La abuela, crítica

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La abuela
La feminista luminosa
Por Erick Estrada
Cinegarage

Paul Weitz ya lo había hecho primero con American Pie, que aunque no fue escrita por él ahora vemos que procuró dejar su toque en esa, su ópera prima. Lo repitió después en About a Boy, otro dick flick en forma (el término ha soldado bien por estos lugares) pero con ambientes completamente diferentes.

En ambas películas (la segunda sí con guión de Weitz) consiguió mover los mecanismos primero de la comedia adolescente americana y después de un anti rom com muy inglés para conectarlas a través de una discusión sobre la paternidad, las diferencias generacionales y la necesidad de cambios discutidos y responsabilidades asumidas, para entregar películas gratificantes pero sobre todo, inteligentísimas en el fondo y muy discretas (si no es que hasta convencionales) en la forma.

Weitz se ajusta el cinturón y ahora con La abuela se entromete (él sería uno de los pocos hombres “vivos” asomando la cabeza) en este mini planeta femenino que describe en la película. ¿Por qué lo hace? Porque salir de la zona de confort es lo que actualmente hace la diferencia entre los narradores convencionales y los atrevidos, porque La abuela es atrevida en más de un sentido.

Elle, una mujer madura (fresca y reluciente Lily Tomlin), rompe una mañana con su pareja, una chica que le ha dedicado no solamente su tesis universitaria sino una devoción que pocas veces se ve en una pareja. Esa misma mañana su nieta Sage aparece pidiéndole dinero para practicarse un aborto pues, además que querer un futuro real para sí misma, su pareja es un perfecto imbécil.

A partir de ese momento, con la abuela casi en bancarrota, con las relaciones en un punto difícil con la madre de su nieta, asumiendo la pérdida de esa mañana que a su vez sustituía a su pareja de toda la vida, recentemente fallecida, Elle y su nieta comienzan un mini (casi escuálido) road movie dentro de la misma ciudad de Los Angeles en busca del dinero que no quieren pedirle a su hija.

Capítulo a capítulo (presentados así por Weitz en un intento de suavizar un discurso que inevitablemente le resultará agresivo a muchas personas… para bien) Elle y su nieta recorren con las convenciones elementales de ese género (el auto clásico, la incompatibilidad escandalosa, un tiempo límite que las persigue, la parada en la gasolinera) para que con ellas Weitz elabore un discurso calmo y liviano sobre las libertades de las mujeres y sobre cómo muchas de ellas tienen (o han tenido) que conseguirse quitando a los hombres del camino.

La sexualidad, la maternidad, la profesión, la decisión sobre el propio cuerpo (“siempre ha sido mi cuerpo” le dice Elle a un macho cabreado y despechado) son repasadas casi a la par de los capítulos que presenta Weitz, todo en medio de la enorme brecha generacional de abuela y nieta, marcada más que con las edades, con la idea que ambas tienen del planeta. Elle es incapaz de sobreponerse al conservadurismo que la rodea (y que amenaza la decisión de su nieta) y se ve imposibilitada de controlar su furia ante la superficialidad imbécil con que se topa todos los días. Sage vive en un micro universo milenial en el que todo se convierte en inalcanzable si está a más de tres clics de distancia o requiere un segundo esfuerzo, rozando peligrosamente esa superficialidad imbécil que su abuela castiga y desprecia inmisericordemente.

Claro, por un lado están los clichés de ese road movie contenido en que se desenvuelve este discuso, todos útiles e indispensables para Weitz. Eso no debe reprochársele. Al contrario, se le debe agradecer el sortear las otras amenazas, especialmente tratándose de una historia con temática controversial.

En su momento Juno (EUA, 2007) quiso poner el dedo en la llaga pero prefirió la salida fácil con un aborto no practicado y la construcción casi accidental (en la película) de una familia “no convencional”, con una adopción arreglada. Ahora, en La abuela, Weitz corrige ese rumbo, consolida el de su propia narración y en una película que el propio Almodóvar envidiaría (estos escenarios meramente femeninos, las opciones poco o nada convencionales que tienen sus personajes, los hombres más que disminuidos, casi eliminados), lanza una declaración de principios que abarcan el aspecto completo de Elle: desde sus preferencias sexuales hasta su derecho a la vida independiente a una edad madura, el derecho a ser inteligente y al de vapulear a quien no lo es. Esa declaración alcanza a quien sepa aprovecharlos se trate de un hombre, una mujer, un homosexual, una lesbiana, una madre soltera o una mujer que ha decidido que sus hijos deben llegar mucho más tarde en su vida.

Si a ello se agregan toques de comedia amarga que estalla sin explosiones y sin mentiras, tenemos aquí sin duda una opción que incluso los niños deberían experimentar.

Libertad. Un road movie por casi escuálido que sea, habla a final de cuentas de libertad.

La abuela
(Grandma, EUA, 2015)
Dirige: Paul Weitz
Actúan: Lily Tomlin, Julia Garner, Marcia Gay Harden, Judy Greer
Guión: Paul Weitz
Fotografía: Tobias Datum
Duración: 79 min.

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