XX, crítica

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XX
Es tiempo de cambiar
Por Erick Estrada
Cinegarage

¿Un tándem del terror? La historia no pintaba mal: unir a las directoras Roxanne Benjamin, Karyn Kusama, Jovancka Vuckovic y a la artista St. Vincent para que cada una de ellas narrara un pequeño cuento oscuro a su manera y surgido de su imaginación.

El cine de terror vive ahora en una especie de esquzofrenia que lo mismo nos da insulsas historias de posesiones (idénticas unas a las otras) y que en otras ocasiones vuelve la mirada para enfocar al viejo terror de fantasía en donde ni lo satánico ni las posesiones tienen cabida. Tomando en cuenta eso el plan sonaba ideal

Estas cuatro directoras, afortunadamente, optaron por lo segundo y XX es en consecuencia una línea clara para caminar, por momentos, por los espíritus de programas y propuestas como la de Alfred Hitchcock presenta o la todavía más famosa Twilight Zone, tanto en su etapa blanco y negro como en el rescate que se hizo de su espíritu en los años 80.

El asunto en el tándem es que sin un lineamiento claro, sin un trabajo de delimitación más preciso, estos proyectos normalmente se vuelven una especie de mosaico disparejo en donde si bien es posible que cada película/capítulo entregue su mensaje, al final normalmente surge un vacío, la necesidad de un remate que ate todo y nos regale una nueva oportunidad de reflexión. Desgraciadamente algo así ocurre con XX.

Al pasar de The Box a The Birthday Party uno comienza a generar la idea de que estos pequeños cuentos de terror girarán en torno a la familia, sus tensiones y que el terror/horror se colará entre esas paredes. Sin embargo, cuando aparece Don’t Fall la fórmula se escapa y deja en evidencia que si bien Her Only Living Son también utiliza a la familia como catapulta para su demoniaca historia, no se trata sino de una coincidencia.

La gran desventaja de XX es entonces que sus capítulos están desvinculados. No nos malentendamos. En proyectos como este no se trata de unir las historias más o menos evidentemente. Pero a las alturas en que nos encontramos (pleno 2017) sí tendríamos que demandar que algo en espíritu, en escencia, en idea, hilvane, en este caso, a esos cuatro segmentos, algo más allá de las pequeñas secuencias de créditos que emulan a un Jan Svankmayer bonachón.

El resultado: buenas ideas con muy poco tiempo para desarrollarse (The Box necesitaba más tensión y tiene de dónda sacarla); finales que surgen de una comedia negra que se plantea bien pero que parecen apresurar su desenlace (The Birthday Party prácticamente sacrifica su final y con él, una buena dosis de su elemento central, la comedia negra); imágenes hasta cierto punto audaces, explotables con mucho mejores historias (Don’t Fall ni se cocina ni explota pero tampoco se queda en el suelo) u homenajes al Polanski más satánico que por alguna extraña razón, a pesar de su imaginación visual y de la calidad de su idea original, queda como una elemental conexión de cine B con el genio de don Roman.

Sigamos con la idea de no mal entendernos. No estamos ante ninguna basura del cine de terror o del espíritu Twilight Zone y es quizá ahí donde XX cumple su cometido por completo: estamos ante la prueba de que con más presupuesto, más tiempo, más libertad, cualquiera de estas directoras le podría dar una buena sorpresa al cine industrial de Hollywood en un género que ahora requiere mucho misterio para producirse (nadie supo, por ejemplo, de It Follows o The Witch hasta que ganaron premios en sus premieres en festivales). Ese género es el terror.

¿Algún estudio, algún inversionista, confiará en una de estas directoras para entrar al terror de calidad? Alguien ya lo hizo con Karyn Kusama en The Invitation y generaron una pequeña joya del horror que, conspirativamente, pasó desapercibida casi a propósito.

Es tiempo de cambiar eso.

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