Cannes 2011, 5

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Cannes. La quinta
Los vaivenes de la crítica, otra de México y el “oso” de Von Trier
Por Joaquín Rodríguez
(Enviado)

Cannes. Mayo 19. En la nota anterior, comentábamos que la cinta de Terrence Malick había recibido una buena tanda de abucheos en su función de prensa y también que era muy factible que las opiniones se dividieran diametralmente. Así ha sucedido, y un día después de dicho pase, leer las criticas publicadas acerca de The Tree of Life constata que, una vez más, en gustos se rompen géneros. Sorprende cómo a algunos les ha parecido una total y absoluta mamarrachada y cómo hay quien la considera ya una obra maestra concediéndole cuatro estrellas, el máximo que se otorga aquí. Así las cosas, no debería extrañar a nadie que al final obtenga algún premio y, como lo dijimos, si fuera el de la mejor fotografía al mexicano Emmanuel Lubezki, sí sería más que merecido.

Aprovechando este comentario respecto a las divisiones entre la crítica, no está de más insistir de nueva cuenta en cómo algunas notas que llegan a México tergiversan completamente lo que por acá ocurre. Tal es el caso de Miss Bala, de Gerardo Naranjo, que compite en la sección Una cierta mirada y de la que algunos cronistas aseguran que ha sido unánimemente elogiada por la prensa y que es considerada hasta ahora como lo mejor que se ha visto en su correspondiente sección. La verdad es que la película sí ha tenido una buena recepción, con dos o tres críticas que realmente la elogian mucho, pero nadie la ha proclamado una obra maestra… y hay también otras críticas que le señalan numerosos defectos.

De hecho, la mayor parte de los filmes incluidos en Una cierta mirada han tenido un recibimiento, digamos, tibio por parte de la prensa, que ni se ha volcado en elogios desmedidos a ninguna ni ha condenado a alguna otra en demasía. Es decir, ninguna cinta de esta sección parece haber conquistado definitivamente a los espectadores ni lo contrario. Y valga la redundancia, todo lo contrario de la sección oficial que ha contado ya a estas alturas con varias películas que han dividido opiniones y provocado encarnizadas discusiones.

Regresando a Una cierta mirada, quizás al único que le ha llovido sea a Bruno Dumont, de cuyo Hors Satan sí ha sido generalizado el juicio respecto a que ahora sí se le pasó la mano con lo contemplativo y ha conseguido dormir, literalmente, al respetable.

Ya que estamos en esto del patrioterismo que lleva a algunos periodistas mexicanos a exagerar la nota cuando se trata de hablar de la intervención de los compatriotas, se exhibió ya el martes en una función de medianoche Días de gracia, de Everardo Gout, ante una sala Lumiere que no consiguió llenarse y que al final de la proyección no aplaudió durante quince minutos como algunos cronistas que no estuvieron en la función señalan. El entusiasta aplauso, que lo fue, no sobrepasó los 7 u 8 minutos, pero lo más llamativo fue que ya que la sala estaba prácticamente vacía; el crew y otros paleros mexicanos, que no sobrepasaban la cuarentena, permanecían eufóricos aplaudiéndose unos a otros. Así, bien entrenados, podríamos hacer que las ovaciones al final de las funciones llegaran no ya a los quince minutos, sino a las dos horas, ¿o no?

En cuanto a la Sección Oficial, por fin las cosas han comenzado a mejorar definitivamente, y no solo porque filmes como The Tree of Life hayan levantado tanta expectación y consigan encender los ánimos, sino porque ahora ya es un hecho que la calidad se ha incrementado. Primero, con la nueva incursión de Aki Kaurismaki en los territorios de la comedia cáustica y seca que tan bien maneja. De Le Havre -que es el nombre de una ciudad en el norte de Francia- podemos ya asegurar que no solo es una de sus mejores películas a la fecha, sino una de las más accesibles. Digamos que es algo así como un crowd pleaser, muy encantador y lleno de un candoroso sentido del humor, con todo y final feliz, pero no exento de ironía, apuntes respecto de la difícil situación de los inmigrantes africanos y asiáticos en Europa, y sobre todo con un gran sentido del cine y de la puesta en escena.

La historia se refiere a un hombre de edad madura, casi anciano ya, que debe lidiar con la enfermedad mortal de su mujer y al mismo tiempo proteger de la policía a un niño inmigrante procedente de Africa. Pero las cosas nunca pasan a mayores, y Kaurismaki consigue mantener siempre un tono amable que incluso contagia al espectador de un optimismo, bastante ausente por otro lado de casi todas las cintas en Cannes, que como siempre optan por las tragedias tremendistas en donde todo y todos exudan un desencanto moral y espiritual no necesariamente realista; ello va más acorde al deseo de los cineastas de ganar premios y ser declarados genios. Por ello, muchos esperamos que Le Havre, e incluso The Artist, consigan obtener algunos de los reconocimientos principales. Y si de cine se trata, son estas dos cintas las que mayor sabiduría fílmica han demostrado hasta ahora. Less is more, dirían los gringos, y por lo menos Kaurismaki y Hananavicius parecen saberlo. Y uno sigue extrañando a Woody Allen, menor a lo que nos tiene acostumbrados, pero mayor frente a tanto fanfarrón suelto en los festivales.

Y ya que de fanfarrones hablamos, quizás uno de los más grandes sea Lars Von Trier, al cual hay que concederle que tiene talento, pero no siempre bien encaminado. Tal es el caso de Melancholia, su tan publicitada incursión en los terrenos de la ciencia ficción -según él- dado que reseña el enfrentamiento de una familia justo antes de que el planeta Tierra sea pulverizado por otro planeta llamado Melancolía, que aparece de la nada y choca contra el nuestro.

Para quienes creyeron que era una película de ciencia ficción, desde ahora hay que advertirles que más bien es otra típica obra de Von Trier con la adición del elemento catastrófico, bastante marginal en el terreno visual, aunque con algunos shots de efectos visuales bastante bien logrados. Por lo demás, no solo es un típico Von Trier, sino que todo se antoja como una repetición de cosas que ya le vimos antes. Los cuadros casi estáticos al inicio de la cinta idénticos a los de Antcristo; luego, la primera hora, íntegra, es un virtual remake de Festen, de Thomas Vinterberg, pero sin mayor sentido; hacia la segunda hora, cuando se hace presente la cuestión del fin del mundo, el asunto es un vil melodrama familiar de reconciliaciones a-lo-dogma, pero sin mucha fuerza de por medio. La crítica, una vez más, se ha dividido entre quienes opinan que Melancholia es una mala película y una tomada de pelo, y los que la han adorado.

Lo que sí es de dudar es que el senor Von Trier obtenga un premio luego de su desafortunada conferencia de prensa, en la cual decidió mostrarse desenfadado y hacer chistes, los cuales no solo provocaron un escándalo sino que llevaron a los organizadores del festival a deslindarse de sus declaraciones y pedirle que ofreciera una disculpa, la cual dio de manera más que escueta.

¿Pues qué dijo? Así a grandes rasgos, se le ocurrió declarar, a la pregunta que le hizo un periodista respecto de sus raíces alemanas, que no solo tenía antecesores alemanes sino que se sentía orgulloso de su herencia nazi, y que comprendía muy bien a los nazis y por qué habían hecho lo que habían hecho. Culminó después diciendo que simpatizaba con Hitler. Menos incendiaria, pero incómoda, fue otra respuesta que dio cuando se le pregunto de la experiencia de dirigir a Kirsten Dunst, de la que dijo que las escenas de sexo le habían salido tan bien que ya tenían planeado hacer una película porno juntos. La pobre Dunst, visiblemente apenada, solo se hundió en su silla. Al final de día Von Trier emitió una breve disculpa diciendo que lamentaba haber herido susceptibilidades y que por supuesto no era nazi.

Curiosamente, otro que en otras ocasiones ha abierto la boca de más también camina por Cannes: Mel Gibson; la diferencia es que este ya aprendió que calladito se ve más bonito y su paso no pudo ser más discreto. En la conferencia de prensa del filme Mi otro yo (The Beaver), que fue proyectado fuera de competencia, simple y sencillamente no apareció; fue Jodie Foster, su directora, co-protagonista y amiga, quien elegantemente hizo frente a una jauría de reporteros que no pararon de preguntar sobre la imagen actual de Gibson. Más tarde, en la alfombra roja, Foster desfiló, ahora sí, del brazo de Mel Gibson. La película por cierto, fue recibida cálidamente y ha obtenido buenas críticas.

El Festival de Cannes, lentamente, se acerca a su final, y aun no hay una clara favorita para ganar la Palma de Oro.

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