TIFF 2019: Atlantis, crítica de Erick Estrada. Vean aquí la película.

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Crítica de Atlantis

Atlantis
Un círculo perverso
Por Erick Estrada
TIFF 2019
Cinegarage

El encuadre inicial de Atlantis cuenta con un ángulo cenital. Ambos, la belleza de las formas que se trastocan al 100% y la rareza que provoca el mundo desde un ángulo tan poco humano son las orillas en las que la película va a agitar sus planos largos y filosos, su retrato de formas humanas desprovistas de espíritu: esa cruel secuencia inicial retratada en cámara térmica nos deja ver que lo que ahí se mueve son formas humanas pero también hace evidente que lo que hacen es algo completamente inhumano.

Crimea, Ucrania. Los tiempos después de la invasión rusa de 2014. Con una secuencia inicial de una ejecución salvaje, bestial como la que retrata esa cámara térmica, seremos capaces de padecer y sentir el trauma de la experiencia que en la memoria y la vida de nuestro protagonista se multiplica por mil. Se trata de Serhiy, un soldado que padece estrés post traumático y que busca rehacer su vida, un plan que nosotros comprendemos como imposible precisamente por los planos del mismo Valentyn Vasyanovych, fotografía abierta y casi panorámica de una tierra desolada por la guerra, por las minas personales, por la contaminación y por la sangre que le llovió en esa guerra. Simplemente no hay a dónde ir.

Ahí está, quizá, la mejor y mayor apuesta de Atlantis. Dejar que sea la imagen la que nos golpee a pesar de estar imantada de planos lejanos de Serhiy y de ver desde ahí su necesidad de renacer sumándose al cuerpo de voluntarios Black Tulip que desentierran y buscan identificar cadáveres de la guerra. La lejanía amplifica tanto el anonimato de esos muertos como su número  y es en esos mismos encuadres, gélidos y lluviosos, terregosos y enlodados, sin caminos ni avenidas en los que Serhiy conoce a Katya.

Ambos se adentran en la tétrica arqueología contemporánea, la que busca, encuentra e identifica los cadáveres de los que no debieron morir así (y eso nos trae de manera directa a las fosas clandestinas, multitudinarias, criminales y oficiales, inhumanas en el México del siglo XXI). Ambos ejercitan la necesaria pero muy ingrata arqueología de los muertos recientes, de los que habitan su (nuestro) subsuelo, de los que tienen negado el panteón y a quienes la historia oficial y la criminal quieren negarles rostro.

El recorrido de Serhiy y Katya es duro, descarnado, de pulsiones brutales. También es animal, sin futuro, aferrado al instante (como el sexo entre cadáveres) y es un camino sin final porque el camino no existe. Y es la misma fotografía la que nos lo comunica: la única vez que la cámara se mueve para seguir a Serhiy es para describir sus movimientos en un laberinto citadino tan desprovisto de vida como los campos minados de muertos a su alrededor.

Con ese toque ligero de vida que es el encuentro de Serhiy y Katya (tan poco convencional, tan bruto y tan íntimo, tan vital como desconsiderado), Atlantis subraya su alrededor, la devastación de una tierra como la del mito; la película alebresta a los fantasmas y suelta los mantos negros del duelo universal: si estamos ante una película que busca a sus muertos después de una guerra se trata de una historia que quiere que busquemos a nuestros muertos en nuestras guerras. Eso, la búsqueda, es la única vida en estos terrenos plantados de gente que nunca debió morir así.

El cierre nos devuelve a la íntima brutalidad de la cámara térmica con Serhiy y Katya tan cerca como pueden estar entre ellos y reduciendo la distancia ante nosotros y después, volvemos a un encuadre conocido, sin horizonte, con las aves confundidas volando en círculos. No hay futuro y si lo hay es desolador, como Atlantis, el mito de la fantasía rota, como Atlantis, la película, como las tumbas vacías. El círculo perverso. Atlantis es una dura y descarnada exploración ética y estética a los paisajes reales y espirituales de las posguerras, una voz a favor de los desaparecidos.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a El faro, película de Robert Eggers proyectada en el TIFF 2019.

Atlantis
(Ucrania, 2019)
Dirige: Valentyn Vasyanovych
Actúan: Andrii Rymaruk, Liudmyla Bileka
Guión: Valentyn Vasyanovych
Fotografía: Valentyn Vasyanovych
Duración: 108 minutos.

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