TIFF 2020: Never Gonna Snow Again, la crítica de Erick Estrada.

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TIFF 2020
Never Gonna Snow Again
El masajista radioactivo
Por Erick Estrada
Cinegarage

Pintar la desolación del mundo no siempre debe llevarnos al azote visual.

Never Gonna Snow Again es la historia de Zenia, un chico que nació 7 años exactos antes de la tragedia en Chernobyl y que ahora en sus años mozos se ha convertido en una especie de masajista radioactivo, capaz de hipnotizar para curar o de realizar toques mágicos en quienes se cruzan en su camino para recargar su energía.

Puesta así no sabemos si la película de Malgorzata Szumowska y Michael Englert (que también escribieron el guion) es la visión de un personaje trágico o representa ganas de comunicar algo de esperanza en un mundo que parece acostumbrarse tanto a las tragedias que ya las visualiza en la forma de un agradable y musculoso masajista.

Tras la presentación de Zenia el primer truco ha surtido efecto. Por un acto de asociación inexplicable que se parece más al pensamiento mágico podemos pensar que los “poderes” del masajista radioactivo son el efecto de su línea de tiempo, esa que lo une arbitraria pero innegablemente al desastre en Chernobyl. Ejecutado ese primer avance la película nos presenta al chico en una situación diferente.

Zenia ha emigrado a Polonia y para bien o para mal saca provecho de su don. Trabaja en un barrio acomodado, repulsivamente burgués en cada una de sus esquinas. Las calles, las casas, las demandas egoístas e irracionales de la gente que las habita, la arquitectura y los decorados interiores recuerdan de alguna forma a esos barrios Burtonianos que a su vez son una reinterpretación del Orange County más aburrido y centralista. Zenia va de casa en casa satisfaciendo las exigencias de sus clientes con una despreocupación que a veces hace verlo como un oportunista y otras como un ángel guardián que no permitirá que esta gente salga al mundo exterior. O incluso como un genio que provocará transformaciones para bien en las egoístas mentes con las que lidia todos los días. Es un misterio más parecido al que rodea a un sospechoso de ser asesino serial que al del espíritu redentor llegado desde los cielos.

Alejándose de una sola narrativa la película presenta viñetas, interacciones de Zenia con sus clientes y con sus clientas. A través de ellas Szumowska y Englert construyen la idea del personaje. Pero alrededor de él toma forma una figura extra que nos devuelve a la pregunta inicial de la película. En el montaje y sucesión de estas pequeñas anécdotas volvemos a preguntarnos si esta película es la visión de un personaje trágico o las ganas de comunicar algo de esperanza en un mundo que parece acostumbrarse tanto a las tragedias que ya las visualiza en la forma de un agradable y musculoso masajista.

Probablemente la película es ambas cosas. A estas alturas Zenia es tanto el Joven Manos de Tijera de Tim Burton -atacado por las mismas obsesiones de la decadente clase media de occidente- y también un personaje atrapado kafkianamente en absurdos cotidianos, un espíritu que nos pone frente al espejo de lo aspiracional.

Never Gonna Snow Again adquiere sin aviso pero sin prisa que la delate el nivel de una película que mucho más allá de su luminosa estética (luminosa pero decadente como sus personajes) retrata la incomodidad del migrante en una tierra que no es la suya, en una cultura que no es la suya, un migrante atrapado en la jaula de oro de sus rutinas. De hecho, una vez que Zenia se deposita en este barrio casi no volvemos a verlo fuera de él. ¿Es esto una señal política? Sin duda.

Y la película es mucho más. En uno de los capítulos de esta pesadilla burtonkafkiana Zenia avisa a una niña que Santa Claus no llegará este año hasta que caiga la primera nevada. La niña, madura en su desesperanza, le responde que ahí nunca volverá a nevar.

La ingenuidad premeditada de Zenia choca de nuevo con la decadencia del núcleo social que le da “cabida” y “cobijo”. Pero él no desiste y en la sucesión de situaciones posteriores (y en su montaje) Szumowska y Englert dan un nuevo giro a su película, uno que termina por desdoblarla y dejarla ver por completo.

Abierta a consideraciones y reinterpretaciones (inútiles pues estamos ante una película que como dijimos elude la narrativa directa y camina consciente y acertadamente a su parte emocional) Never Gonna Snow Again es también fiel admiradora del mejor Capra y de lo mejor de Capra. El espíritu de It’s a Wonderful Life (EUA, 1946) retumba en los planos finales de la película no como copia, sino como inspiración (quizá la última) en un mundo que se empuja al abismo, un mundo autor de sus propias tragedias.

¿Será que de verdad no volverá a nevar jamás? Capra tiene la respuesta.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Apples, película de Christos Nikou presentada en el TIFF 2020.

Never Gonna Snow Again
(Sniegu juz nigdy nie bedzie, Polonia-Alemania, 2020)
Dirigen: Malgorzata Szumowska, Michael Englert
Actúan: Alec Utgoff, Maja Ostaszewska, Agata Kulesza, Katarzyna Figura
Guion: Malgorzata Szumowska, Michael Englert
Fotografía: Michal Englert
Duración: 113 minutos.

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