Los miserables, crítica. Vean aquí la película.

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Crítica de Los miserables

Los miserables
La revolución en ciernes
Por Erick Estrada
Cinegarage

Los suburbios de París. Dos historias en paralelo nos dan los detalles del barrio. El policía nuevo que debe conocerlo y los adolescentes que deben padecerlo. Los miserables (dirigida por Ladj Ly) nos llevará al complejo tejido de migrantes, hijos de migrantes, pobreza y opresión que es donde se desarrollará la historia de historias que es su película, la de un barrio en que las mezclas de circunstancias maceradas por un sistema económico que desprotege a este tipo de vecindades han hecho muy complicada la supervivencia física y emocional.

La gran cualidad del guión de Ladj Ly es justo esa, presentar primero la estructura de organización del barrio (territorial y racial) para después mostrar los roces en las fronteras de esa organización interna, una muestra que por si fuera poco termina por matizar a los personajes. Aquí no hay héroes, no hay villanos y la cámara (a cargo de Julien Poupard), precisa y segura, los presenta sin escándalos y sin malabares visuales. El ojo de Ladj Ly conoce la realidad que retrata y en consecuencia entra a ella sin agitaciones, un tono que mantendrá incluso en su convulso clímax en el que evita en lo posible lo gráfico de una situación fuera de control.

Recordemos a El odio (Francia, 1995) en la que sus personajes, también pertenecientes a esos suburbios oprimidos y deprimidos por la estructura social, ven al lejano centro de París como un escape a la violencia desatada por la policía que acaba de matar a un chico del barrio desatando una ola de protestas muy similar a las reales que ocurrieron en el verano de 2005 en Clichy-sous-Bois y que, por supuesto, son referencia en Los miserables. Ésta, por su parte, nos muestra la incubación del deseo de escape que vimos en la película de Kassovitz y se convierte en una contrapropuesta en cuestión del punto de vista aunque el fondo sea trágicamente similar: la división social, la pérdida de esperanza, la sensación de que quien vive en esos barrios no puede escapar, la casi seguridad de que quienes viven ahí son animales encerrados por un sistema que no quiere verlos, un animal que puede despertar y devorar al intruso en cualquier momento.

Hay más aciertos en la película. La pregunta “¿qué bando tomar?” se escribe a sí misma cuando tras un accidente detonador de posibilidades aparece en la historia. Imposible responder. La película ha inoculado ya los ángulos, las perspectivas de cada bando y de cada personaje. Luego, con brillantes giros de inteligencia absoluta subraya que esta historia no se trata de héroes ni de villanos, sino de una presión contenida en este barrio, en estos barrios, en este sistema.

“¿Nos importa lo que ocurre ahí?” parecen preguntar los personajes de este barrio cuya escuela lleva por nombre Victor Hugo, autor de “Los Miserables” y sus revueltas, nombre profético de ese desenlace violento retratado casi con pulcritud pues de haber hecho más gráfica su narración se habría caído en el error de señalar a alguno de sus personajes. Al contrario de ello el clímax se retrató con neutralidad formal que resalta lo complejo del fondo y que comunica idealmente su propuesta: en este sistema y en estos barrios se gesta una ira, una furia que no podrá esconderse y que terminará por tomar (o recuperar) las calles; esa ira se concentra no en quienes controlan el endeble sistema con el que trabajan estos barrios sino en los jóvenes, que ven en él la reproducción de opresión y enfrentamiento que en un principio los obligan a vivir en esos suburbios, alejados de todo y de todos.

En ese clímax se concentran una forma y un fondo que caen sobre nosotros como plomo ardiendo. Primero: al mundo no le importan estas historias y como parte de la extraordinaria puesta en pantalla de Ly vemos todo a través de la mirilla de la puerta (esa mascarilla sobre el rostro de Issa, uno de nuestros protagonistas). Segundo: un empate de secuencias. La inicial con los chicos de estos barrios cantando la Marsellesa en una fiesta popular futbolera, con el agitado cierre de la película en el que una revuelta como la de 2005 pide el respeto de los ideales del himno francés, ideales de los que han sido despojados.

Todos son como animales encerrados y parece que todos, al mismo tiempo, comienzan a despertar.

Los miserables
(Les misérables, Francia, 2019)
Dirige: Ladj Ly
Actúan: Alexis Manenti, Damien Bonnard, Issa Perica, Al-Hassan Ly
Guión: Ladj Ly
Fotografía: Julien Poupard
Duración: 102 minutos.

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