La delicadeza, crítica

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La delicadeza
El luto enamorado
Por Erick Estrada
Cinegarage

La cámara sigue insistente a una chica que, tras dejarnos ver un poco de su rostro, es nada menos que Audrey Tautou, a quien medio mundo recuerda como la intérprete de la loca más cálida del mundo, Amélie (Francia-Alemania, 2001), esa oda a la melcocha visual y al aligeramiento de las penas más duras a través de la fabulación colorida de escenarios y mundos donde el ello se manifiesta hasta en las paredes.

Casi supersticiosa, esta chica a la que la cámara se niega a olvidar da vueltas por las calles y en ese pequeño plano secuencia entendemos que así como las calles de hilan bajo la mirada de una steady cam, mucho de lo que sucederá a continuación quedará también entrelazado. Una travesura de las coincidencias, un juego mini diabólico del destino incontrolable, indescifrable por más que nos empeñemos, como esta chica, en dar siempre los mismos pasos por los mismos lugares.

Se trata de La delicadeza, la ópera prima de David Foenkinos y Stéphane Foenkinos que, al estar frescos y serenos frente a su propio guión, dan alegres bandazos de estilo al contar una vez que la cámara dejó que Tautou entrara finalmente a un café, su historia de amor, tan suelta a las coincidencias sobre humanas, como cálida una vez que ella misma lo acepta.

En la historia, los Foenkinos obligan a su personaje a enamorarse de distintas maneras y quizá a ello se debe el cambio de tono de la narración, que a veces busca la querencia del drama, que voltea a ver de reojo a la tragedia (anunciada gracias a un retrato de John Lennon y Yoko Ono en la cabecera de esta romántica dupla parisina), que se mete de lleno a los terrenos de la comedia romántica gringa (con pantalla dorisdaymente dividida en dos a media conversación telefónica) y que de ultra romántica en un principio pasa a un realismo donde los colores se vuelven ocres, justo cuando nuestra amiga -enamorada de nuevo- acepta que, en esa delicadeza en la que se entretejen las casualidades para armar nuestra historia de vida, ella no puede hacer mucho sino dejarse llevar.

A pesar de las apariencias, la cinta es a veces dura e incluso intensa sobre su personaje, refugiada en el trabajo y en los amigos superfluos, temerosa de aceptar una pérdida y de recibir a la ganancia; fría y apática a pesar de vivir sonriente y de cumplir los compromisos laborales a tiempo y bien.

El círculo aparente con que se inaugura la cinta toma un nuevo significado cuando, en medio del dolor/regocijo de esta mujer -a medias entre el luto eterno y el baile ligero con la nueva pareja- decide que el dolor es parte de su vida y que caminarlo (así se lo dicen), recorrerlo, conocerlo, es parte de seguir.

¿Una película para sentirse bien? Sí, pero lo hacen dibujando así, circular y casi por casualidad, la biografía de un personaje que nos damos cuenta tarde, no conocíamos en realidad. Delicadamente conocemos datos de su vida que nos harán comprender las acciones del comienzo de la historia, pero estos datos nos llegan cruelmente hacia el final, aunque con un halo optimista que no deja de distraer conforme todo llega a su fin, luminoso y demasiado lúcido para lo que se nos ha contado.

La delicadeza
(La delicatesse, Francia-Suecia, 2011)
Dirigen: David Foenkinos, Stéphane Foenkinos
Actúan: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini, Pio Marmal
Guión: David Foenkinos, Stéphane Foenkinos
Fotografía: Rémy Chevrin
Duración: 108 min.

Comments (2)

  1. Que linda película y que bonito está escrita la crítica, ame la frase: ” en esa delicadeza en la que se entretejen las casualidades para armar nuestra historia de vida, ella no puede hacer mucho sino dejarse llevar” justo así es la vida

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  2. Excelente película de tragicomedia romántica entre una bella y un incomprendido (por sí mismo más que por los demás). El hecho de que no sea producida con fines meramente comerciales la coloca en un cómodo pedestal.

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