Minari, crítica

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Minari
¿Cuánto vale el sueño americano?
Por Erick Estrada
Cinegarage

El verano entrega memorias. El invierno regala pesadillas incluso cuando se le recuerda. Las memorias se convierten en sueños. Las pesadillas son sólo parte de los sueños. Esa parece ser la conclusión visual de Minari, la nueva película de Lee Isaac Chung en la que a partir de memorias propias que nos regalan y devuelven los sonidos y los colores del verano cuestiona en buenas formas el sueño americano que la mayoría de las veces está muy cargado de pesadillas.

No es que, como en Las viñas de la ira (EUA, 1940), la familia migrante a la que vamos a conocer enfrente desventuras monumentales en un país que ataca al individuo tanto como a la masa que busca la cumbre de su sistema aunque sólo sea a través de la supervivencia. El asunto aquí es que con los colores, los matices, los encuadres y las texturas de la fotografía de Lachlan Milne muy pronto queda claro que el narrador de las aventuras de la familia Yi será el muy joven David (Alan S. Kim). Esa es la razón de la ensoñación naif de los colores a cuadro y de los plácidos sonidos del verano, de las pausas que se toma la película y de que incluso momentos de dureza anecdótica huelan a sueño aunque se vean como pesadilla.

La familia Yi abandonó el trabajo obrero. Jacob, el padre de familia (Steven Yeun), necesita sentir que progresa de su situación familiar anterior a la siguiente en la fundación definitiva de su propia familia. Guiados por él y a regañadientes la familia se muda a una casa rodante en Arkansas. Son los años 80 y la vida transcurre a un ritmo diferente no sólo en el mundo sino en las provincias norteamericanas.

El plan de Jacob empata en tiempos con el crecimiento de David, el hijo pequeño. Ambos tropiezan a la vez. Ambos florecen en sincronía. Matizando los carriles de las películas coming of age, dejando huecos en las anécdotas que se suceden ese primer verano en la casa con ruedas a la que eventualmente también se muda la abuela de David, azuzando las atmósferas de la memoria (se sabe que la película fue escrita por Lee Isaac Chung a partir de sus propios recuerdos), la lucha de Jacob y el crecimiento de su proyecto (una granja propia que surta de vegetales a la región a la que se mudan cada vez más migrantes coreanos) se narran en paralelo a las experiencias de vida de David.

Es la Arkansas más rural en un tiempo en que los Estados Unidos no destacaban en el mundo por su pensamiento libertario, años en que estaban inundados de fervor religioso, de racismo sistemático, de miedo al exterior. Pero Minari no aborda el problema desde la óptica del choque cultural (que lo hay). Se cobija en la mirada de David que padeciendo las consecuencias del sistema de vida rural simplemente las ignora por falta de malicia en bien de la atmósfera general de la película.

Con las diapositivas acomodadas para la evocación (se trata de una película que por momentos prefiere eso a la narración tradicional) los ensambles ocurren: es el reconocimiento que hace David de sus raíces coreanas; es la descripción de las formas y los fondos del migrante (o por lo menos de ese tipo de migrantes).

Pero es también la mirada al otro lado. ¿Cuánto cuesta el sueño americano? ¿Cuánto está dispuesto a sacrificar Jacob para lograr la meta del sistema de vida de los Estados Unidos? ¿Cuál es a final de cuentas el sueño americano? ¿El sueño es el florecimiento de una isla de minari en un riachuelo alejado de la vista de todo mundo? ¿O es lograr que esas memorias y esos símbolos (la isla de minari es el de los migrantes coreanos en Estados Unidos) queden plasmados en una película de sueños que cobijan pesadillas?
El muro contra el que se estrella el casi idílico verano de David que es el mismo con el que choca el proyecto de Jacob, su padre, los lleva directo a la oscuridad.

Sin embargo, incluso con las sombras de la tragedia que destapa hacia el final, la película logra recordar lo que buscaba en su memoria (gratitud) sin evadir la pregunta importante: ¿cuánto vale el sueño americano? ¿Qué es al final el sueño americano?

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a La madre del blues, otra de las películas nominadas a los premios Oscar 2021.

Minari
(EUA, 2020)
Dirige: Lee Isaac Chung
Actúan: Alan S. Kim, Yeri Han, Steven Yeun, Noel Cho
Guion: Lee Isaac Chung
Fotografía: Lachlan Milne
Duración: 115 minutos.

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