La noche de las nerds, crítica. “El viaje a Oz”. Película de la semana

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La noche de las nerds
El viaje a Oz
Por Erick Estrada
Cinegarage

Habrá quien diga que La noche de las nerds -que en realidad lleva como nombre Booksmart– no es verosímil, que las escuelas de adolescentes (y los adolescentes) no son como lo que la película retrata. En efecto, no es verosímil. Booksmart es tan certera en su retrato de la realidad como lo fue El mago de Oz (EUA, 1939): una fantasía colorida y nostálgica llena de música y baile enfrentada a un mundo que apenas salía de una crisis financiera mayúscula mientras se dirigía irremediablemente a un conflicto bélico y político que lo redefiniría para siempre.

Sin ser tremendamente pobre al respecto Booksmart no cuenta con los despliegues visuales de Oz y probablemente tampoco con los alcances que aquella sigue logrando año con año. Olivia Wilde (directora) sin embargo no se ata las manos para, a través de un guión inteligentísimo, desmadroso, irreverente, desparpajado y al mismo tiempo prolijo en diálogos y con un balance increíblemente orgánico, plantear un viaje muy al estilo de aquél que consiguió Dorothy.

Todo comienza con Molly enfrentándose a su último día de clases en la preparatoria. Un audio de autoayuda le indica claramente la lucha larga, dura y de trabajo que la ha traído hasta este momento, aceptada por una universidad de prestigio como Yale y convertida en presidenta de su generación. Molly escucha todo con los ojos cerrados, concentrada. La cámara se acerca a ella mientras el audio termina y una vez que lo hace Molly abre los ojos frente a nosotros. ¿La veremos también abrir los ojos una vez que termine esta historia?

La mejor amiga de Molly es Amy (una bomba de ingenio Kaitlyn Dever y Beanie Feldstein) y tras celebrar su encuentro al final de la meta y recoger lo que ellas creen son las mejores medallas de este fin de ciclo, ambas se topan de la forma más cruel pero también más natural posible de que muy probablemente por ganar esas metas es que se han perdido buena parte de sus años como adolescentes.

No sin dudas sobre romper el sistema en el que se sienten tan tranquilas y en busca de demostrarse a sí mismas que están vivas emprenden desde ese momento un viaje a su propio mundo de Oz, la fiesta de fin de cursos más deseada de la preparatoria. Como en cualquier road movie que se precie (¿qué tan buena road movie es El mago de Oz?) aquí es el viaje (alrededor de Los Angeles) y no el destino lo que importa.

En este viaje el guión de Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel y Katie Silberman (sumar sus experiencias merece un texto extra) las enfrenta a sus propios hombres de paja, a su león cobarde, a su ser de hojalata a través de los cuales Amy y Molly comprenderán su propio valor en medio de toques de comedia que a veces nos llevan a la camaradería del Trainspotting (Reino Unido, 1996) de Danny Boyle y otras al humor gamberro y mordaz, inclemente y veloz de las comedias de David y Jerry Zucker (“we’ve done it a vagillion times!”), para después ajustar las tuercas y dar la vuelta a la camaradería que surge del imposible como en The Breakfast Club (EUA, 1985) o la que se refuerza en el imposible (esa fiesta en el bote,) como en Arma mortal (EUA, 1987). Comedia de acción + road movie. Vamos a toda velocidad.

Recordemos que a Dorothy no le va particularmente bien mientras la persigue la Bruja del Oeste y entremos al desmantelamiento de la personalidad social de Amy y Molly. Conforme recorren el camino a su Oz particular estas chicas se dan cuenta de la ilusión en la que vivieron los tres años anteriores y tienen que decidirse a dejar de ser quienes eran, a observar los matices del resto de la gente -profesores incluidos- de aceptar que nunca se sabe si los “vicios” de la adolescencia de otras personas se convertirán en una propuesta válida en el futuro, a no dejarse llevar por las primeras impresiones. En pocas palabras, a no pensar que el león es valiente por ser león o que la falta de corazón del hombre de hojalata lo hace más inteligente y, por supuesto eso las incluye a ellas mismas (el momento LCD Soundsystem es estremecedor y resalta incluso entre una banda sonora sencillamente alucinante). Comedia de acción + road movie + personajes matizados = estupenda comedia adolescente.

En El mago de Oz la apuesta era cantarle al mundo perdido, a la inocencia perdida de Dorothy, a los tiempos que escaparon y ella, Dorothy, no vuelve a su casa porque a quien esa casa recibe es a otra Dorothy. El mundo ha cambiado para siempre.

En Booksmart la apuesta no es retratar realistamente una preparatoria (¿lo hizo The Breakfast Club?) sino despegar de un mundo cruel y malvado en donde se nos dice hasta el cansancio que la única forma de avanzar es el trabajo, el sacrificio, la entrega del alma al sistema, para dibujar a su manera un mundo mejor acomodado, el de los caminos distintos, el de las variantes, el de todos y todas, el de la horizontalidad de méritos y no la jerarquización de logros. Booksmart es una lista de deseos para un mundo futuro mejor, para volver a casa después de vivir el oscuro tornado de nuestros tiempos.

El remate, contundente y relajado es la petición para que aceptemos que cada quien a su manera somos un booksmart (“sabiondo” sería una traducción válida) sólo que cada uno de nosotros es especialista en un libro diferente.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Alcanzando tu sueño (Teen Spirit) protagonizada por Elle Fanning.

La noche de las nerds
(Booksmart, EUA, 2019)
Dirige: Olivia Wilde
Actúan: Kaitlyn Dever, Beanie Feldstein, Jessica Williams, Jason Sudeikis
Guión: Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel, Katie Silberman
Fotografía: Jason McCormick
Duración: 102 minutos.

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