El infiltrado del KKKlan, crítica. Película de la semana.

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Crítica de El infiltrado del KKKlan.

El infiltrado del KKKlan
El mensaje de paz en tiempos de guerra
Por Erick Estrada
CIFF 2018
Cinegarage

Todo el poder a toda la gente es probablemente el mejor grito de guerra que El infiltrado del KKKlan nos hereda pues en ella, en la película, en SU película, Spike Lee busca precisamente lo que Estados Unidos ahora obvia e incluso desprecia: un discurso de reencuentro.

La película surge de un absurdo total multiplicado al momento de convertirlo en película (el terreno favorito de la ficción, incluso el de la ficción más disparatada): a finales de la década de los 70 el primer agente afroamericano de Colorado Springs consigue infiltrarse en la organización (es un decir) del Ku Klux Klan local. ¿Cómo es eso posible?

Tenemos que sacar las posibilidades del documental de esta propuesta. Es decir, este caso (que es real y es justo por lo que se multiplica el absurdo en el que está sumergido) no puede ni tiene que ver nada con el ejercicio realizado por Matthew Ornstein y Daryl D. Davis en Accidental Courtesy (EUA, 2016) y quien, quizá por errores de cálculo, si está desprovisto de un discurso de vanguardia como el que presenta Lee: el del reencuentro.

El infiltrado del KKKlan juega mejor con las chispas que surgen de lo improbable de su desarrollo y desde ahí muestra y demuestra no sólo lo ridículo de posturas como las del Klan, sino que elabora (probablemente consciente de ello) la plataforma que hace de ese reencuentro su mensaje central: el agente afroamericano será la voz en el teléfono, el diseñador principal de la infiltración en el Klan (estupendo John David Washington y su imbatible y gigantesco afro, en sí mismo una declaración de principios); pero para completar la faena quien dará la cara a los miembros del Klan y quien complete la otra mitad de la investigación será su compañero (flemático y divertido Adam Driver), un judío que deja en evidencia la lógica racista al ser aceptado como un ario puro merecedor de pertenecer a la organización.

Ya en esa plataforma Lee cuenta con los elementos suficientes para lanzar su discurso, profundo en lo político, poderoso en lo social, contemporáneo y oportuno a más no poder: para pelear y combatir a la derecha radical, la racista y violenta, es necesario unir lo que ellos han buscado separar, a todos nosotros, judíos, afros, latinos, mujeres y hombres. Para redondear la hazaña, Lee acomoda en el discurso de esta célula del Klan las frases y las ideas promovidas en la campaña Trump no sólo para lanzarle a la cara la acusación (necesaria y real) de ser responsable del regreso a la luz de actitudes y acciones del racismo americano, sino también para demostrar que ese racismo está tan metido en el adn social de Estados Unidos y que se requiere un trabajo mayor de inteligencia y resistencia, un cambio de pensamiento.

La secuencia en la que los miembros (y las miembras) del Klan proyectan y vitorean El nacimiento de una nación (EUA, 1915) de D. W. Griffith es quizá el momento crucial del discurso político de Lee en medio de una comedia dura, muy negra, muy ácida, casi corrosiva tanto para la derecha radical (ultra cristiana y retrógrada) como para la pasividad ante su reaparición en la luz pública. Es ahí donde desde la década de los 70 Lee nos lanza al pasado para mostrar las raíces que quisieron institucionalizar al racismo para después hacernos pensar en el renacimiento actual de ese racismo desde una de las instituciones sagradas para Estados Unidos: la presidencia del país.

El mensaje se ha consolidado. Por un lado el héroe de la película es una absurda mezcla de colores que nutren a la comedia y por el otro ese héroe simboliza una de las salidas de este conflicto: un agente afro que habla como “blanco” encarnado en un agente judío que se ve como ario y que logran infiltrarse en la subnormal organización con declaraciones vacías. Por el otro, la envoltura histórica (recordemos aquí que se trata de un caso real) que nos hace ver que el racismo repta a lo largo y ancho de la historia de Estados Unidos y que llega hasta el presente.

Por si eso no fuera suficiente, la película (que cuenta con los sellos formales del mejor Spike Lee que ustedes puedan recordar) entrega dos latigazos finales que robustecen todavía más una propuesta que más allá de lo oportuno, hacia su final se convierte en vanguardista.

Primero el discurso de reencuentro. Para iniciar su investigación nuestro misterioso agente también se acerca a organizaciones afroamericanas que la policía considera radicales pero que en la circunstancia de la película le ayudan a Lee a describir el otro lado de la moneda: el ciudadano afroamericano ha vivido en resistencia y radicalizar en lo posible sus posturas no es sino un acto más para evidenciar su problemática y aquí cabe desde la brutalidad policiaca hacia ciudadanos nos blancos y mayoritariamente afro hasta los linchamientos y los ataques del Klan a organizaciones que protegen y procuran la conservación de derechos civiles para todos.

Después está el juego del tiempo. Estirando la línea de la lógica racista, en El infiltrado del KKKlan Lee es capaz de ilustrar su tránsito desde la entrada de Estados Unidos a la era moderna (el final de su Guerra Civil) hasta nuestros días y por ello es necesaria la aparición de escenas reales de actos racistas violentos en el Estados Unidos del siglo XXI. Un golpe de la otra realidad.

¿Cómo responde a eso Spike Lee? No con alegatos, no enfrentando al Poder Negro contra el Poder Blanco. Cuenta lo que nadie imaginaba: que con justificaciones legales (que seguro escondían intereses de la derecha radical) se buscó que lo ocurrido (y narrado en la cinta) quedara en el olvido.

Lee recoge la historia registrada en el libro del verdadero Ron Stallworth y la lleva al medio que nos puede hacer creer todo tipo de improbabilidades para hacer de esas improbabilidades fondo y forma (la bandera americana está de cabeza), mensaje combativo en la paz señalando el error de la confrontación, en llamado al diálogo al colocar la historia de nuevo en la mesa. Hablar de ello es lo mejor que puede pasar en este momento y Lee lo sabe e inicia la conversación para después dejarnos la herencia transformada, el grito de guerra convertido en invitación al cambio: todo el poder a toda la gente.

CONOCE MÁS. Después de leer la crítica de El infiltrado del KKKlan aquí pueden escuchar el episodio en el que se presentan las mejores películas de 2018 para Cinegarage. En la lista aparece El infiltrado del KKKlan.

El infiltrado del KKKlan
(BlacKkKlansman, EUA, 2018)
Dirige: Spike Lee
Actúan: Adam Driver, Topher Grace, Laura Harrier, John David Washington
Guión: David Rabinowitz, Ron Stallworth, Charlie Wachtel, Kevin Willmott
Fotografía: Chayse Irvin
Duración: 128 minutos.

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