Zero Dark Thirty, crítica. Película de la semana

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Zero Dark Thirty
El ascenso a la nada
Por Erick Estrada
Cinegarage

Es difícil ser mujer en un mundo para hombres. Kathryn Bigelow lo ha dicho y en Zero Dark Thirty lo deja claro, una película que narra el proceso que la inteligencia gringa (la CIA, vamos) siguió para capturar al responsable absoluto del ataque al WTC neoyorkino en 2001.

La pantalla arranca ahí, con la pantalla en negro y el audio narrando testimonialmente el ataque a las Torres Gemelas. Conforme la cinta avanza, el color negro es una cita constante, incluso al ubicarnos por “nombre” en los centros de control de la CIA. Bigelow se dio la tarea de iluminar hasta donde se pudiera lo ocurrido de 2001 a 2011, diez años en los que Estados Unidos sufrió una transformación casi radical, absoluta y que no termina por comprender aún. La tarea es entonces doble y va de la narración (dramatizada como todas las películas bélicas) a la reflexión de lo ocurrido. Ello es posible de la manera más sencilla y Bigelow lo hace a través de los ojos de Maya, su protagonista, la encargada de la persecusión a Bin Laden, la mujer ruda y tenaz que a pesar de ello se ve sometida al el falogocentrismo de la inteligencia gringa y de la guerra.

Al emparejarnos con ella Bigelow nos coloca en la posición de otra guerra, la que se da dentro del ejército y la inteligencia americana: Maya tiene que ascender en su investigación no sólo en el malabareo y obtención de datos, sino físicamente; pasa del mundo las salas de tortura a las oficinas con altos oficiales, todo mientras el cerco alrededor del objetivo se hace más pequeño.

Viéndola así, Zero Dark Thirty toma ya tintes de una película más compleja de lo que su sinopsis indica. Del tono casi testimonial (las escenas de tortura) viaja a lo anticlimático y no menos negro (regresamos al comienzo) de sus secuencias finales. Ahí Bigelow se deshace de todos los momentos esperados en los desenlaces bélicos para narrar un clímax opaco, contenido, casi pasivo, a manera de contrapeso contra lo violentísimo de la situación y marcando distancia de su adrenalítica cámara en The Hurt Locker (EUA, 2008).

En ese tránsito, Zero Dark Thirty toca concientemente a otras películas que han querido entender lo ocurrido en una de las guerras menos populares en el mundo. Se acerca particularmente a La ciudad de las tormentas (Francia-Reino Unido-España-EUA, 2010), en la que la oscuridad que aquí se usa es más bien un paseo en un laberinto, cambio comprensible si vemos que la prelícula de Greengrass es anterior a la captura de Bin Laden. Importante es también ver que sin justificar la tortura sino más bien dejando claro que “el mejor ejército del mundo” usó métodos ilegales y brutales para conseguir sus fines, se remite también al tono semi seco de Munich (EUA-Canadá-Francia, 2005) o al políticamente cargado de El año que vivimos en peligro (Australia-EUA, 1982) de Peter Weir.

Para Bigelow, la caza de Bin Laden es un salvaje oeste al que los políticos gringos desconocen por completo; es una guerra impopular solucionada (que no ganada) con medios impopulares. Es el mundo masculino al que Maya debe enfrentarse para atrapar al hombre más buscado en la primera mitad de este siglo, a pesar de los políticos y de sus propios superiores.

Si no se nos muestra nunca el rostro de Osama Bin Laden es porque en la realidad nunca lo vimos muerto. Al final, después de su oscurísimo clímax (un casi blanco y negro apabullante) estamos de regreso al comienzo con Maya: en completa oscuridad. Maya subió de las celdas de tortura para casi convertirse en heroína, pero en esa cima está tan sola como Bin Laden en su última noche. ¿Quién gana entonces las guerras?

La noche más oscura
(Zero Dark Thirty, EUA, 2012)
Dirige: Kathryn Bigelow
Actúan: Chris Pratt, Jessica Chastain, Joel Edgerton, Scott Adkins
Guión: Mark Boal
Fotografía: Greig Fraser
Duración: 157 min.

Comments (4)

  1. No es buena, es excelente y convierte a Kathryne Bigelow en una Directora a seguir; la edición es simple y a la vez compleja, darle continuidad a una historia fragmentada a lo largo de 10 años demanda un trabajo de ingeniería basada en clips mas no en planos, el argumento no existe como tal, es solo una cadena a la que se agregan eslabones dispersos apenas relacionados. Una buena candidata a mejor dirección.

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  2. La película esta basada, por obvias razones en muchas suposiciones lo que hace que carezca al menos para mi de ese sustento de ver una película que cuenta una historia, como lo fue Argo que al ser basada en hechos reales te hace preguntarte lo que se habra sentido estar ahi envolviendote poco a poco en la trama de los protagonistas, esta película narra los hechos desde una perspectiva de suposiciones y relatos lo cual hace que pierda para mi la sensación y que me haga parte de la trama, sin embargo considero que es una buena película de ficción y lo mas importante es que cuenta esas historias con la formula inagotable de la perspectiva de los heroes imperfectos.

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