Los Increíbles 2, crítica. Película de la semana.

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Los Increíbles 2.
Que sean legales
Por Erick Estrada
Cinegarage

Para unir en segundos una historia que en realidad está separada 14 años de su antecesora, Brad Bird hace con más músculo, poder y sentido aquello que Zack Snyder intentó con una torpeza visual infinita en el inicio de Batman vs Superman (EUA, 2016): mostrarnos desde un ángulo diferente el final de la película anterior para propulsar la presente. Allá, un molesto Bruno Díaz veía cómo un Superman deificado en exceso destruía una ciudad para tratar de detener a su enemigo, un prólogo intrascendente más allá del mundo de la trivia. Aquí, la familia Increíble va detrás de un nuevo criminal -que en la primera película parecía un epílogo divertido y simple- mientras es observada por Violet su hija mayor, una adolescente a la que el mundo se le vendrá encima en muy poco tiempo.

¿Por qué este inicio es mejor y tiene más sentido que el catastrófico arranque de Batman vs Superman si usa las mismas herramientas?

En un giro brillante y hasta cierto punto audaz, el villano de pacotilla que en el remate de la maravillosa Los Increíbles (EUA, 2004) se antojaba casi como un chiste local, es reenfocado aquí para desatar el conflicto central de la nueva historia que a su vez dará oportunidad a Bird para ahondar más en la anécdota y personajes de la primera película y de dotar a su nueva narración de un discurso tan oportuno como importante.

Vamos por partes. El encuentro entre la familia Increíble y Subterráneo provoca que todos los súper (el término súper héroe se esconde por razones que merecen una nueva plática) sean nuevamente condenados a la oscuridad, a la ilegalidad. Ello ya había sido discutido en aquella primera parte, pero aquí Bird (director y guionista) encuentra la forma de darle todavía más vitaminas para convertir la tragedia familiar en una propuesta universal: ¿dónde quedan todos los súper que por ignorancia (legal y/o de pensamiento) están condenados a vivir en la sombra? Los Increíbles ya no son una sola familia, son una familia que representa a un grupo mayor de individuos.

Al recoger esta nueva propuesta, la película primero hace gala de lo que se espera de ella y lo hace además de manera contundente y divertida: secuencias de acción de un calibre que envidiarían desde Harry el sucio (EUA, 1971) hasta el Hitchcock de North by Northwest (EUA, 1959): la pelea entre Elastigirl y nuestro nuevo villano en medio de pantallas de hipnosis estroboscópica; las persecuciones, el montaje en paralelo de la secuencia de acción culminante; esa casa en las afueras de un San Francisco casi disfrazado. También utiliza la inversión de roles que deja el terreno limpio para que el padre de familia comprenda y aprecie el ejercicio de la corresponsabilidad (en todos los niveles); la descripción simbólica y puntual de los miembros de una familia, cada uno poseedor de cualidades propias pero perteneciente a la comunidad que es la familia en sí: el pre adolescente impetuoso, la adolescente enredada en sí misma, el nuevo miembro, con una personalidad y gustos todavía por definir… ¿nos dice Los Increíbles 2 que los hijos siempre son una larga lista de probabilidades que van desde la personalidad, pasan por el humor y llegan incluso a las preferencias políticas y sexuales? ¿Deja claro además que si eso es así, no puede ni debe haber problema alguno con ello? Porque si lo hace es una cualidad más -una gigantesca- en el subtexto de la película.

Al cumplir con ello, con lo mínimo que se espera de ella (una película animada de acción, adulta pero comprensible para los niños) y habiéndose tomado el tiempo, la película entra en su parte más interesante.

La villanía a la que se debe enfrentar esta nueva banda de súpers para conquistar su lugar en la sociedad que los rechaza, es una que predica un discurso tremendamente semejante a la América que quiere ser grande otra vez: la de la supervivencia del más apto en un contexto de auto protección ante las fallas de la sociedad (la frase “los más aptos sobreviven” suena en la película), la que rechaza lo plural, lo ajeno, lo diferente y que además lanza su enajenante sermón a través de las pantallas omnipresentes en nuestro mundo, manipulándolas con motivaciones aparentemente tecno anarquistas, para después convertirlas en símbolo de emisoras y voces comprometidas con ese poder malsano antes que con la gente a la que supuestamente deben informar (venden libertad cuando en realidad pretenden ser medio de control).

Al presentarla así, Los Increíbles 2 establece primero una lucha ya de por sí interesante que no es sino un trampolín para proporcionar una lectura todavía más profunda: lo que en un principio se muestra como una simple lucha entre liberales y conservadores, se transforma después en una pelea por la aceptación de los otros independientemente del enfoque político que se tenga. En pocas palabras, Los Increíbles 2 reclama tanto a conservadores como a liberales aceptar la existencia de los demás no importa quién de ellos dos lleve la dirección.

Esto llega, hay que decirlo, a través de un guión bien dotado de intrigas, que exige atención y apela a la inteligencia y el equilibrio de quien ve, que pide juicio y reenfoque, algo cada vez más difícil de encontrar en el cine de entretenimiento de esta parte del siglo XXI.

Los Increíbles (la familia) son, entonces, el símbolo de esos otros, de los súper que han sido declarados ilegales y que ahora, desde el aparente fracaso son perseguidos y satanizados por quien los desprecia y los ha declarado ilegales. Agrupando las miradas de quienes son como ellos, construyen una nueva comunidad que pelea como comunidad y piensa como comunidad, derrotando paso a paso los obstáculos puestos por quien los quiere lejos: las pantallas hipnotizantes, el discurso conservador, el señalamiento a lo diferente.

Al buscar que esa comunidad recupere su estatus legal el problema familiar se convierte en social. Al hacer de esta lucha algo no de uno sino de varios, Los Increíbles 2 no habla a favor de “mi”, sino de “nosotros”. Como esos“nosotros” son ilegales, los convierte en “los otros” y de ahí lo importante y trascendente de su cierre, de su conclusión: esos otros buscan y merecen un lugar, un sitio entre el resto de nosotros.

Recordemos algo sólo para el remate: este discurso surge de la historia de una familia (por eso no es gratuita su descripción) que en las nuevas circunstancias y ante su ilegalidad corre el riesgo de ser dividida, separada, mutilada. Todo ello se lanza entrando al verano de 2018, cuando la política de separación de familias señaladas como ilegales vive una de sus etapas más crudas e inhumanas lanzada desde la administración Trump (que por si fuera poco controla o busca controlar canales enteros de televisión para auto legitimizarse) .

Así de importante es Los Increíbles 2, una de las películas de acción más sólidas en esta segunda década del siglo XXI.

 

CONOCE MÁS. En este video nos muestran los homenajes que Pixar ha rendido al cine clásico en sus películas.

Los Increíbles 2
(The Incredibles 2, EUA, 2018)
Dirige: Brad Bird
Voces: Samuel L. Jackson, Holly Hunter, Catherine Keener, John Ratzenberger
Guión: Brad Bird
Música: Michael Giacchino
Duración 118 min.

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