maléfica moneda se dejarán ver en Narco Cultura mientras esa misma moneda gire en el aire.

La ciudad deprimida y oprimida frente a Los Angeles, donde el dinero a través de los narcocorridos, encuentra vetas de salida y exposición.

Los narcocorridos que para unos glorifican el mundo de la violencia de los infames cárteles mexicanos, y los narcocorridos que recogen y expresan el sentir de quien padece (no importa desde dónde) ese mundo de violencia subhumana.

El dinero que inevitablemente resbala del mundo del narco hacia sus extremos y más allá de sí mismo, mientras del otro lado -donde no hay dinero- la violencia es moneda de cambio y la única fundamentación válida en casi cualquier discusión.

Compleja como es, la vida alrededor del narco -y alrededor de las drogas y su uso- se hilvana a través del ojo testigo, presente a veces de manera casi inexplicable: la cámara registra el nacimiento de los corridos, su compra-venta, el trabajo de los forenses (último depósito de esta cascada incomprensible), balaceras a la distancia, uso de drogas y el crecimiento de los panteones que este aspersor de irracionalidades sangrientas han convertido en una verdadera ciudad de lujos de pésimo gusto.

El documental no busca explicaciones porque quizá sea imposible darlas. Solamente recoge ideas y frases, llantos y dolores, felicidad enervada y el profundo machismo (tan primitivo como cotidiano) en el que mucho de la narco cultura está cimentada. Una frase, sin embargo, puede entregar algo de luz en lo que ocurre actualmente con los cárteles mexicanos y lo que de ellos se deja ver a través de la fantasía de los narcocorridos: “al cantarlos, cualquiera puede ser narco por una noche”.

Sin el riesgo de la balacera o de ser objeto de venganza, sin exponerse ni arriesgarse, las fiestas donde el narcocorrido toma el lugar preponderante son un monitor que deja saber algo de las historias detrás de las balas (recordemos que son hechos a la medida y en consecuencia son tan irreales como la peor de las ficciones), pero son también una pequeña y muy infantil revuelta de muchos sectores de la castigada sociedad mexicana ante un sistema que los ignora sistemáticamente. Un escupitajo irracional ante un sistema que sin repartir su dinero, lo endiosa y lo convierte en fin y no en medio. Un producto de nuestra propia historia. Al buscar fama y dinero, el camino más visible es éste.

Retorcido pero comprensible. Arrebata lo que no te han dado por derecho en un sistema diseñado ya de entrada para negártelo. Arrebátalo aunque sea por una noche.

Mucho de esa narco cultura (queda aquí cruentamente evidenciado), es aspiracional e irracional, violenta pero catártica, enojada y vengativa pero predecible.

Las dudas hacia el final son mayores pues queda claro que la narco cultura no nació cuando la guerra contra los cárteles comenzó. Iniciar esa guerra, en consecuencia, fue realmente absurdo no por combatir el narco tráfico, sino por haber ignorado la existencia de esta poderosa telaraña de sicarios, víctimas, cantantes, traficantes, militares, policías y civiles, de forenses, que es desde donde el documental despega y en donde aterriza, la punta de la cola de un monstruo que nadie ha querido ver de pies a cabeza: la cultura del narco.

Este trabajo es una magnífica oportunidad para comenzar a conocer al monstruo porque esa moneda con dos caras tan distintas que ha girado hasta ahora, esa moneda que quizá nos diga en qué va a terminar este barredero de sangre, sigue en el aire.

Narco Cultura
(EUA-México, 2013)
Dirige: Shaul Schwarz
Fotografía: Shaul Schwarz
Edición: Bryan Chang, Jay Arthur Sterrenberg
Duración: 98 min.

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