Aerosol, crítica

0

Aerosol
El laberinto en la pared
Por Erick Estrada
Cinegarage

Sin rumbo. Los primeros 50 minutos de Aerosol son un verdadero laberinto en el que al parecer ni siquiera los personajes saben en qué dirección deben caminar. ¿Estamos ante una película de reflexión-denuncia ante el problema del narco menudeo en la mancha urbana de la Ciudad de México? ¿Seguiremos a un grupo de vendedores de piratería que en realidad quieren ser artistas urbanos (aunque se comporten como graffiteros) pero que en lugar de eso quieren formar una pandilla? ¿Hablaremos de policía corrupta y la necesidad de policías honestos? ¿Nos centraremos en el turbio pasado de un personaje que reaparece para, ojalá, corregir sus errores? ¿Es la historia de amor de uno de esos piratas que se expresa a través del graffiti pero que en lugar de eso quiere hacer dinero para conquistar a una chica que lo quiere hoy, lo odia mañana, que hace el amor con él pero justo después le pide que desaparezca para siempre?

Desafortunadamente todos estos temas que ya de entrada suenan moralinos y revueltos componen los múltiples ejes en los que Aerosol quiere transitar sin conseguir solidificar uno solo, en un intento que se siente desesperado por comunicar demasiadas ideas (lo cual no es pecado) sin un entendimiento del lenguaje audiovisual (lo cual sí es un problema si es que alguien quiere contarlo todo a través de una película).

La desconcentrada narrativa de la película (que a veces se niega hasta los indispensables contracampos en un diálogo a cuadro) viene disfrazada con filtros y con movimientos de cámara que no hacen sino agitar el ojo de por sí saturado de quien ve este atrabancado discurso y diluyen aún más un sello visual que para desarrollar (tantos) temas pudo haber sido más que útil. Es decir, no sabemos si la película recurrirá a pequeñas trampas estilo gamer (sí, es natural que piensen en Scott Pilgrim), o se refugiará en la estética (y la jerga) de los graffitis, o si distraídamente nos llevará a los puñetazos televisivos del más jocoso y aplaudido Batman de todos los tiempos. El remolino se devora a sí mismo.

Encima de ello, entre las motivaciones de muchos de los personajes y las soluciones que plantean a su esquelética problemática, aparece una lógica macho alfa sin profundidad ni contrapeso (ese niño baleado porque sí), que pertenece más a películas de hace 30 o 40 años, sabiendo incluso que aquellas no componían un instrumento moralizante tan descuidado. Podemos así decir que en su incapacidad narrativa Aerosol está emparentada con los peores narco dramas fronterizos de la década de los ochenta antes que con ejercicios mucho más nobles como Somos Lengua, que sí es hip hip y arte urbano.

Así, entre las malas actuaciones (Vanessa Bauche rema contracorriente todo el tiempo para rescatar a su personaje, pero es engullida por el hoyo negro de esta propuesta invertebrada), la pobreza narrativa, el estilo visual indeciso, esquizofrénico, la vaguedad de su(s) anécdota(s), Aerosol termina por levantar una pared sin adornos que nos mantendrá fuera del universo que quiere construir.

Al final, un desenlace muy cercano al que a toda costa evitó un Luis Buñuel inspirado por la historia de sus Olvidados (la famosa y redentora vuelta a la escuela); una pelea de hermanos no resuelta que debió voltear un poco, un par de minutos, a la monumental y callejerísima Rumble Fish de Francis Ford Coppola; una historia de amores y traiciones bañados en droga que Trainspotting sí puso en los cuernos de la Luna; una tormenta de descuidos que ni por asomo rozan a la todavía valiosa La banda de los Panchitos… Al final, nada.

Aerosol
(México, 2015)
Dirige: Mauricio de Aguinaco
Actúan: Paco Ayala, Vanessa Bauche, Christain Vázquez, Flor Payán
Guión: Mauricio de Aguinaco
Fotografía: Pablo Reyes, Alexander Kubak
Duración: 119 min.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *