Viudas, crítica. Película de la semana.

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Viudas.

Las nuevas femme fatales

Por Erick Estrada

Cinegarage

Volviendo a la ciudad Steve McQueen se viste de thriller, un thriller de peste a sangre empantanada gracias a los múltiples ajustes de cuentas en un Chicago que parece una mezcla del pasado pandilleril y de metralletas con el de las mafias del siglo XXI, desprovistas de códigos y de ética criminal, más “serenos” en el ataque pero más violentos en las consecuencias.

En ese mundo extraño McQueen va y viene con algunos elusivos flashbacks para armar una historia de poderes secretos pero contundentes y tejer con trazos violentos y fugaces una historia de compases extraordinarios. Esos flashbacks terminan por presentar a un grupo de mujeres que extrañas en este universo hiperviolento de machos que se retan apenas se ven a la cara, de ejecuciones tan realistas como las de ese Guasón de carne y hueso que también en Chicago nos regalaron Christopher Nolan y Heath Ledger, deben decidir entre quedarse donde están, oprimidas por los falos de las pistolas interminables de los enemigos de sus no poco despreciables parejas, o tomar las decisiones correctas no por ambición, no por demostrar su valor, sino por el simple hecho de querer seguir adelante.

Una vieja deuda delincuencial de la cual un poderoso mafioso pide cuentas a la viuda de su deudor es el detonante en Widows, primero, de la historia que desenvuelve McQueen con un tono que no estamos acostumbrados a seguirle, el del thriller de acción violento e impulsivo, que acomoda traspiés a sus personajes a diestra y siniestra para ponerlos a prueba, una prueba que en este caso es extrema. La mujer en cuestión primero decide reunir a las viudas de los cómplices de su marido muerto para contraatacar las amenazas de un mafioso que cree que las puede todas (¿será porque se “enfrenta” a mujeres?), y después, con la planeación y ejecución de ese plan, dejar en la lona la ahora tímida, débil y complaciente propuesta de Ocean’s 8 (EUA, 2018) de Gary Ross.

Así, jugando también con los mejores vicios del thriller callejero de los años setenta (ejecuciones en primer plano, persecuciones de alto octanaje, cruzas de la mafia con la política y las cúpulas empresariales, calles azuladas que parecen malditas, engaños y traiciones a la vuelta de la esquina) McQueen consigue primero momentos de verdadero ingenio tanto visual como dramático: tenemos la negociación entre empresario y mafioso en un encuadre que coloca en su mesa de discusión a la ciudad entera; está también ese delicioso pero inquietante paseo por Chicago, con una cámara inusual -y por lo tanto imaginativa- que además nos subraya nuestro papel, el de escuchas de esta historia, como el chofer que conduce dejando que todas estas palabras se le escurran de los oídos, un plano secuencia más auditivo que visual y de efectos desconcertantes.

Sin embargo, en segundo lugar y dejando clara la potencia de su discurso violento y ácido, McQueen también deja claro que son sus mujeres quienes, dicho por ellas mismas, deben ejecutar el plan primero por supervivencia y después, simplemente, porque “nadie cree que tengan los huevos para hacerlo”. Cuestión de pelea de géneros, pero también de la reivindicación de las propias armas femeninas cuando el honor del hombre ha demostrado ser inexistente: son las viudas las que deben pagar las deudas de la pareja fallecida.

Las mujeres en Widows, las viudas de McQueen no dudan un instante en usar las armas de su género primero para someter al macho predecible incapaz de controlar sus impulsos, para después exprimir todo lo necesario de ellos y concretar su plan de escape. De esta forma, estas viudas se olvidan muy pronto de la figura de la viuda negra y elaboran el molde de una nueva femme fatale en el thriller a la McQueen: sin concesiones, sin palpitaciones condescendientes, sin artificios extra a la forma de encuadrar a sus personajes, sobrepasados primero por la viuda mayor, la femme fatale cerebral en el cuerpo de una Viola Davis de hierro y después por un Daniel Kaluuya, criminal igualmente cerebral, de altos vuelos y que ametralla maldad con los close ups que McQueen le regala.

Con ingredientes que ahora saben novedosos para los estándares del thriller contemporáneo Steve McQueen consigue en Widows hacer de la acción sólo un ingrediente más de este regalo pues debajo repta un drama que va de lo personal a lo criminal, de lo racial a lo social (la historia detrás de la historia le da a la película un sello McQueen más identificable), pues no olvidemos que los políticos y sus sucios juegos son también parte de la anécdota.

La consumación de la venganza, la serpiente que busca morderse la cola, la última traición son sólo la cereza de este pastel tóxico de tensiones y miradas, de asesinatos y escapatorias, de nuevas mujeres fatales que como en el mejor thriller tradicional, buscan el desconcierto y se hallan, siempre, en momentos surrealistas.

Doloroso, poderoso, a veces algo dispar pero no por ello carente de pulso, completamente desprovisto de ternura (no es para nada una película para estómagos blandos), McQueen se acerca a la ciudad para ejercitar un músculo que le desconocíamos y que, por cierto, parece tenía en envidiable estado latente.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a 12 años esclavo, dirigida por Steve McQueen.

Viudas
(Widows, Reino Unidos-EUA, 2018)
Dirige: Steve McQueen
Actúan: Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki, Liam Neeson
Guión: Gillian Flynn, Steve McQueen
Fotografía: Sean Bobbitt
Duración: 128 minutos.

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