El paciente interno, crítica

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El paciente interno
La locura y la culpabilidad
Por Erick Estrada
Cinegarage

Evidentemente el personaje que tenemos en pantalla tiene muchas más cosas en la cabeza de lo que detectamos directamente. Debe haber un océano de ideas, una tormenta de confusiones, una catarata de frustración, un lago gigantesco de resentimiento. Se trata de Carlos Castañeda, el hombre que después de la matanza de 1968 (hecho determinante en la historia de México) decidió que Gustavo Díaz Ordaz, presidente en turno -responsable de que se asesinara a mansalva a cientos de estudiantes que se manifestaban pacíficamente en Tlatelolco-, tenía que morir. Carlos decidió también que él sería el brazo ejecutor.

Cuarenta y cinco años después sabemos que eso no ocurrió. Díaz Ordaz murió sin ser juzgado. Su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, ejecutor directo de la matanza, tampoco ha sido juzgado y vive un retiro tranquilo. Carlos Castañeda, hoy lo descubrimos, fue condenado sin juicio a vivir en el encierro no de una prisión sino de una institución mental, juego típico de la Guerra Sucia en México.

El enojo, la confusión, la frustración, las ideas que se dejan ver en la mirada de Carlos en el documental El paciente interno surgen de la oscura celda de la sección oculta de la institución mental (“el encierro dentro del encierro”) en la que se le enclaustró por levantrar su mano contra un sistema que nunca ha visto por el bien de sus gobernados.

Asesino o no, con razón o sin ella, fanático religioso o no, Carlos Castañeda merecía un juicio y una condena de acuerdo a su delito. El enseñorado sistema le negó ambos y usó al hombre como ejemplo (tras torturas a él y su familia) para quienes pensaran levantar la voz, manifestar inconformidad, decir que algo no les gustaba, negarle la razón al partido en el poder.

El documental de Alejandro Solar recoge todo en un trabajo periodístico nítido y directo montado en una narración cinematográfica que poco a poco echa luz (y construye un clímax desolador y muy efectivo) sobre temas aún más escabrosos, sobre un sistema que no acepta disidencias y que, peor, las humilla.

Ese fue el sistema que convirtió la presunta culpabilidad de Carlos Castañeda -porque Presunto culpable (México, 2008) se asoma- en un sinónimo de locura, descuartizando no solamente sus derechos humanos sino la legalidad que supuestamente ese sistema vigila.

La película camina una sola línea, pero ello no evita que algunas ramificaciones enriquezcan éstas y otras reflexiones, que la figura del “Pabellón 6” se pinte de culpables premeditados, de familias enteras perseguidas, las reflexiones de un México que no alcanzamos a ver del todo desde aquí y sobre la manera en que esa memoria se ha ocultado de manera intencional.

Carlos Castañeda es otra especie de El bulto (México, 1992), un hombre al que se le oculta su memoria de un golpe, un país al que se le evita conocerse, una nación a la que se le hace creer que es una locura morder la mano dura que gobierna: un pasado que aunque vivido debe a toda costa mantenerse en las sombras.

Ahí está el valor del documental. Temas que no se quieren platicar, rostros que no se quieren ver (como el del “loco” que quiso cobrarle al presidente la muerte de cientos de estudiantes), casos que nunca han sido conocidos, deben hablarse, entenderse, comentarse.

Hay que sacar el pasado de esas tenebras de locura y regresar a la locura feliz, a la de los que piensan diferente, y dejar ya de señalarla como una enfermedad que te impide pensar igual que los demás.

El paciente interno
(México, 2012)
Dirige: Alejandro Solar
Con: Carlos Castañeda
Guión: Alejandro Solar
Fotografía: Ignacio Miranda
Duración: 90 min.

Comments (3)

    • En la Cineteca, sólo es cuestión que verifiques los horarios de proyección y eso sí, llegar con tiempo pues yo fui el sábado y llegando 30 minutos antes de la función de las 19:30 ya no había boletos.

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