Belmonte, crítica

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Belmonte
El sufrimiento absurdo
Por Erick Estrada
Cinegarage

Hay un grave problema con Belmonte y no hablamos del personaje presentado a tientas por Federico Veiroj, un padre en crisis existencial que sabe que está en crisis existencial y que pretende que todo mundo se entere de que está en crisis existencial. Hablamos de la película en sí montada en el apodo, apellido, señal, marca, estigma de este hombre en derrumbe moral. Belmonte, el personaje, no quiere ser contado y en consecuencia la película se enfrenta constantemente a él (y por lo tanto a ella misma), para dar algo de sentido cinematográfico a los sufrimientos (prácticamente autoimpuestos) de su personaje insignia.

Siguiendo a ese hombre que quiere desaparecer (no sabemos por qué y no tendríamos que preguntárnoslo si en la película existiera algún discurso audiovisual que nos hiciera imaginarlo), la película se abandona en su contemplación, en seguir a este hombre que provoca desastres cotidianos para evidenciar el desastre en el que cree vivir… o en el que quiere vivir… o en el que cree que quiere vivir. Tomando eso como partida la película divaga enormidades. No sabemos a dónde va y, peor aún, no sabremos jamás si iba a algún lado. Ello, siendo honestos, no importaría si detrás de esa divagación existiese la comunicación de algún sentimiento, de desesperación o desesperanza (que es donde probablemente podrían moverse las pesadillas de Belmonte… si es que verdad las tiene), pero al carecer también de ello, el resultado es un hartazgo de nada, una saturación de sinsentidos en una película que presume de tenerlo. Imposible.

Agregar que el famoso Belmonte más que comunicar una crisis existencial plasma su carencia de peso y carácter (su vacío está mal estructurado y su fragilidad parece un pretexto antes que una causa de sus desgracias); que se convierte en el ejemplo perfecto de la auto flagelación sádico onanista; que ese sufrimiento es cada vez más obvio en su autoimposición (si, la cosa se pone peor cinematográficamente hablando) y que la narración es tan plana como el conflicto que Belmonte presume (porque lo presume y ahí es donde desconectamos con el mínimo sufrimiento posible en una personalidad tan egoísta y berrinchuda); agregar todo ello sería sinceramente un abuso.

La conclusión es sencilla. Belmonte no quiere ser narrado, quiere hundirse en el sufrimiento suicida en el que él mismo ha decidido entrar. Dejemos que lo haga e ignoremos la pantalla, sólo por esta vez.

CONOCE MÁS. Esta es lacrítica de Erick Estrada a la película paraguaya Las herederas, triunfadora en la Berlinale 2018.

Belmonte
(Uruguay-España-México, 2018)
Dirige: Federico Veiroj
Actúan: Gonzalo Delgado, Olivia Molinaro Eijo, Jeannette Sauskteliskis, Tomás Wahrmann
Guion: Federico Veiroj
Fotografía: Arauco Hernández Holz, Analia Pollio
Duración: 74 minutos.

 

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