Nomadland, crítica

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Nomadland
La libertad americana
Por Erick Estrada
Cinegarage

La búsqueda y el paisaje. El paisaje de la búsqueda. Una narrativa abierta de par en par que más que lograr, busca con buen olfato una atmósfera que a su vez emule a un hervidero. Nomadland -la película más reciente de Chloé Zhao– regresa a los temas de la directora. El paisaje americano, el encuentro con su espíritu, las planicies en las que se busca y se encuentra a un personaje hundido en ellas. Sólo que aquí el momento que retrata es uno de incertidumbre brutal: la caída en picada del capitalismo trumpiano moja la nostalgia de esa línea punteada sobre el asfalto que se pierde ahí donde la tierra se curva.

Nomadland es varias cosas. Un no-documental en el que quedan retratadas las motivaciones y las ideas de los reales trabajadores nómadas de Estados Unidos. Esos otros renegados del sistema gringo que no esperan el apocalipsis rellenando con armas sus búnkers sino que abrazan la vida semi rural de las viejas comunas setenteras y la mezclan con el símbolo norteamericano de libertad: las cuatro ruedas que te llevan de una costa a la otra.

Nomadland es también la no-ficción en la que una Frances McDormand mimetizada entre trabajadores itinerantes encarna las dudas de quienes no compartimos esa rebelión ante el sistema. A través de ella (de Frances) enfrentamos a Bob Wells, figura casi chamánica que concentra las ideas y los sueños de cientos de personas que se lanzan a la carretera escapando del viejo sueño americano, el del trabajo permanente que nos convertirá en personas decentes siempre y cuando contemos con un historial crediticio saludable.

Entre la no ficción y el no documental Nomadland juega con sus carencias narrativas (el montaje es casi mecánico, se detecta  en él una mente fría que se resguarda en una zona comfortablemente reconocible) para asombrarnos a través de la contemplación pero también para conducir nuestra lectura del discurso. Paradójicamente ante una narrativa tan abierta se experimenta dirección en la interpretación. Hay una mano invisible que evita a la mala el error de lectura.

Nomadland cuenta también con aciertos. Se siente a veces como una aventura distópica en la que una mujer busca las tierras que la rescaten de las fauces del sistema. Un crucero a través de pueblos fantasma en los que se susurra la idea de la eutanasia en un mundo que no quiere cuidar a sus ancianos (llegué a pensar en Fuga en el Siglo XXIII de Michael Anderson).

Esa distopía entre paisajes es la contraparte de los inmensos terrenos atestados de bisontes en los que Terrence Malick de manera casi desesperada se esfuerza en construir La Ilusión Americana. Zhao deja que en estos paisajes se muestre la decadencia americana ya sea por el amor al sistema que han construido algunos de sus personajes, la dependencia que eventualmente se tendrá de él (la van en la que viaja Frances McDorman, personaje/persona, necesita reparaciones costosas), o la forma en la se escapa de sus entrañas (Bob Wells tiene un tufillo siniestro y sus seguidores cierto halo trasnochado).

En el ambivalente pero casi pecaminoso control cerebral de su narrativa (sin demeritar lo placentero y ensoñador de los paisajes capturados en sus encuadres) los logros de Nomadland están quizá en lo oportuna que resulta. Es una historia que recoge el malestar frente al capitalismo desmesurado que destruye al mundo en la era Trump (la figura humana comulga con los paisajes naturales pero es disminuida en los paisajes interiores de fábricas y centros de trabajo) y también un cuestionamiento esperanzado a las ideas contemporáneas sobre lo que es el trabajo, cómo lo entendemos y cómo lo utilizamos (o cómo nos utilizan a través de él).

Entre estos logros los personajes de Zhao se adjudican el papel de pioneros contemporáneos; esa presunción le queda un poco grande al discurso de la película. No batallan en la búsqueda de nuevos frentes como ocurrió en la colonización del oeste y tampoco están a la altura de los trabajadores itinerantes de John Ford en Las viñas de la ira (EUA, 1940). Pero sí cuentan con un aire casi beatnik casi libertario, especialmente desde la óptica del personaje/persona de Frances McDormand. Entre esa búsqueda y esos paisajes es que se asientan los logros de Nomadland. Nada menos pero tampoco nada más.

CONOCE MÁS. Aquí encuentras la crítica de Erick Estrada a El juicio de los 7 de Chicago, otra de las favoritas en los premios Oscar 2021.

Nomadland
(EUA-Alemania, 2020)
Dirige: Chloé Zhao
Actúan: Frances McDormand, Gay DeForest, Patricia Grier, Linda May
Guion: Chloé Zhao
Fotografía: Joshua James Richards
Duración: 108 minutos.

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