Búmeran, crítica de la película

0

Búmeran
Lo que no se dice
Por Erick Estrada
Cinegarage

Todo se propulsa por un accidente. Agathe y Antoine, dos hermanos, sufren un accidente de coche que los deja severamente lastimados. El accidente, en buena parte, fue originado por una discusión alrededor de un viejo tema familiar que se manifiesta en sus vidas a la menor oportunidad y que también los hace sentir heridos.

El tono en la película hasta aquí, cuando Agathe y Antoine deciden que el viejo tema familiar debe replantearse, es el de un drama familiar. Los miembros de su círculo saben de ese tema: la muerte de la madre de estos hermanos ocurrida cuando ellos eran apenas unos niños, Antoine mayor que su hermana.

Él, en consecuencia, se siente tremendamente responsable de que esa muerte, que a ambos los hiere y les duele, esté desde hace décadas conservada en una especie de formol espiritual: nadie habla del asunto, nadie da detalles alrededor de una escueta verdad aceptada. Pero ni él ni su hermana recuerdan más que esa historia oficial. Hundida su memoria en ese mismo formol espiritual han crecido creyendo que lo que se les dijo es la verdad y que lo que no se les dijo no tiene que ser platicado.

Así, con esas preguntas y esos cuestionamientos, con el accidente como pretexto, poco a poco aparecen ante nosotros los participantes de este drama interiorista, plasmado con un tono realista cómodo y hasta cierto punto confortable, dependiente por completo de sus actores, a quienes un lenguaje visual sobrio y centrado deja lucir en sus acciones y sus reacciones. Si tuviera que decirse así, todo muy francés, muy clásico, pero hasta cierto punto, lánguido si no se cuenta con una nueva dirección, con un nuevo enfoque.

Afortunadamente, François Favrat hace todo esto con premeditación pues, conforme las preguntas en este drama tensan las ligas dentro de la familia, pronto averiguamos (como ocurre con prácticamente todas las verdades históricas) que algo no se ha dicho y que, además, resulta algo sospechoso (lo suficiente para que Antoine se comporte como un febril maníaco): que la muerte de la madre (de quien Favrat nos oculta el rostro como se le ha ocultado alguna verdad a los hermanos) sea recordada por todos excepto por los hermanos, que han almacenado todo en memorias borrosas de la infancia.

Ahí, la película se tensa igual que sus personajes y sin lanzar relámpagos escandalosos, conservando su sobriedad (aunque, hay que decirlo, algo un poco más atrevido en lo visual no nos habría venido mal) se convierte de repente en una especie de thriller familiar en el que algún secreto escondido se busca pero que nunca exagera sus medidas. Es decir, sentimos y compartimos la curiosidad convertida en necesidad de verdad de Antoine (siendo el mayor debería recordar lo ocurrido), buscamos con él los detalles que incluso los vecinos se empeñan en esconder sin darnos (a Antoine todavía menos) mayores pistas o justificaciones para ello. Pero la película conserva y ajusta su tono sólo lo suficiente para permitir que la nave siga su curso.

Esa nave cuenta con pistas casi insignificantes pero que después adquieren importancia. Pistas sentimentales que terminan por construir villanos en un drama que no los necesitaba para lanzar su discurso. Y esa nave explora y expone también sobriamente el secreto guardado por la familia, esa serie de acontecimientos de los que todos se prohibían hablar, dando además a la película un discurso libertario no exento (estamos hablando de cine francés) de una crítica severa pero sin aullidos a la doble moral de la casi extinta burguesía contemporanea.

Con el desvelo del “misterio”, con el replanteamiento de lo ocurrido ante un círculo familiar vergonzoso y vergonzante por callar el rostro de una mujer que perteneció a su círculo, en su pequeño núcleo la película es un ejercicio que rinde frutos al no dejarse llevar por la tentación de la exageración y al soportarse (siempre es grato cuando así ocurre con temas como este) en el trabajo de sus actores, en sus inflexiones, en los gestos, en las risas y en las miradas, que hacia el final de la narración de Favrat, son las que más nos dicen: la de la hija de Antoine, cuya sexualidad recién descubierta por el padre es sorpresa a la vez de una pista para el misterio que busca resolver; la de Agathe, hundida en el amor que no pudo entregarle a su madre por culpa, ahora lo sospecha, de alguien en este grupo de personajes tensos. Y la de la madre, a quien descubrimos en un coqueteo a una cámara familiar que se convierte en un guiño hacia nosotros que, de nuevo, sin aullidos ni quejidos, nos empuja a pensar: “¿Ustedes qué habrían hecho?”

Búmeran
(Boomerang, Francia, 2015)
Dirige: François Favrat
Actúan: Laurent Lafite, Mélanie Laurent, Audrey Dana, Wladimir Yordanoff
Guión: François Favrat
Fotografía: Laurent Brunet
Duración: 101 min.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *