Baja Film Festival 2013-B

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Baja Film Festival 2013-B
El objeto antes llamado disco
Por Erick Estrada
Cinegarage

Desde muy temprano en la mañana se hablaba de la función del disco/mental de Café Tacvba, El objeto antes llamado disco. Cabo San Lucas se peleaba las entradas a la función y ese nerviosismo se comunicaba sin duda a las otras proyecciones. Probablemente por ello es que la primera de ellas comenzó con un retraso de 15 minutos.

Ese estreno en el Baja Film Fest fue con la película de Matt Johnson, The Dirties, una muy extraña revisión del doloroso tema de los tiroteos en las escuelas de Estados Unidos. Siendo muy joven en Toronto, Johnson se sintió atraído al tema después de leer sobre la matanza en Columbine, probablemente la más famosa de ellas dada la respuesta que a ella dieron los medios de comunicación. Probablemente por ello es que Johnson decidió alejarse todo lo posible del tratamiento que pudieran haberle dado los medios al tema, desde el documental típico aunque aguerrido, hasta la producción de Hollywood, salpicada de glamour y momentos conveniente (y redituablemente) dolorosos.

Johnson cuenta la historia de dos chicos que poco a poco y tras ser víctimas de abuso de parte de sus compañeros pierden contacto con la realidad. El tono, sin embargo, es el de la película dentro de la película pues somos testigos de lo que una cámara recoge de estos dos personajes que son plenamente concientes de que sus actos se registran y de que no pueden hacer nada para evitarlo.

El resultado es un juego de meta realidades que va y viene de los personajes a nuestros asientos, un paranoico cruce de caminos en el que estos personajes a veces actúan para sí mismos y otras para nosotros, a pesar de que nosotros (que a la vez somos quienes ven todo mientras ocurre), sabemos que es una realidad simulada.

La forma de The Dirties es, también, la de una película universitaria, la del trabajo para la clase de cine pero, y aquí es donde todo encaja, también lleva la forma del “material encontrado”, de realidad registrada a veces accidentalmente, otras de manera tan intencional que todo contacto con la “realidad-real” se pierde en el abismo de la mente de sus personajes.

Nosotros decidimos si los personajes que poco a poco comienzan a planear un tiroteo en su escuela están locos y después decidimos qué tan desquiciados están. Tras semejante pero sencillísima manipulación tanto del discurso como de su forma, llegan muchas preguntas que al ser testigos del choque entre la realidad y la ficción retratado en esta película dentro de una película, pueden llegar muy profundo.

Sencilla, elemental, fresca al estilo primer Harmony Korine y rebelde al estilo del primer y hoy ya perdido primer Godard, The Dirties es un gran mensaje a las jóvenes audiencias y una muestra de que el cine de estos años se ha transformado como pocas veces lo hizo en los últimos años del siglo XX.

Lo que siguió fue el éxito total ante el público del Baja Film Fest de Los insólitos peces gato, comentada desde Morelia y que aquí vino a confirmar su cercanía en fondo y forma con un público deseoso de hablar con su cine.

El tema de la violencia, la migración, las fronteras y los ilegales pero “cobijada” con la presencia de Gael García Bernal fue precisamente el segundo plato del día. ¿Quién es Dayani Cristal? es dirigida por Marc Silver y cuenta con un único actor, García Bernal, que se dedica a dramatizar la ruta de un migrante desde Centroamérica hasta el desierto de Sonora y al que encontraron muerto. El único dato sobre su identidad es un críptico tatuaje en su pecho que dice “Dayani Cristal” y a partir de ahí este documental ficcionado sigue la investigación para conocer la identidad de este hombre.

La razón del trabajo es completamente loable. No solamente quiere que la gente tome conciencia del problema de los migrantes ilegales a Estado Unidos, sino que busca la reflexión sobre un proceso a través del que se les deshumaniza y en consecuencia su identidad pierde toda importancia.

¿Quién es Dayani Cristal? viaja una ruta que si bien otras películas han recorrido ya (Centroamérica, el paso ilegal a México, La Bestia, el desierto, el sueño americano) y entre ellas la más reciente es La jaula de oro (México, 2013), ahora quiere que el tema de la identidad de todas las personas desaparecidas en el desierto que une a México y Estados Unidos llegue tan lejos como se pueda, especialmente cuando en los últimos años los números dicen que tanto los migrantes ilegales como las detenciones en la frontera han disminuido a pesar de que las muertes de personas que intentan cruzar esa última línea han aumentado dramáticamente.

La película no cuenta con ningún problema en ese sentido. Éstos aparecen al momento de ficcionar el viaje, de hacer aparecer a personajes tan poderosos como Alejandro Solalinde y dejarlos pasar y, de manera terrible, especialmente cuando deja ver cierto hilos premeditamente sensibles en busca de una respuesta más emotiva y menos razonada de parte del público.

Evitando ello la película resulta además oportuna y con un peso que merece nuestra atención.

LuTo, la película de Katina Medina Mora tuvo también su proyección este día y podríamos decir que es una narración sobre el desvanecimiento del macho mexicano. Es de entrada una película muy femenina y ello a pesar de que quizá la misma Medina Mora no se dé cuenta de ello.

En su universo, en el que existen solamente un hombre y una mujer, son los miedos de él, sus inseguridades y fantasmas los que ponen a una chica común y corriente en un laberinto de decisiones que poco a poco conducen a un final que claramente será doloroso y radical. Ella, sin embargo, lleva todas las de ganar pues de nuevo el que refleja debilidad y rezago emocional es el personaje masculino.

La historia, como podrá descifrarse, es mínima, quizá demasiado, pero en ella queda clara la transformación emocional de los personajes que es lo que le interesa narrar a la película. A través del deterioro de estos dos pequeños pero intensos seres se detecta también cierto desgaste (irremediable además) de la clase media mexicana. Dos chicos que en otras circunstancias serían exitosos (él escritor, ella trabajadora y cumplida) están atrapados no sólo en la red insegura del macho que se deslava, sino en un sistema económico que los limita y les recorta las posibles salidas.

El otro acierto es que no se trata de una narración cronológica y a través de ello es que, siendo una cinta femenina, tampoco se señala a ninguno de los personajes; no hay acusaciones ni juicios aunque sí remata dejando clarísimo que hay modelos sociales que se mantienen a la fuerza a pesar que que esa sociedad se ha transformado profundamente. Con ello, los modelos de la pareja, los hijos y el trabajo reciben una fuerte llamada de atención.

El Baja Film Fest finalmente exhibió Blackfish, el documental de Gabriela Cowperthwaite sobre el caso de una extraña orca que, viviendo en cautiverio en Sea World, ha asesinado ya a varios seres humanos. Es, obviamente, una voz más que se levanta en contra del maltrato animal a través de forzarlos a vivir en cautiverio a través de una narración que, de manera muy brillante aunque formalmente poco sorpresiva, deja claro que si la orca ha manifestado su frustración a través de actos violentos, es muy probable que hayan sido los propios humanos quienes hayan fabricado al asesino del que se habla en la película.

Que quede claro, no es un documental que busque culpables. De hecho, es lo suficientemente inteligente para devolverle a la ballena en cuestión la personalidad y la individualidad que sin duda posee para luego, como si de un análisis psicológico se tratara, desgajar esa personalidad en busca de las causas que provocaron sus arrebatos violentos.

Las ventajas de Blackfish son, sin duda, que también deja clara su idea sobre esta subespecie de esclavismo (los animales de espectáculos), que busca crear conciencia sobre la inteligencia de estos animales (llamados peces negros, blackfish, por los nativos del extremo norte de Estados Unidos) y que no abusa ni del pietaje encontrado para su narración ni protege en exceso al objeto de su estudio. En pocas palabras, periodísticamente hablando es preciso, académico, serio. Un trabajo que sin duda hay que revisar.

El remate llegó con la presentación de la nueva película de Café Tacvba, El objeto antes llamado disco, función programada en el Pabellón Cultural de Cabo San Lucas, un foro al aire libre que resultó ideal no solamente para la proyección sino para el posterior concierto de la banda para celebrar el estreno.

La idea de este trabajo que he decidido llamar disco/mental es precisamente mezclar en imágenes el proceso creativo para sacar adelante el disco más reciente de Café Tacvba: grabado en una serie de sesiones en directo con público presente pero silencioso; una suerte de micro conciertos controlados en los que todos influyen a todos logrando un sonido y una idea de grupo que es explorada así por primera vez por la banda.

El proceso se conocía desde hace mucho tiempo. Las sesiones abarcaron un par de ciudades en Sudamérica y regresaron después a Los Ángeles y la Ciudad de  México. Lo interesante de este trabajo dirigido por Gregory Allen es que muestra a una banda sumergida en su trabajo, sabedora del papel de cada uno de sus miembros, conocedora de sus alcances y, sobre todo, compenetrada y estable, una imagen que si bien podría sonar familiar, buena parte del público mexicano tenía perdida respecto de Café Tacvba.

La película muestra todo ello sin entrevistas exhaustivas ni declaraciones de expertos. Todo llega a través de un estupendo registro de las sesiones de grabación, de los ensayos, de vistas de las ciudades en las que el disco fue grabado y de las personas de esas ciudades, cada una con su personalidad. El redondeo es la escucha clara de las canciones, pequeños referentes visuales que si bien a veces nos llevan al 101(Reino Unido-EUA, 1989) de Depeche Mode en sus texturas y luces pero también en su intensidad, otras nos traen al Meeting People is Easy (Reino Unido, 1998) de Radiohead, mostrando las ventajas de trabajar como músico pero también con todo el lastre que esa profesión trae consigo.

Sin buscar el lado fácil de la emoción y el lloriqueo, sin explicar detalladamente ni el proceso de grabación ni el significado de las canciones, El obejto antes llamado disco deja ver a una banda conciente de su tiempo y de sus tiempos en una serie de canciones que, por si fuera poco, también hacen ver que los músicos miembros de Café Tacvba cuentan con un nivel excpecional. El detalle está, gratamente, en lo pequeño, en los botones, en los cables, en el rasgueo de las guitarras y en los dedos que pisan las cuerdas del bajo.

Sin sudores, es un disco/mental que habla del trabajo de Tacvba. Sin reñir deja ver que su trabajo no es sencillo. Sin luces exageradas hace saber que estos músicos disfrutan su trabajo y su banda. Sin encuadres grandilocuentes la película actualiza la imagen (en todo el sentido de la palabra) de una de las bandas en español más importantes de nuestro tiempo.

Mañana más.

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