Niebla de culpa, crítica

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Niebla de culpa
El ataque al personaje
Por Erick Estrada
Cinegarage

Yolanda (Alma Moreno) es una vieja nana es convocada a la casa de la niña que ayudó a educar y que hoy, 30 años después, se ha convertido en madre. Amanda (Marina de Tavira) quiere encargarle el cuidado de su hija mientras ella se va de viaje con su esposo. La lista de encargos y cuidados queda marcada para que Yolanda lleve a cabo todo. Pero ella no sabe leer. El desastre se asoma a la puerta quizá más rápido de lo que la propia película lo hubiese deseado.

Si bien en Niebla de culpa tenemos una nueva aproximación a la figura femenina al cuidado de una casa (aquí reducido al cuidado de una niña enferma) en la que todo le parece extraño y lejano, un poco prisión y un poco palacio; aunque este relato volte a Roma (México, 2018) y podría en un principio caminar al lado o de La Camarista (México, 2018) o El ombligo de Guie’dani (México, 2018), su director y guionista Francisco Laresgoiti no consigue elaborar un marco del cual sus personajes puedan sujetarse para entregar la que probablemente sea la reflexión más importante de su relato: la enorme desventaja en la que los analfabetas viven día a día. El problema detrás de ello es la obviedad.

En su discurso, despojándose a la menor provocación del interés hacia sus propios personajes, Laresgoiti maneja un muy inconsistente discurso visual, a veces cámara en mano, a veces steadycam en un taller de alfarería que no aportará nada al espíritu de la película; otras con retratos de paisajes fantasmales que parecen acomodados solamente para justificar el nombre de la película. Ante ello quienes más sufren son los propios personajes que se muestran en el montaje igualmente blandos de consistencia.

A pesar del intento de construcción del símbolo que detonará el conflicto final (esa vela que se apaga para llevarnos a la que quizá sea la única interrogante de la película: ¿qué pasará cuando Amanda se entere de la incompetencia de Yolanda?”), la película pierde tacto, falla en la construcción de sus tensiones y en el desarrollo de sus problemas y evidencia una superficialidad descuidada y a veces hasta arrogante. En consecuencia Yolanda pasa de ser una analfabeta funcional (¿cómo es que educó a Amanda durante 15 años si no?) a ser retratada como un ser humano tonto y desprovisto de sentido común (ese despavorido acercamiento a la superstición) por no hablar de la percepción de Amanda hacia ella (¿en 15 años jamás se dio cuenta que Yolanda no sabía leer?).

Con ello, la problemática que Niebla de culpa debería entregar a discusión resulta mal expuesta. El abandono y desinterés del macho (y su previsible desenlace), el analfabetismo en el país, la irresponsabilidad de una familia que acomodada en los sistemas esclavizantes hacia las trabajadoras del hogar simplemente ignora sus responsabilidades, el clasismo presente en las formas más “amables”, todo queda plasmado de una forma meramente anecdótica, sin posibilidad de reflexión, sin trasfondo. La película no cuenta con un lenguaje visual que sustente, impulse, provoque o proponga una reflexión alrededor de estos problemas. Por el contrario se pierde en un tono revuelto que regresa a la fantasmagórica aparición de una niña ante un Juan que, o la desaprovecha o la ignora pero que no suma ni resta a pesar de saber a exceso; que se embelesa en tomas aéreas de una fiesta popular que debería saber a infierno pero que resulta transparentemente circunstancial; y que repite el pecado ante un plano final que no dice, no aporta, no orienta pero tampoco desorienta.

Yolanda ha fracasado en su nueva encomienda pero ya sabíamos que eso iba a ocurrir. Lo que había permanecido oculto es que en el proceso iba a ser castigada y maltratada por un relato que la despoja de armas de supervivencia y que, en una búsqueda inconsistente de alimentar su figura, la desbarata y la humilla.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Roma, película dirigida por Alfonso Cuarón.

Niebla de culpa
(México, 2018)
Dirige: Francisco Laresgoiti
Actúan: Marina de Tavira, Alma Moreno, Ramón Álvarez, Rafael Sánchez Navarro
Guión: Francisco Laresgoiti
Fotografía: Carlos Guizar
Duración: 72 minutos.

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