Aquarius, crítica

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Aquarius
Las historias
Por Erick Estrada
Cinegarage

Un mueble sobre el que hubo sexo salvaje. La memoria de la tía rebelde que hoy cumple 70 años. El cáncer, la resistencia en una dictadura que se mueve como el cáncer. El pensamiento y el nosotros antes que el yo en una época en la que Brasil (el país donde ocurre este historia) se sentía convulso y cambiante.

Luego, la gentrificación. La idea del yo antes que la del nosotros se impone a través de un nuevo modelo de capitalismo en el que se destruye siempre al pasado para darle al presente la figura de un edificio de 20 pisos vacíos, sin historia, redituables, de esos que los constructores abandonan para siempre una vez que han sido terminados quizá para que los habiten sólo las termitas, aunque éstas sean humanas.

Aquarius cuenta esas historias, las historias de las historias. Las que guardan los muebles donde se ha ejecutado el sexo salvaje, las de las paredes que han visto fiestas, las de los mensajes escondidos en los vinilos que Clara, una crítica de música atesora más que con egoísmo, como materialización de su(s) memoria(s).

Clara (una estupenda y contundente Sonia Braga) conoce de toda la vida el departamento en el que vive. Habiendo ella vencido al cáncer en su vida se enfrenta hoy a ese cáncer llamado gentrificación que busca quitarle el departamento, las historias, las memoria tangible, ofreciendo a cambio dinero y nada más. El dinero no tiene memoria.

La resistencia en su historia, política, de conciencia, en su salud, su propio deseo (y derecho) a mantener el departamento que es la caja de sus memorias, llevan a Clara a enfrentarse a esta compañía constructora que en consecuencia saca a la luz una serie oscura de trucos y trampas que pudieran obligarla a ceder su espacio.

En ese choque mortal (cualquiera conoce una historia oscura relacionada con grandes constructoras adueñándose de espacios urbanos que saben serán rentables dentro de poco) Kleber Mendoça Filho (autor también del guión) explorará la importancia de las memorias, sus diferencias, los cuerpos en que suelen alojarse o en donde, como si fueran bolas del cristal, podemos verlas tras la ceremonia de rigor. El aprendizaje del pasado.

Si bien el interés superficial de Mendoça parece estar en una historia necesaria y trágica como es cualquiera en la que la gentrificación esté al alcance, debajo de ella Aquarius tiende una muy placentera alfombra, hecha de memorias que serán además capaces de resistir el terremoto allá arriba.

Por esa razón la combativa Clara repasará la importancia de los recuerdos y nombrará varios “cuerpos” en donde los reconocemos: no hay ni desprecio ni ataque a lo digital (Mp3 incluído), solamente una justa y certerísima jerarquización de los mismos. Y es también por esa razón que a pesar de hacerlo a través de su lucha y resistencia, sus personajes transitan ese terreno de la memoria en distintas naves: los gigantescos archivos de papel, los cuentos detrás de las portadas de los vinilos, el póster que nos recuerda a la que quizá es la película más análoga de Kubrick (Barry Lyndon), las imágenes que vuelven al escuchar a Queen o al espiar una orgía (no hay nada más carnal que una orgía, no hay quizá un recuerdo tan comunalmente enraizado como el que generan).

El resultado es un agridulce viaje que parece desmembrado pero que en realidad ha aplanado un terreno en el que podemos y quizá debamos reacomodar nuestros objetos, nuestros recuerdos, nuestros vinilos, nuestros espacios, nuestros huecos y nuestro cáncer. Porque Clara parece decir que por muy festiva que sea la noche siempre habrá un cáncer acechando.

Aquí, en Aquarius, recibiendo algunos destellos del más inspirado Ken Loach, Mendoça saca el tema de la gentrificación y señala a ese afán renovoador e inconciente, enamorado del presente (que, aquí entre nos, no existe) como un mal actual. Pero, giro inteligentísimo, es también un juego metafórico que puede invitarlos no sólo a traer de regreso sus memorias, sino a intentar generar más para traerlas de regreso cuando la situación lo amerite.

Encontrar vitalidad en el enfrentamiento es la jugada, luminosa, sutil y rebelde de Aquarius, cobijada claro en la potencia de Sonia Braga. Mucha potencia.

Aquarius
(Brasil-Francia, 2016)
Dirige: Kleber Mendoça Filho
Actúan: Sonia Braga, Maeve Jinkings, Irandhir Santos, Humberto Carrao
Guión: Kleber Mendoça Filho
Fotografía: Pedro Sotero, Fabricio Tadeu
Duración: 146 min.

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