El tercer sendero
Caminar con los ojos
Por Erick Estrada
Cinegarage/Distrital
El primer sendero lo vemos todos los días, con las cosas y las imágenes siguiendo las reglas, acomodadas para no incomodar a nadie. El segundo se ve todas las noches, cuando algo de misterio es depositado en esas imágenes que aún conservan la lógica y el acomodo. El tercer sendero se ve como lo que propone Jimmy Cohen, una lluvia de imágenes que cumplen de la manera más primitiva posible (lo que es bueno, por supuesto) la misión del montaje.
En la yuxtaposición de imágenes, de sonidos, de personajes, El tercer sendero comunica el contraste entre el “gran progreso” y lo que deja detrás, entre las ciudades vistas como dioses vivientes (Nueva York, para mayores señas) y los sonidos y las voces que replicados en otros lugares igualmente vivos pero menos endiosados (la Ciudad de México, claro) son vistas con ojos de injusticia incluso por sus propios habitantes. Hay un choque y ese choque queda claro tan pronto este ejercicio camina solo, a los pocos cortes, porque esto no es cuestión de tiempo.
Luego, los pueblos, las arrugas, las leyendas de los niños, el choque entre el “gran progreso” y lo que queda detrás, los cuentos repetidos en las imágenes repetidas. La idea que se construye en cada uno parece ser más importante que la que se comunica de parte del autor. Ahí está quizá el defecto de El tercer sendero, que en su yuxtaposición tan abierta, a veces tan en caída libre, el camino se borra, se vuelve repetitivo, redundante. El caos no siempre dialoga y la película cae en esa trampa algunas veces.
Fuera de ello, las imágenes vuelven a capturar y vuelven a montarse en su sinsentido, en las ganas de retratar momentos. Hay que dejarse llevar, cargar una lupa para reencontrar el sendero, pero como se usará sólo un par de veces la experiencia será grata y ustedes lo agradecerán. Vayan a caminar con los ojos.
El tercer sendero
(México-EUA, 2013)
Dirige: Jimmy Cohen
Duración: 62 min.
