Mi historia entre tus dedos, crítica

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Mi historia entre tus dedos
Un mensaje pre feminista
Por Erick Estrada
Cinegarage

Imaginen el mundo sin feministas… lo cual no eqivale a imaginar un mundo sin mujeres con ambiciones. Imaginen cómo sonaban las cosas antes de los Beatles. De hecho las cosas sonaban. Antes del desarrollo de la computadora personal, las transcripciones de documentos en las oficinas se hacían con ruidosos aparatos que de tan feos resultaban bonitos y que de tan prácticos hoy reciben honores en el mundo y que se llamaban simplemente “máquinas de escribir”.

Es en un mundo así que el debutante en el largometraje Régis Roinsard ubica su casi típica comedia romántica: Normandía, años 50 del siglo pasado. No hay feministas en las calles, no hay computadoras, no hay grandes ciudades (París es un sueño) y no hay sino tonos pasteles y azúcares visuales.

De hecho, para enmarcar esta historia en la que la peor secretaria del mundo consigue trabajo como mecanógrafa en una diminuta oficina para ser transformada por su jefe en la mecanógrafa más rápida de Francia, y después llevarla al campeonato mundial en Nueva York, Roinsard consiguió el ingenio de Charlotte David para el vestuario y de Guillaue Schiffman en la fotografía, éste último artífice de los juegos fotográficos en El artista (Francia-Bélgica-EUA, 2011). Ello no deja de ser significativo pues a pesar de los reclamos feministas que la película levantará, esta historia en la que “el trabajo de la secretaria es sólo para las mujeres”; en la que “el hombre descubre e impulsa el talento (sometido) de una mujer” y en la que lo femenino es rosa y rosa se queda, tiene una propuesta libertaria que en lugar de gritárnoslo a la cara, se dedica a deslizarse entre los dedos multicolores de esta magnífica mecanógrafa que compite al nivel de los atletas de alto rendimiento en un campeonato de su especialiad.

Efectivamente. Es su jefe quien la saca del pueblo y es ella quien hace del hecho de convertirse en secretaria su mayor aspiración. Pero cuidado. Es ella quien decide convertirse en secretaria para eludir el matrimonio casi arreglado al que el destino y las costumbres de su época la condenaban. Es ella quien se rebela incluso a su jefe (y más allá, especialmente al final) para hacer las cosas a su manera. Es ella, sumergida en un fresquísimo ritmo que poco a poco resquebraja -sin salpicar- varios lugares comunes y no pocos vicios de la comedia romántica de Hollywood, la que encara su reto como un equivalente de los Juegos Olímpicos y quien obtiene reconocimiento en su círculo social -y más allá- por sus dotes profesionales y no por estar casada o haber tenido hijos.

Todo ello (incluso las rebeliones ante la fórmula de la comedia romántica más bobalicona llegada de Hollywood) representaba todo un rugido en medio de la edulcorada música de la época. El gran acierto de Roinsard es que lo deja clárisimo en una historia que si bien primero nos hace pensar en Mi bella dama (EUA, 1964) y toda su misoginia disfrazada de romanticismo, o incluso en Secretary (EUA, 2002) y su abuso placentero en las sesiones de entrenamiento en mecanografía, muy pronto cambia los planes para acercarse más a Rocky (EUA, 1976) y Karate Kid (EUA, 1984) y dar con el rodillo de la máquina de escribir un golpazo en los cojones de sus instigadores sólo para responderles la pregunta “¿Tú crees que esto de escribir a máquina es un deporte?”.

No todo el reclamo por los derechos de las mujeres debe llevar pantalones (de hecho, las mujeres involucradas en este relato son todo menos portadoras de pantalones) y no todas las voces que se levantan son escuchadas. En un mundo sin feministas (y creo que también con ellas) es igualmente valioso pelear por los derechos de las mujeres siendo lo que se es y demostrando que se hace de la mejor manera por ser quien se es, que levantar el puño y reclamar a voz en pecho.

Para esta película se escogió la primera opción, se envolvió en lo que bien podría considerarse la contra propuesta en diseño de producción a Mad Men, sus ropas y estilos ultra masculinos; se le dotó de un ritmo y estilo visual endemoniadamente femenino (las “peleas” entre máquinas de escribir son dulces que ni Doris Day habría imaginado), así como de una banda sonora tan grata y cálida que sí, todo se vuelve placentero, de la matriz, jovial.

Bienvenida sea.

Mi historia entre tus dedos
(Francia, 2012)
Dirige: Régis Roinsard
Actúan: Romain Duris, Déborah François, Bérénice Bejo, Shaun Benson
Guión: Régis Roinsard, Daniel Presley, Romain Compingt
Fotografía: Guillaume Schiffman
Duración: 111 min.

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