Mustang
Las melenas y la risa
Por Erick Estrad
Cinegarage
Tenemos que darnos cuenta desde que este precioso grupo de hermanas se despiden de su profesora al comienzo del verano en las afueras de Estambul: todas llevan la sonrisa en la cara, el resplandor en la piel, pero sobre todo, todas llevan las melenas al aire.
Nada de extraño habría si esas melenas no significaran -dentro de la lógica más machista y retrógrada- una invitación al descontrol, a desatar las pasiones más bajas y al dejarse llevar.
Nada de extraño habría tampoco en pensar que esas melenas que prácticamente nunca se recogen en la película fueron una decisión asumida y conciente de la directora Deniz Gamze Engüven para destacar el espíritu rebrelde de estas cinco mujeres en formación en un país como Turquía (y como todos si rascamos un poco en la superficie), no solamente inundado de un machismo brutal, sino objetivo desde siempre de fundamentalismos religiosos opresivos, dictatoriales, medievales y nada humanos. Esas melenas son un reto, son un desafío y un recordatorio.
Son un reto porque con ellas estas chicas dejan saber que aunque las reglas sociales dictan recato y “decoro”, su cabello al aire, natural y luminoso, es quizá la única luz que tienen en ese túnel que es el falogocentrismo que lejos de desaparecer busca su regreso con insistencia feroz.
Son un desafío porque en esas circusntancias el enfrentamiento debe ser así, frontal y ellas, ante la reacción ultra conservadora de su abuela y de su tío (a su cargo desde el fallecimiento de sus padres) deciden nunca callar, nunca bajar la voz, buscar salir a pesar de que -de forma literal- su propia familia encadene las ventanas, sustitutas de las puertas en un mundo que ya no las tiene: las ventanas son igual la pantalla de su computadora, la televisión en donde ven el fútbol, el teléfono que esconcen sólo para simular que no lo usan. Sus melenas y su risa son el tanque con el que cruzan el campo minado de ese fundamentalismo atroz e inhumano.
Son un recordatorio de que por muchas libertades que se hayan conquistado hacen falta más y hace falta que se consoliden las anteriores. Pero más importante, son unrecordatorio de que en esta poderosísima película es la belleza y la ingenuidad la que mejor debe soportar el horror y la sinrazón de un sistema que oprime libertades y decide por nosotros, seamos hombres o mujeres.
La perfección de la entrega de Mustang está justo ahí. Usando y desmigajando mitos como la virginidad (esas escenas en donde un doctor certifica que el himen sigue intacto ante la tranquilida de la familia que no creía en la palabra de una de sus hijas), la fidelidad, el matrimonio, el supuesto papel de la mujer dentro de él, ese venenoso mundo queda dibujado a través de los ojos de la más pequeña de estas hermanas, ojos que aún ven todo envuelto en una hermosa ingenuidad en la que sus hermanas y ella retan al sistema del miedo a través de la libertad que reflejan sus cabellos al aire y, también y de forma muy importante, a través de la risa, ese desafío brutal al sistema, esa liberación de los demonios a través de la garganta palpitante.
La rebeldía puede ser trágica (de hecho aquí lo es), mordaz, pero Mustang, glorificando su propio nombre, deja que estas chicas (que podrían representar las distintas opciones que tiene una sola mujer ante las brutales opciones que le presenta el mundo falogocéntrico y que aquí nos abordan una por una) la instrumenten del lado luminoso, veloz, suelto y por ello inocente de los pecados que para otros rompen incluso cuando sueñan. No es extraño que una de las primeras secuencias que presenta la película, la de los juegos en la playa, sea la detonadora de la bomba en un mundo que no la comprende y al mismo tiempo la que más tiempo permanece en nuestra memoria después de terminada la película. ¿La razón? La libertad se respira ahí y todavía no sabemos que estará sumergida un largo tiempo.
Mustang, belleza salvaje
(Mustang, Francia,-Alemania-Turqiía-Catar, 2015)
Dirige: Deniz Gamza Ergüven
Actúan: Günes Sensoy, Doga Zeynep Doguslu, Tugba Sunguroglu, Elit Iscan
Guión: Deniz Gamza Ergüven, Alice Winocour
Fotografía: David Chizallet, Ersin Gok
Duración: 97 min.
