Blancanieves
Sin palabras
Por Erick Estrada
Cinegarage
Blancanieves de Pablo Berger, es, bien se sabe, una reinterpretación del cuento tradicional de los hermanos Grimm pero ubicado en el sur de España a comienzos del siglo XX. En esas atmósferas Berger ejercita más que la anécdota (conocida por todos o casi todos), el poder del lenguaje cinematográfico y de todas sus herramientas. Se trata de una película silente en la que la música desempeña un papel tan fundamental como el que tiene en otras expresiones como la ópera.
Sin adueñarse de la narración, la música (un flamenco modernísimo a la par de respetar todo lo tradicional de sí mismo) marca los capítulos y los momentos climáticos, apoyando un montaje y edición muy inspirados que a su vez acomodan los rostros y las expresiones de Maribel Verdú, Ángela Molina y Macarena García (sí, es una historia femenina) en una especie de remolino emocional que, efectivamente, hace de la película de Berger, una verdadera reinterpretación del cuento que todos conocemos.
Real y cercano, el “reino” en que Berger ubica a esta su Blancanieves desata muchas emociones gracias al uso del encuadre, de sus luces y sombras. Son esas luces y sombras lo más sobrenatural que tendremos en este nuevo cuento y es gracias a ellas también que la cuidadísima gramática cinematográfica de la cinta alcanza niveles intensos y certeros. Las comparaciones con El artista (Francia-Bélgica-EUA, 2011) aparecerán a la primera oportunidad pero creo que el desempeño cinematográfico de Berger supera al de Hazanavicius, no sólo por extraer originalidad de una narración conocida universalmente (originalidad subrayada además en su desenlace), sino porque sin rendirse a las reglas de Hollywood (que Hazanavicius repitió para homenajear la simpleza del cine) consigue su tamaño, en su estilo y con su propio poder.
Blancanieves
(España, 2012)
Dirige: Pablo Berger
Actúan: Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Inma Cuesta
Guión: Pablo Berger
Fotografía: Kiko de la Rica
