Berlinale 2019. Piranhas / La paranza dei bambini, crítica

0

Piranhas / La paranza dei bambini.
Mob Pop
Por Erick Estrada
Berlinale 2019
Cinegarage

Estamos en un mundo sin dios. Los capos de la mafia que operan las calles de Nápoles han caído todos en desgracia. El mundo que Roberto Saviano detalla en la estremecedora Gomorra (libro y posteriormente en la película) se nota aquí lejano aunque las cicatrices de esas operaciones encubiertas por un sistema universal que se beneficia de ellas huelen por lo callejones que hoy, con la mafia callejera llevada a no sabemos dónde, encerrada en sus casas, imposibilitada de sus operaciones tradicionales, se ven incluso coloridos.

En ese Nápoles atemporal, casi con atmósferas al estilo Baz Luhrmann en su post apocalíptica Romeo + Julieta (EUA-México, 1996) aparece Nicola, un carismático joven zorro de ese centro histórico que primero por una ambición al estilo Caracortada (EUA, 1932) de Howard Hawks pero después con el corazón acelerado al estilo Caracortada (EUA, 1983) de Brian de Palma decide escalar en la mafia de la ciudad para conseguir el respeto que organizaciones criminales sin ética ni códigos le han restado a él y casi a todos los que lo conocen.

Lo logra. Al lado de sus amigos (entre apodos y diminutivos esos diálogos toman también la idea de una lluvia de colores) inauguran una nueva célula de locales que, nuevamente, a veces voltean a ver el lado más luminoso de El padrino (EUA, 1972) de Ford Coppola y otras navegan en la descomposición de esas calles, inevitablemente salpicadas de las operaciones y las formas de mafias más bestiales, con menos tradición.

Y ahí termina la conexión de Piranhas con el cine negro americano pues desde el guion del mismo Saviano, del director Claudio Giovannesi y de Maurizio Braucci, la forma nos lleva a un mix lollipop de ideas y de aromas que, curiosamente, no hacen sino acrecentar el amargor de desesperanza y de falta de salidas que ya provoca ver a esta pandilla juvenil entrando a los callejones de la mafia, una pandilla juvenil armada con calibres mortales pero también con el enamoramiento de su inexperto valor y de su natural falta de juicio sustituido solamente por una intuición también propia de su edad.

En sus saltos y asaltos, en sus recorridos por las estrechas calles de una caótica y cosmopolita Nápoles central, La paranza dei bambini arma un colado de Trainspotting (Reino Unido, 1996) y Quadrophenia (Reino Unido, 1979), con toques de tecno pop italiano en el que la idea del callejón sin salida al que se dirigen, sin moralismos ni dramas exacerbados, aparece irremediable entre la inocencia de esta pandilla audaz y la supervivencia a la que están acostumbrados desde siempre.

Mob Pop. La mafia pop. La visión de un mundo voraz que ha absorbido cada centímetro de esperanza pero observada desde el horizonte de quien no tiene horizonte, incapaz de ver al mundo en 360 (esa escapada a la playa, tan de letra inocentona pero mordaz de Hombres G, tan de nuevo aire pero tan de poco mundo). Ahí es donde La paranza dei bambini logra no sólo sus mejores momentos sino también levantar un muro de perdición que aunque irremediable no evita que este conjunto de pequeños rastreros se vea a sí mismo como una boy band de balas y metralla. Es en ese Mob Pop que Giovannesi planta primero a su antihéroe (uno muy original, casi a la Jean-Paul Belmondo del Sin aliento de Godard) para hundirnos en su enorme pérdida de todo después de haberlo tenido todo (Caracortada nuevamente).

Amor, lodo, fogatas de guerra, cocaína y traición. El cierre de esta colorida pero violenta narración es desolador no sólo porque paradójicamente logra escapar del romeoyjulietismo que se sugiere varias veces en la película. Al contrario de cintas como la porno abusiva Capernaum (Líbano, 2018) elabora su imagen de la desesperanza, la sin salida de quien y quienes se entregan a estos círculos por no tener otro escape, el plan suicida que no parecía serlo (esa secuencia final, esa acción abierta pero irremediable) al que son orillados estos Kids (EUA, 1995) de callejones medievales, orillados por quienes deberían acogerlos: el sistema, el barrio, la familia. Ahora su familia huele a pólvora y el olor no se irá jamás.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a God Exists, Her Name is Petrunija, proyectada en la Berlinale 2019.

La paranza dei bambini
(Italia, 2019)
Dirige: Claudio Giovannesi
Actúan: Franceso Di Napoli, Viviana Aprea, Mattia Piano Del Balzo, Ciro Vecchione
Guion: Claudio Giovannesi, Roberto Saviano, Maurizio Braucci
Fotografía: Daniele Cipri
Duración: 105 minutos.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *