Life: vida inteligente, crítica

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Life: vida inteligente
¿Alien 2017?
Por Erick Estrada
Cinegarage

Si algo aprendimos después del lujo de película que nos regaló Alfonso Cuarón con Gravedad (Reino Unido-EUA, 2013) es que el cine de acción tenía de nuevo cabida en sitios donde la velocidad es imposible y en donde el sonido simplemente no existe. Y si algo busca Life es que imaginemos estar de vuelta en una estación espacial con problemas imprevisibles, como la basura cósmica o los meteoritos que atacan al escenario de su historia (la Estación Espacial Internacional) en el minuto uno.

Y es que sí, la película de Cuarón ejercitó nuestra imaginación con una aventura que no requería ni de flashbacks ni de giros de tuerca mañosos para hacernos profundizar en la historia de una astronauta que quiere escapar del espacio exterior para regresar a la Tierra. El logro fue ya comentado, analizado y aplaudido y ahí no nos dentendremos. Simplemente dejemos cerca a esta película pues Life, jugando con una apuesta inversa nos presentará a una serie de personajes que tras encontrar vida en Marte y procurar traerla a la Tierra se dan cuenta que esa vida es un peligro mortal y que entonces deben hacer todo lo posible por escapar de ella sin tener a este planeta como último refugio. Es decir, la solución es ir más lejos y nunca pisar de nuevo la Tierra.

Un paso adelante. Si algo nos echa a perder el nombre en español de esta película es descubrir que la vida que este grupo de científicos encuentra en Marte es mínimamente inteligente. Sumando ello a los datos aportados por los avances sabemos, incluso antes de que los créditos de Life nos referencien demasiado directamente a Alien (Reino Unido-EUA, 1979), que estos astronautas, futuros héroes de la investigación espacial, herederos de los pensamientos y los ideales de Carl Sagan, se enfrentarán a un ser agresivo e inteligente encerrados todos en una estación espacial.

Cerrando el círculo con Gravedad, esta lista de datos nos llevarían a pensar que aferrándose a dos clásicos cinematográficos, Life bordará un refrito que incluye gravedad cero, ciencia y conciencia, cine de acción y una amenaza extraterrestre. Mucho de lo que se ve, de hecho, nos lleva a pensar más de una vez en el surgimiento de la heroína espacial que Ridley Scott acomodó para nosotros a fines de los setenta (o a inicios de los ochenta) ahora envuelto en un aura estilo Cuarón que trae todo al siglo XXI con suficiente destreza visual.

Esa es precisamente la divertida trampa de Life porque, si tuviésemos que analizarla como una película ciencia ficción fallaría en más de un sentido. Quizá no en la recreación precisa de la Estación Espacial, probablemente tampoco en el lenguaje de sus astronautas y quizá tampoco lo haga en ciertas afirmaciones científicas. Sin embargo, por momentos su guión sale de los atoyaderos con una facilidad insultante, con ases bajo la manga y evasiones dramáticas que no ayudan en nada a ciertos diálogos condescendientes que además se vuelven redundantes al sumarse a la información que ya nos dio la pantalla.

La liga con Alien se rompe de nuevo cuando en Life se elimina de tajo, en un solo corte, la sensación y la idea de encierro, indispensable para leer y adentrarse en la lectura de la película de Scott. Life elimina el encierro, se sacude con premeditación el último aroma de Alien y se lanza en un camino que parece igualmente conocido pero que entrando a su segunda mitad ya tiene poco de Scott y mantiene a Cuarón solamente a distancia útil.

La trampa primera se cierra y tras detectar los sinsentidos y lo escapista de su guión, pareciera que Life pide que se le vea por otro lado, uno en el que su elemento amenazante -ese marciano que vuelve a la vida- tiene tentáculos y no es en nada parecido a cualquier cosa que se haya imaginado o nombrado (“es todo ojos, todo músculo, todo cerebro”). Sin darse lujos en el diseño y probablemente tampoco en el detalle, una vez que la claustrofobia ha sido borrada del mapa y tras hacernos ver que en esta Estación Espacial el arriba y el abajo simplemente no existen (para borrar con ello toda lógica líneal y racional) la película se bifurca y nos pide ir incluso más atrás, a las ideas de cierto escritor de pésimo gusto político pero de estupenda imaginación, creador del terror más profundo escondido en los polvos de estrellas en los que muchos ven el origen mismo de la vida.

Poco a poco, con escenas con (quizá) involuntarios toques oníricos, la película susurra (quizá también sin querer) el nombre de Lovecraft y su horror cósmico para transformarse, ahora sí, en una efectiva cinta casi serie B que nada quiere con la ciencia ficción y que abraza casi con emoción el horror de Lovecraft, su gore (la sangre en gravedad cero, los huesos reventados de la mano de un científico, el aroma de la muerte, el rastro de sangre que atrae a esta criatura) y a veces su psicodelia para desarrollar una aventura muy en ese estilo, muy en el espíritu del enfrentamiento del hombre y su ciencia (aunque aquí ya se trata de ciencia del siglo XXI) con los “habitantes primigenios” del cosmos, esos que se hundieron en las sombras y permitieron así que apareciera la especie humana.

Es decir, si un favor hay que hacerle a Life y si uno tenemos que regalarnos como espectadores de cine de evasión, es el de no ver ni por un instante a la película como un discurso de ciencia ficción, que ni se desarrolla ni se sustentaría. De hecho, al enfrentar a la ciencia, que aquí personaliza a la arrogancia humana, con el terror cósmico de seres innombrables (el marciano tiene incluso que ser “bautizado), es ella –la ciencia- la que queda destruída, es ella la que en realidad sufre el virulento ataque de esta nueva bestia (que jamás se convertirá en un clásico estilo Giger por cierto) para lanzar un mensaje similar a las desesperanzadoras historias de Lovecraft: no importa el nivel de ciencia o razón con que el hombre se aproxime a los misterios del cosmos, éste siempre terminará imponiendo sus reglas, casi todas desconocidas para nosotros. Un Sagan dark o existencialista, pues.

Así, Life usa la plataforma de despegue de Cuarón, guiña y luego desdeña a Scott para jugar libremente -con grandes persecusiones típicas del cine de terror- con el horror de Lovecraft y entregar más una cinta de horror (ese tema final) que quizá tenga menos que ver con Gravedad pero mucho, mucho más con La cosa del otro mundo (EUA, 1982) del maestro John Carpenter.

Life: vida inteligente
(Life: EUA, 2017)
Dirige: Daniel Espinosa
Actúan: Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson, Olga Dihovichnaya, Ariyon Bakare
Guión: Rhett Reese, Paul Wernick
Fotografía: Seamus McGarvey
Duración: 103 min.

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