María Félix. Cien años.

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Podríamos decir que nació en el momento adecuado en el lugar indicado. María Félix, una de las figuras más importantes en la historia del cine mexicano, nació el 8 de abril de 1914 en México (Álamos, Sonora), y cuando cumplió 29 años fue invitada por el ingeniero Fernando Palacios a participar en una película. De haber contado con menos años María probablemente habría rechazado la oferta. En su lugar, con un cine mexicano boyante y de importancia internacional y viviendo en un país que en esos años era un manatial de corrientes artísticas, consideró la oferta y aceptó trabajar en el cine.

Su primer papel fue el estelar en la película El peñón de las ánimas en donde compartió pantalla con una de las figuras más importantes de esos años en el cine mexicano, Jorge Negrete.

A partir de ese momento la filmografía de María Félix sumó nombres tan importantes como el de Emilio “el Indio” Fernández, Fernando de Fuentes, Miguel M. Degado, Emilio Gómez Muriel, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez, Luis Buñuel, Miguel Zacarías, en el rubro de directores y los de Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Armendáriz, Dolores del Río, Ignacio López Tarso, René Cardona, Carlos López Moctezuma, Julián Soler, Andrés Soler, Fernando Soler, Domingo Soler, Estela Inda, Emilio Tuero, Lilia Michel, Arturo de Córdova, Columba Domínguez y muchos otros con los que compartió reparto en las 47 películas que filmó.

Con una trayectoria tan sólida resulta difícil hacer un filtro y hablar solamente de las más importates… o las más interesantes… o las más populares. Sin embargo y a manera de homenaje por los 100 años que se cumplen de su nacimiento hicimos esta pequeña selección de películas para entrarle al mundo cinematográfico de María Félix.

El peñón de las ánimas (1943).
Una de las mejores vesiones libres de Romeo y Julieta jamás filmadas fue precisamente el debut cinematográfico de María Félix. Odio, amor, encono, pasión, un matrimonio arreglado y una separación dolorosa y muy violenta. Cualquiera que se acerque a esta tragedia amorosa verá lo poco que tienen que aportar las comedias románticas.

Doña Bárbara (1943).
En pocas palabras fue la película que le dio a María Félix un personaje que podía inmortalizarla. Ella lo entendió a la perfeción, lo trajo tanto como pudo a la vida real y la leyenda nació y sigue viva hasta nuestros días. Es igualmente una película intensa y recia, como la personalidad/personaje de María Félix que surgió de ella.

Enamorada (1946).
Fue la primera película que rodó bajo las órdenes de Emilio “el Indio” Fernández y es, todo lo contrario a El peñón de las ánimas, una oda a Cupido muy al estilo de don Emilio, con esa cursilería disfrazada y grandes diálogos. La escena de la serenata, su sutileza y su acercamiento a las mieles más profundas del cine mexicano valen por sí mismas la película entera que, no se malinterprete, es toda una joya.

La diosa arrodillada (1947).
Es uno de los mejores thrillers que entregó la famosa Época de oro del Cine Mexicano y es además uno de los personajes más intensos de María Félix. Visualmente es alucinante, las actuaciones (la acompaña Arturo de Córdova) son profundas y la historia digna de ser revisada en cuanto se pueda. Muertes raras, pasiones desbordadas, infidelidades y la Doña. No hay más.

Río escondido (1948).
Otra de las muchas joyas en la filmografía de Maria Félix que a través de personajes como éste (una maestra rural que se enfrenta al ignorante cacique del pueblo) no solamente reforzaba su propia leyenda sino que, quizá sin querer, abría brecha en cuestión de igualdad de género en un país al que eso le cuesta mucho, su queridísimo México.

French Cancan (1955).
La película que María Félix rueda bajo la dirección de Jean Renoir es rara y particular, pero no por eso es menos buena o menos importante. La historia del famoso baile narrada a la par de la conversión de una chica común en bailarina del Moulin Rouge le da a María Félix la oportunidad de compartir créditos con Jean Gabin, nada menos.

La escondida (1956).
Es probablemente una de las películas menos apreciadas en las que participó María Félix. Un retrato simple e inspirado de la Revolución Mexicana, sus consecuencias, sus cuentas pendientes y mucho de dolor que dejó detrás de sí pero sin ganas de molestarnos con discursos vacíos. La adaptación al cine de la novela de Miguel N. Lira es, para que midan, de José Revueltas, Roberto Gavaldón y Gunther Gerszo.

Tizoc (1957).
Un clásico de clásicos en la que fue dirigida por Ismael Rodríguez y de la que, por supuesto, se convirtió en el objeto de enamoramiento de Pedro Infante que interpreta al Tizoc del título. Seis Arieles y un Oso de Plata en el Festival de Berlín demuestran parte del peso de esta pequeña tragedia campirana mexicana… bueno, no tan pequeña.

La cucaracha (1959).
De nuevo bajo las ordenes de Ismael Rodríguez María Félix regresa a la Revolución Mexicana pero desde la óptica de un amor imposible por muchas circunstancias, la mayor de ella una Dolores del Río (su “eterna rival” cinematográfica”) que aquí le disputa el afecto de Emilio “el Indio” Fernández. Un cameo de Pedro Armendáriz y una lista larga de nuevos valores de la actuación hacen aun más valiosa a la película.

Los ambiciosos (1959).
Aquí la dirige Luis Buñuel y claro, la historia involucra un paisaje paradisiaco convertido en escenario de asesinatos, complots, amores desatados, una viuda objeto del deseo de varios hombres y mucha intriga. Se trata claro, de una prueba de que no solamente los papeles revolucionarios o pueblerinos mexicanos eran adecuados para María Félix sino que ella, a pesar de que muchos renegaban de sus facultades como actriz, era adecuada para lo que le pusieran enfrente.

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