Amazing Grace.
Aretha
Por Erick Estrada
Berlinale 2019
Cinegarage
Cerca de 1972 Aretha Franklin decidió hacer lo que no había hecho nunca: volver a la música que cantaba de niña y dejar registro de ello. El evento quedó plasmado primero en el disco “Amazing Grace” con las interpretaciones en vivo de la cantante en la New Temple Missionary Baptist Church en Watts, el emblemático barrio de Los Angeles y por supuesto se trata de un repaso al gospel que nutrió la vida y la voz de la cantante en su infancia.
Era un acontecimiento tan especial que la disquera le encargó al director Sidney Pollack (que venía de hacer They Shoot Horses) que registrara la grabación del disco en vivo con público en la iglesia para concretar un documental. Sin embargo mientras el disco se publicó y logró vender millones de copias la película vio retrasada su concreción y nunca fue terminada. Pollack murió en 2008 y Franklin el verano pasado y ello puso al material en riesgo de perderse para siempre. Sin embargo el productor Allan Elliot (quien ahora presenta la película) le mostró el pietaje a la familia de Franklin quienes al ver el poder de Aretha registrado en la película -el sudor y las risas, el dolor y un momento histórico para la música plasmado tan directamente- cerraron un acuerdo con Elliot para terminar el documental y regalarlo al mundo.
Ahora lo tenemos frente a nosotros y podemos estar seguros que es precisamente eso, un regalo al mundo, un momento de fe en la música, de comunión de talentos que van de la propia Aretha (también productora del disco), pasa por el coro y los músicos, que atraviesa a Sidney Pollack (a quien podemos ver varias veces satisfecho con lo que ve y oye pero resolviendo problemas que siempre surgen en un en vivo) y aterrizan después en un expectante y boquiabierto Mick Jagger, quien observa atónito y desde las bancas de la iglesia rodeado del resto del público lo que Aretha hace con su voz en el segundo día de grabaciones.
Sin que podamos saber jamás lo que Pollack tenía en mente pero detectando la larga lista de dificultades que aparecieron antes y después del registro en película (suficientes para que Warner enlatara el proyecto hasta ahora), Elliot rescató el elemento principal de todo lo ocurrido en esos dos días de enero de 1972 para su montaje final: es el regreso de Aretha al gospel que cantó de niña en Detroit, pero es también una conjunción de esfuerzos todos dedicados por completo a la existencia misma de Aretha. Ella fue y debería ser el centro de todo.
En consecuencia, este concierto es un lujo, un banquete para los sentidos, el regreso de una voz que nunca se ha ido pero que a veces un mundo crudo olvida por ocuparse en cosas vagas o en voces menores. Amazing Grace se convierte tras una breve introducción del Reverendo James Cleveland en una lluvia de placeres a los que vemos formarse en la pantalla. Gracia pura y sorprendente. Aretha.
Y ahí está ella, Aretha, Franklin, sola y acompañada de todos y de nadie (esos segundos de ella dentro de ella que nos regalan las cámaras), a veces diva, a veces santa (hay que verla cantar en el altar, hay que escucharla levantar la voz junto al coro), sanadora (¿eso que vemos ahí es un exorcismo a través del arte?), amiga, Madre y a veces hija (conmovedoras las miradas entre Aretha y su padre). Hija del Reverendo, pero también del gospel, de la música, del soul, del pop, de un mundo sin dios en donde ella rige y manda mientras obedece y calla para que se escuche el coro.
Aretha. Sólo Aretha. Qué lujo poder acercarnos ahora con la vista a lo que ya habíamos escuchado con el alma: un momento de contacto con la eternidad.
Amazing Grace
(EUA, 2018)
Dirigen: Alan Elliot, Sidney Pollack
Con: Aretha Franklin, Reverendo James Cleveland, C. L. Franklin, Alexander Hamilton
Edición: Jeff Buchanan
Sonido: Steve Neal, Greg Ortiz, Serge Perron
Duración: 87 minutos.
