Temporada para matar, crítica

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Temporada para matar
¿Sanaciones?
Por Erick Estrada
Cinegarage

Pobrablemente pocas figuras ejemplifiquen mejor al hombre moderno como la del cazador: es él quien domina a la naturaleza, es él quien soporta las crueldades de la intemperie, es él quien deja claro quién ocupa la cima de la pirámide alimenticia.

Esa figura ha jugado a su vez con las historias de guerra y sus secuelas. El bosque (el lugar más común para ubicar a un cazador) ha sido el escenario en el que sus anhelos y sus fobias se han manifestado mientras, por otro lado, sacan lo mejor de él (en caso de películas menos beligerantes), o de su entrenamiento (si hablamos de aquellas que glorifican actos militaristas).

De entre las mejores primero una también con Robert De Niro, El francotirador (Reino Unido-EUA, 1978), una dolorosa historia pacifista que, como muchas películas de su tiempo, procuraban entender el trauma gigantesco de Vietnam. Rambo (EUA, 1982) es también un marco en el que éstas luchas de civilización-contra-naturaleza-contra-civilización también se dejan ver a gusto.

Hoy llega una más, Temporada para matar, probablemente mal vendida en los avances como una historia de dos cazadores celosos que se persiguen ineterminablemente para dejar claro su dominio. El director es Mark Steven Johnson, de no muy agraciada carrera (Daredevil y Ghost Rider están en su filmografía), algo que desafortunadamente se nota en el gigantesco apoyo que usó para que su película terminara por lo menos decorosamente, apoyo que en este caso es sinónimo de John Travolta o de Robert De Niro, dependiendo los gustos de cada quien.

El planteamiento es directo pero algo burdo si se sabe que se nos quiere presentar a un par de ex soldados en duelo mortal -uno del lado serbio, otro del lado americano en la guerra que empezó en el 92-. Luego, el tono cambia para presentarnos a uno de los sobrevivientes metido en una operación vengativa que tiene como objetivo al personaje de Robert De Niro. Quien va en su búsqueda es un John Travolta estupendo si se toma en cuenta que su personaje tiene todos los ingredientes para provocar una sobreactuación. La pelea está marcada.

A partir de ahí descubrimos sin sorpresas que en esta nueva caza la presa es De Niro y que no se trata de un juego equitativo. Con ello en la mesa, Johnson pierde de vista todo tipo de referentes para poder engordar a sus personajes y nos regala alternadamente rounds en los que el papel de presa y cazador se intercambia de forma tan predecible que el enfrentamiento no solamente pierde credibilidad, sino que se parece más a una mala pelea de box que a un enfrentamiento de talentos bélicos y/o de supervivencia.

Del drama que se le pudo haber exprimido y que solamente le otorga un par de líneas a cada personaje cuando la solución llega y la verdadera finalidad de la película aparece: un discurso pacifista sin mostrar la crudeza de la guerra, un encuentro de extraños que en la rudeza esconden “mejores ideas” y una fábula que entre liebres y tortugas, cazadores y cazados, francotiradores y objetivos, se llena de dulzuras y mieles que rompen por completo con los ya de por sí dos tonos con que contaba la película.

La hebra escapa de manera tan brutal a pesar de dos actores que sudan por hacer vivir a sus personajes, que de los 90 minutos totales de narración de Johnson, 10 completos le pertenecen a los créditos finales. Sanaciones para una película que debió prever que pudo ser más.

Temporada para matar
(Killing Season, Bélgica, 2013)
Dirige: Mark Steven Johnson
Actúan: Robert De Niro, John Travolta, Milo Ventimiglia, Elizabeth Olin
Guión: Evan Daugherty
Fotografía: Peter Menzies Jr.
Duración: 90 min.

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