Mucho ruido y pocas nueces, crítica. Película de la semana

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Mucho ruido y pocas nueces
El cine light
Por Erick Estrada
Cinegarage

La movida de Joss Whedon no podía ser más significtiva. Mientras construía y aceitaba (y bien) una maquinaria al servicio del Hollywood más abusivo, cogió al toro por los cuernos y filmó una historia mucho más íntima. Durante el rodaje de Los vengadores (EUA, 2012) pudo elaborar un discurso salido del Shakepeare más popular y concretar en cine Mucho ruido y pocas nueces.

Es difícil errar respetando a Shakespeare como lo hizo Wheddon, quien sólo hizo modificaciones ligeras en la obra para acomodarla al lenguaje cinematográfico y a los tiempos que corren (aunque en la escena de la segunda boda hay una broma digna de los tiempos de Shakespeare que hoy suena incorrecta y fuera de lugar) aunque, es cierto, directores sin pizca de talento han arruinado obras enteras de él en películas poco menos que mediocres. El caso de Whedon es el del director afortunado no por respetar al máximo las líneas de Shakespeare, sino por haber entendido a la perfección la manera en la que, para estos tiempos, había que filmar la historia.

El tema central es el amor y el tono es ligero, jovial, tranquilizante incluso. Una situación enredada e ingenua que no hace otra cosa que evidenciar los móviles cotidianos y naturales de la humanidad. El enamoramiento de dos parejas que ilustran, por lo menos aquí, dos maneras distintas de ver y vivir ese amor. Alrededor una feria de pequeños efectos y el plato se sirve a manera de buffet.

No era necesario sino llamar a los amigos a trabajar (lo que hace íntimo el trabajo con la cámara), usar un sólo escenario al que se dejó prácticamente intacto (la casa de Whedon en Santa Mónica) y narrar sin gigantismos. El resultado (en un año en el que Whedon dio además su estupenda versión del cine de terror americano en el guión de La cabaña del terror) es la confirmación de que el cine no necesita tanto aparato para hablarnos de frente.

En el blanco y negro de la fotografía y en lo relajado de las actuaciones, en la luz del sol y el ritmo que el propio Whedon le dio al montaje, quedan claros los rasgos que los personajes de un drama o de una comedia deben tener y, por supuesto, queda claro también que lo ligero no está peleado con lo profundo.

Este exprimento es significativo por sus alcances, especialmente al ser hermana de dos películas que contaron con todo el apoyo de la industria (ésta se filmó en secreto); por la confirmación del valor del cine independiente y porque, si también se le quiere ver así, es una buena lección para aprender a filmar discusiones entre dos o más personajes (que no todo mundo puede), a editarlas sin sacrificar ni el ritmo ni la intensión nada menos que de Shakespeare.

Mucho ruido y pocas nueces
(Much Ado About Nothing, EUA, 2012)
Dirige: Joss Whedon
Actúan: Alexis Denisof, Amy Acker, Fran Kranz, Emma Bates
Guión: Joss Whedon
Fotografía: Jay Hunter
Duración: 109 min.

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