Berlinale 2019. God Exists, Her Name is Petrunija, crítica.

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God Exists, Her Name is Petrunija.
La caída liberadora
Por Erick Estrada
Berlinale 2019
Cinegarage

Una mujer oprimida en todos los sentidos está a punto de verse convertida en el centro del mundo. Por ello no es gratuito el plano inicial de la película de Teona Strugar Mitevska, en el que vemos a su personaje central, esta mujer oprimida, abatida, deprimida, de pie en una piscina seca, contrastando su figura con el azul artificial del fondo de la construcción, todo mientras un grupo de guitarras levantan un estruendo a su alrededor en una especie de adoratorio minimalista con punk de alto octanaje.

La imagen no tendrá referentes futuros en la forma de la película de esta directora (ya conocida en la Berlinale, por cierto), pero el espíritu de esos contrastes será tan claro y poderoso que God Exists… conseguirá construir mientras destruye y levantará un nuevo templo mientras dinamita poco a poco el existente.

Todo comienza cuando tras ser humillada por su madre que la considera vieja, gorda, inútil fea, Petrunija asiste a una entrevista de trabajo en la que su probable jefe la sobaja y la humilla psicológicamente igual que su madre, sexualmente igual que muchos en esas situaciones de poder. Inteligente, estudiada, combativa pero sabedora de que el mundo que le ha tocado vivir es demasiado pequeño para sus ganas de hacerlo, Petrunija deja de lado su imagen en una piscina seca y al ver la ceremonia de la Epifanía en su pueblo, decide terminar con todo, literalmente.

En esa ceremonia un sacerdote lanza a un río un crucifijo que en pleno enero el grupo de hombres del pueblo debe rescatar del fondo para obtener suerte ese año. Petrunija, sabiendo que lo que ha vivido es demasiado se lanza ella misma al agua y logra la hazaña antes que cualquiera otro.

Lo que sigue en la película (que apenas lleva unos 20 minutos) es un prodigio de parábola de personaje, una declaración de principios y un acto de herejía elegante y profundo en muchos sentidos.

Por supuesto, el mundo del pequeño pueblo macedonio de Petrunija ve trastocada su frágil falocentrista cotidianidad y los hombres del pueblo (participantes de la ceremonia y no) reclaman airados a Petrunija, a sacerdotes y a autoridades que la chica devuelva la cruz: “¡Esto es para hombres!” reclaman inconscientes, irracionales, mientras Petrunija es encerrada en la comisaría para su propia protección. Ella, sabiendo lo que provoca, divertida e intrigada sobre el resultado, decide mantenerse en su posición: la cruz sigue siendo suya.

Ahí es justo donde la película, retratada con un realismo brutal de parte de Virginie Saint-Martin pero montada con un gamberrismo admirable por parte de Marie-Hélène Dozo construirá símbolos taladrantes. Ante las declaraciones de Petrunija, ante la ineptitud de la televisión que cubre el evento, ante los ojos azorados de un policía que sin saber lo comprende todo, entrando y saliendo de los espacios de la calle y de la comisaría con centelleantes saltos en el tiempo (repito, la edición es gamberra y precisa), Teona Strugar Mitevska derriba con la ayuda de Petrunija el templo del falocentrismo, evidencia lo corto de sus miras, su perversidad y su lógica basada en la rabia, mientras a golpe de montaje esculpe un nuevo templo de pensamiento y de sentimiento en el cuerpo mismo de Petrunija, que refuerza ante ella misma su valor y su peso sólo para evidenciar ante los demás ese mismo valor y ese peso: existo y por lo tanto sé que existo.

En medio, un policía que puede ser tarde o temprano el primer devoto de esta nueva iglesia surgida de la misógina ceremonia cristiana, un mundo que se derrumba allá afuera mientras otro se construye listo para salir de Petrunija, que ha dinamitado todo para poder re erigirse.

Una elipsis de personaje que es a su vez una declaración de principios, una comedia punzante y amenazadora, femenina y feminista, cruel y brillante, discreta pero con exotismo en sus encuadres que se repiten no para ser memorizados sino para sublimar la imagen de Petrunija, rodeada ahora de una atmósfera surgida de las cenizas del mundo que esas guitarras del comienzo nos anunciaron se iba a terminar.

 CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Ghost Town Anthology, exhibida en la Berlinale 2019.

God Exists, Her Name is Petrunija
(Godspod postoi, imeto i’e Petrunija, República de Macedonia-Bélgica-Francia-Croacia-Eslovenia, 2019)
Dirige: Teona Strugar Mitevska
Actúan: Zorica Nusheva, Labina Mitevska, Stefan Vujisic, Suad Begovski
Guion: Teona Strugar Mitevska, Elma Tatargic
Fotografía: Virginie Saint-Martin
Duración: 100 minutos.

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