Asalto al cine, crítica

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Asalto al cine
La cuba libre
Por Erick Estrada
Cinegarage

La urbe gigantesca y perezosa reúne a un grupo de jóvenes que se dan cuenta que habitan en una urbe gigantesca y perezosa, un país que aporta poco más que nada a su rutina, una lluvia mezcla de testosterona, tiempo lento e ideas descabelladas, ingredientes que al ser reunidos en el mismo balde construyen un cóctel surrealista, cotidiano y atractivo a más no poder. El escape de esa rutina perezosa y gigantesca parece ser pasar una noche asaltando un cine.

La apuesta sonará inverosímil para muchos, pero basta recordar Barrio (España, 1998) de Fernando León de Aranoa para darse cuenta que el no hacer nada trae a la cabeza ideas que solamente nos distraen de no hacer nada. Poco de eso hay en El odio (Francia, 1995), otro cóctel, mezcla de venganza y verdad que impulsa a otros jóvenes, de raza distinta pero de tiempos cercanos, igualmente urbanos y con el aparente mismo desinterés, a atravesar París; pero la película de Mathieu Kassovitz se hermana con Asalto al cine más allá del hip hop, el asfalto y el desconcierto: en ambas el mapa está borrado y hay que dibujarlo porque sí.

Encontrado el punto a seguir, hallada la buñueliana meta, cargados de más hormonas que inteligencia, estos chicos se lanzan a ejecutar el título de la película y en ese micro caos se alejan del thriller policiaco y se acercan más un intercambio de miradas y frases que van del amor al odio y que, en medio de la música que los mueve, de los impulsos que los agitan, de la búsqueda de dinero fácil, transformará la imagen que tienen de sí mismos y de sus compañeros.

La película es por momentos un ágil paisaje de la desolación de nuestras ciudades materializado en la planicie que los personajes de Iria Gómez Concheiro ven como futuro. Sin embargo, varias veces tira al drama urbano casi tradicional y sociológico y otras tantas a levantar la voz ante estas caídas sin final de muchos barrios de este país, más al estilo, insisto, de El odio que con una vocación de denuncia; más llegando a los terrenos de Los caifanes (México, 1967) -los apodos remiten a aquella ilustre aventura nocturna- que al desinterés por una juventud que otros tacharían de engorrosa, de lastre.

Si en el cine mexicano deben hacerse ejercicios para encontrar un estilo y para que cineastas e historias encuentren a su público, una cuba libre agridulce y con objetivo como lo es Asalto al cine es uno de ellos. Es la fotografía de un grupo de chicos que caen en picada pero que deciden pasársela bien aunque se la estén pasando mal. Ese quiebre produce transformaciones en ellos y eso es parte esencial de los personajes en el cine, que se transformen y cambien a la película con ellos.

Asalto al cine
(Mexico, 2011)
Dirige: Iria Gómez Concheiro
Actúan: Gabino Rodríguez, Juan Pablo de Santiago, Ángel Sosa, Dolores Heredia
Guión: Iria Gómez Concheiro, Juan Pablo Gómez
Fotografía: Alberto Anaya
Duración: 107 min.

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