Berlinale 2019. The Golden Glove, crítica

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The Golden Glove.
Los bajos fondos de la Guerra Fría
Por Erick Estrada
Berlinale 2019
Cinegarage

La sangre cae en nuestras conciencias antes que en la lente de la cámara y eso es ya sorprendente. Con una crudeza virulenta Fatih Akin vuelve a su Hamburgo de toda la vida para abordarlo desde las frustraciones del sistema: sin necesidad alguna de hacerlo excepto echar una mirada a los bajos fondos de la Guerra Fría (estamos en 1974) seguiremos paso a paso a Fritz Honka (lo que veremos ocurrió en realidad), un descastado, un hombre oprimido por la voracidad del mundo alrededor, alguien a quien siempre se le ha orillado y quien se ha dejado orillar pues ese mundo de esa Guerra Fría en esa ciudad lo han despojado de armas para defenderse. Sin necesidad de hacerlo seguiremos a alguien en esa circunstancia emocional que ha derivado en un brutal feminicida en serie.

Conocido como “El destripador de Sankt Pauli” (el barrio rojo de Hamburgo), Honka se hizo famoso por asesinar mujeres, prostitutas, prospectos de parejas (por una hora, una noche o un mes) y apilar los cuerpos mutilados en el ático del edificio donde vivió. Fatih Akin recoge la anécdota y recrea uno de esos brutales asesinatos para introducirnos a su película. Sin necesidad de hacerlo seguiremos a Honka porque lo que le interesa a Akin en esta descarnada recreación de sus asesinatos es describir al mundo que es capaz de generar a estos monstruos a través de plasmar monstruosamente lo roto de la existencia de uno de estos engendros.

Por eso lo que parece un regodeo miserabilista en la violencia y en lo gráfico de los asesinatos de Honka puede ser también una necesidad de gritar, finalmente, que se nos ha adiestrado desde hace más de lo que creemos a vivir en un sistema venenoso, opresivo, que premia en la inmediatez y deja vacías las almas de quienes lo aceptan. Quienes no (o quienes simplemente no lo entienden) entran a una máquina demoledora, incomprensible, laberíntica y suelen reaccionar de la peor manera.

No se trata aquí de justificar los asesinatos brutales y sexistas de Honka. El asunto es entender o interpretar la malicia con que Akin los acomoda en la pantalla. No se trata de un intento de estetizar el acto de la violencia o, peor aún, de dotarlo de espiritualidad humana o cósmica, como sí lo intenta y sin éxito un ya muy perdido Lars von Trier en La casa de Jack (Dinamarca-Alemania-Francia-Suecia-Bélgica, 2018). Tampoco vamos a romantizar e idealizar la imagen del feminicida como hicieron los medios con Ted Bundy, de quien se aproxima una biopic a cargo de Joe Berlinger director ya de una serie documental sobre el asesino y que en ambos proyectos lo aborda  como objeto de estudio. Fatih Akin (que no es ni Von Trier ni Berlinger) quiere mostrar lo perdido del ratón en un laberinto sin interpretar lo que el ratón piensa ni hablar de lo complejo del laberinto. Quiere mostrar que ese laberinto es producto de un sistema que propició y facilitó que ese feminicida floreciera y actuara casi sin represalias.

Y ese sistema no es humano, no es cálido, no muestra compasión ni busca otro bienestar que no sea el suyo. Por ello el repaso al asesino sin glamour alguno y con un humor casi profano.

Patetismo y tensión sociópata en una narración que aparentemente enredada en ciclos que no se rompen nunca (parte del morbo de ver a un asesino en serie dramatizado es que lo que está haciendo ahora lo hará de nuevo dentro de muy poco) traza con una certeza abrumadora e inteligencia cobijada en el lado fantasma de la película un final que es arrebatador, emocionante y demoledor al mismo tiempo y que evita (Akin ordena a su Honka romper la cuarta pared) cualquier aproximación a las soluciones de Hollywood a este tipo de entregas.

Así, con la violencia vengativa de un hombre obligado a vivir en las sombras y con el humor de un cráneo de ternera que se carcajea frente a nosotros, sin tocarse el corazón pero activando las neuronas (¡ese final!) Fatih Akin explora desde la Guerra Fría el ascenso de un sistema opresor, caníbal, eterno y oscuro, como el feminicida que engendra, despreciable, inexcusable insalvable por lo inhumano de sus actos pero también porque el sistema (que es en el que vivimos) no suele recoger la mierda que sueltan sus perros: en una figura inquietante de ello es Honka quien se obliga a esconder lo que queda de sus víctimas como el sistema lo esconde a él, él limpia los despojos mientras el sistema es incapaz de limpiarlo a él.

No extraña nada que a la película la rechazara buena parte de la prensa alemana en la Berlinale.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Öndög, película llegada de Mongolia y presentada en la Berlinale 2019.

The Golden Glove
(Der Goldene Handschuh, Alemania-Francia, 2019)
Dirige: Fatih Akin
Actúan: Jonas Dassler, Margarete Tiesel, Katja Studt, Marc Hosemann
Guion: Fatih Akin
Fotografía: Rainer Klausmann
Duración: 115 minutos.

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