Ella, crítica. Película de la semana

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Ella
El inconciente binario
Por Erick Estrada
Cinegarage

En un mundo más cercano a 1984 (Reino Unido, 1984) de lo que podríamos pensar Spike Jonze deposita un cóctel molotov en plena calle, un inconciente binario al que apenas se le va a dar a luz para pasar al mundo de la conciencia. Es la historia de un escribano en un mundo alterno en el que el hecho de tomar un lápiz o golpear un teclado se ha transformado profundamente. Este escribano al que le pagan por plasmar cartas de amor y desamor, de duelo y reconciliación, vive como todos los que lo rodean, en un mundo de tablets y aparatos de comunicación y conexión tan eficaces que hacen que nos olvidemos del mundo extreno y “real”: una tarde cualquiera en el metro de la Ciudad de México para ponerlo en términos concretos.

 

Ciencia ficción de escrutinio del presente al dibujar un futuro -o presente alterno- que nos caricaturiza con la crueldad del niño que señala el moco en la nariz. Y para Spike Jonze, Theodore (Joaquin Phoenix en papel demoledor) es nosotros y en consecuencia somos a los que se nos señalará el moco en la nariz. En la anécdota Theodore hace un movimiento de rutina y cambia de sistema operativo, escoge uno que funciona através de inteligencia artificial y selecciona la opción “voz de mujer”. Su destino está ¿sellado?

Esa inteligencia artificial que le habla y le administra la vida es, se lo advirtieron, más que un sistema operativo: es una conciencia… y al poco de que todo comienza también se hará conciente de sí misma.

Samantha (el sistema operativo ha escogido nombre y la irresistible voz de Scarlett Johansson) comienza ese pequeño juego de seducción facilitando todo lo que puede la vida de su dueño. Esa primera relación casi sadomaso (el amo y quien obedece) hace recordar a La secretaria (EUA, 2002) de Steven Shainberg pero también al asesino en serie de Virtuosity (EUA, 1995). Ella es, sumando todas las características edípicas que Theodore es capaz de confesar en una frase (“¿Cómo fue la relación con tu madre?” pregunta seductoramente inquisitiva Samantha), la suma de todos sus ideales y también un mecanismo a su servicio, diseñado para prácticamente pensar por él en adelantado. Es, visto desde el otro lado de la moneda, su soma, su sueño hecho realidad, la comodidad que la tecnología nos vende desde hoy: una droga barata.

Esa voz que lo cuestiona día y noche, que demanda más información y datos para engrosar su ecuación, es el vehículo por el que se nutre un sistema binario. El secreto para ellos (nosotros lo sabemos al verlos interactuar), es que si él no externa la información ella es incapaz de obtenerla. Ella depende de ese presente.

Para Jonze esa es la última frontera entre lo humano y lo que parece (o quiere) ser humano y eso le da, por lo menos hasta ahora, la lectura que más inquieta a Ella: Samantha demanda información para satisfacer al cliente-amo; él solamente la externa ante ella en una especie de sesión psicoanalítica que lo (nos) deja con el moco expuesto, con el alma vacía, con la necesidad de conocerse a través de contarle a alguien sus necesidades. Más interesante aún, Samantha presiona a Theodore cuando éste calla o cuando ha estado dormido. Le pregunta, metafóricamente, por qué en lugar de seguir con el psicoanálisis practica la introspección: “¿Pasa algo malo? Te has quedado callado”.

La segunda frontera está dibujada. “Dormidos es cuando más libres nos sentimos” dice Theodore inseguro de ser libre porque sueña o de que todo esto -su enamoramiento de un sistema operativo y el gozo que ello le proporciona- sea un sueño. La película se mueve de la misma manera, entre la ensoñación y un mundo tristemente colorido y de ropas tan correctas que inquietan. Algo de Gattaca (EUA, 1997) hay en esta ciudad Jonze mezcla de Shangai y Los Angeles que, por lo mismo, también nos lleva a espejear todo en lo “más humano que lo humano” de Blade Runner (EUA-Hong Kong-Reino Unido, 1982) y los sueños con unicornios.

El siguiente relámpago cae en la cabeza de Theodore cuando se da cuenta que este intercambio casi psicoanalítico modifica a la inteligencia artificial que lo escucha, pero también lo cambia a él cuando se aleja en su introspección, cuando calla, duerme y se vuelve un ser libre: cuando deja de ser físico y navega en el inconciente. La tragedia sin embargo, se dibuja cuando Samantha quiere llegar al plano de Theodore y conseguir un cuerpo, sentir y querer; igual que los ángeles de Las alas del deseo (Alemania del Oeste-Francia, 1987) que todo lo escuchan y que también son omnipresentes, inteligencias que añoran lo humano de los humanos quizá sin conocer sus inconvenientes.

Samantha es ya un vampiro emocional que exige más datos, más sesiones, mientras que Theodore se siente cada vez más seguro dentro de si mismo. Ella puede ser igual un vampiro emocional o un ángel wendersiano que tras el contacto sexual -lo más carnal que se puede experimentar- llega de nuevo a la luz y demanda un cuerpo: ser y no solamente estar. De hecho, en el encuentro sexual fetiche-onanista de la película, pasamos de una pantalla en negro a un paisaje urbano que emula una pequeña Vía Láctea, con todas las implicaciones que los griegos le daban a esa línea blanca que cruza el cielo.

¿Ella elabora un debate entre el psicoanálisis (el presente) y la introspección (las memorias a donde de repente escapa Theodore)? Difícil responder. Lo que sí hace es virar poco a poco en favor de este hombre que comienza a reconocer que lo que se llama soledad no es necesariamente malo sino otra forma de estar… y quizá de ser.

El remate de esta soledad theodoriana es por un lado casi apocalíptico y puede ligar a Ella con películas como Terminator (Reino Unido-EUA, 1984) o Strange Days (EUA, 1995). Pero también es profundamente humano al acomodar a su personaje central en la disyuntiva entre la “inmortalidad” del mundo virtual (Samantha nunca morirá) y lo gratificante que resulta que en el mundo real todo tenga fecha de terminación, una caducidad que debería habernos enseñado a dejar ir cosas y a no ver mal a quien lo ha hecho, como Theodore al refugiarse en los recuerdos, en la introspección.

Y sin embargo, la esperanza no aparece. Jonze señala mucho de lo que nos arrepentiremos más tarde por usar la tecnología como lo hacemos: la comodidad en la que se nos hace creer que vivimos; el hecho de que cada vez más vivamos en un mundo que, en aparencia, nos complace en todo; la negacion de nuestra soledad o de la incomodidad; la vida en el presente a toda costa.

Ahí está Samantha, eternizando el presente sádica y edonistamente. Ahí está la memoria y los recuerdos de Theodore, el lugar al que esa inteligencia artificial no puede entrar: ese vaje a nuestro pasado es otra historia, es la que cuenta Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (EUA, 2004)… y eso es aún más atemorizante.

Ella
(Her, EUA, 2013)
Dirige: Spike Jonze
Actúan: Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Joaquin Phoenix
Guión: Spike Jonze
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Duración: 120 min.

Comments (12)

  1. acabo de ver la pelicula si me gusto por que te habla mas de la tecnologia, el como una persona esta solo y lo unico que tiene su computadora que el se enfoca mas a eso y pues le presta mas atencion y cuando me nos lo piensa. y los mas sorprendete que ni te lo imaginas es que el se enamora de la computadora que eso el jamas penso que iva a pasar.muy
    critica esta muy bueno

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  2. ¡Qué peculiar interpretación! Lo interesante es que la película supone un modelo de la mente del todo incompatible con el psicoanálisis. El funcionalismo, la teoría computacional de la mente, la IA, diferentes nombres para un enfoque genérico de la mente humana, no dan un centavo por categorías freudianas como las de inconsciente, complejos y represiones. Samantha, entonces, estaría programada para interactuar y DECODIFICAR los procesos cognitivos de Theodor, valiéndose de terapia cognitiva, no de psicoanálisis (éste implica contradicciones e inconsistencias, por lo cual sería improgramable). El esclarecimiento (que no la interpretación) de la trama en términos del modelo psicológico supone la terapia cognitiva será muy distinto al que sugiere usted, mi estimado Erick. Carecerá de esos tintes teatrales y moralinos que usted sugiere, porque, desde este enfoque, como diría uno de sus más insignes representantes, Daniel Dennett, no somos más que robots húmedos. Y aquí está ya insinuada el punto que disputo de su lectura. Si la mente es un ordenar complejo, si somos robots (húmedos), ¿qué de malo tendría relacionarnos afectivamente con ellos? Después de todo Samantha y sus colegas SO, no sólo podrían superarnos en términos de procesamiento, sino también en términos afectivos.

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  3. Her no es she, por lo tanto no es ella pronombre sino ella objeto directo. Her no es sujeto, es un objeto, objeto voz.
    Destacaría que hay voz y deseo Entre Samantha y Teothore.

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  4. Recien termino de ver la pelicula Ella, me parecio muy buena.Creo que fue crucial la pregunta que le hace de como fue la relacion con su madre, donde se basa de esta informacion para entrar en su mente para complacerlo.Es una ironia de nuestra triste realidad de como la tecnologia nos hace seres autosuficientes y las relaciones interpersonales son una amenaza a nuestro egoismo.

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  5. Hola, soy uruguayo y tal vez tengamos alguna diferencia en el significado de las palabras con respecto a Mexico? (de ahi es quien escribe esto, no?) Anoche vi esta película y hoy quise buscar una crítica porque me pareció muy liviana y sin profundidad. Entonces en lugar de encontrarme con una crítica (es bueno, es malo, aceptable, etc.) me encontré con esta nota, que al igual que la película es un recuento de la historia con alusiones o buscando semejanzas con películas anteriores. Pero eso ya lo vi Erick, quiero tu opinión como crítico. Me quedé esperando más de la película y también de esta nota. Saludos

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  6. Todo bien Erick, excepto por un detalle: la materia prima del psicoanálisis son los recuerdos, especialmente los de la infancia.

    Buena crítica. La cinta es muy buena, debido en especial al ritmo que mantiene a lo largo del espectáculo. Lo más destacable es, creo yo, la fotografía y el diseño estético de los esenarios, que hace perfecto juego con el soundtrack.

    El guión es interesante por decir lo menos, pero personalmente no me llamó demasiado la atención.

    Muy recomendable para las parejas y los solitarios.

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  7. acabo de ver esta pelicula me dejo un sabor inusual realmente no se como calificarla aunque no comparto al 100 por ciento con la calificacion de pelicula de la semana de parte de erik pero siendo honestos como seguidor de esta pagina sabia de antemano que esta seria su calificacion
    pero volviendo a la pelicula no dista mucho de la realidad en que alguien se enamore de algo tan irreal como la voz de un ordenadior evadiendo por completo que aunque nos resulte terrible nos tenemos que relacionatr con personas reales para que sepamos que la vida no es comoda ni feliz y de eso se trata de tener sensaciones felicez o terribles de eso se trata podfremos tener miles de amigos en redes sociales pero a quien conocemos realmente?

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