La habitación azul
¿Una típica película francesa?
Por Bruno Gaeta
Cinegarage-FICUNAM
Con este filme, Mathieu Amalric, se esfuerza por demostrarle al mundo que es realizador antes que actor. La habitación azul es ya su sexto largometraje y confiesa haberse vuelto actor por (¡un afortunado!) accidente.
El filme comienza con una cautivante secuencia hiperfragmentada, en la que comenzamos a descubrir lo que parece ser una habitación de hotel –que justifica el título- mientras escuchamos gemidos, besos y caricias. Poco a poco llegamos a los amantes, que también son presentados de manera fragmentada y elíptica.
El espectador se prepara gozosamente para una típica película francesa en donde el sexo no falta.
Pero no: casi de inmediato la película nos envía a un futuro al parecer no tan lejano en donde vemos a nuestro querido Julien pálido, barbón y preso.
Desde los primeros minutos queda establecida la forma fílmica en la que se desarrollará el resto de la película: parcialidad parece ser la palabra clave. La película despliega un mosaico entre pasado y presente, perfectamente hilado con una edición fríamente calculada, en la que flashbacks e investigación policial se integran perfectamente, manteniéndonos inmersos en la trama, sospechando de cada plano, preparados para recibir una pista como sabuesos entrenados.
Gracias a los encuadres fijos (filmados en formato cuadrado probablemente por moda), la brillante y enigmática actuación del actor-director y el montaje preciso nos sumergimos completamente en una trama no tan compleja pero llevada a cabo con maestría.
Lamentablemente, la forma narrativa escogida nos esclaviza a un juego de detectives por casi hora y media, en el que no nos permite ver la película, sino resolver la trama.
(Esta crítica forma parte del trabajo que alumnos del CUEC realizan a manera de registro y cobertura del FICUNAM 2015)
La habitación azul
(La chambre bleue, Francia, 2014)
Dirige: Mathieu Amalric
Actúan: Mathieu Amalric, Léa Drucker, Stéphanie Cléau, Laurent Poitrenaux
Guión: Mathieu Amalric, Stéphanie Cléau
Fotografía: Christophe Beaucarne
Duración: 76 min.
