Han Solo: Una historia de Star Wars, crítica.

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Crítica de Han Solo: Una historia de Star Wars.

Han Solo: Una historia de Star Wars
El vaquero galáctico
Por Erick Estrada
Cinegarage

Nadie va a negarlo y de hecho ha ocurrido lo contrario. Desde las oficinas de Lucasfilm se ha dicho desde el primer instante que esta película estaría tratada (y ahora vemos, también retratada) como un western, uno de los géneros más nobles y maleables del cine.

La promesa ha sido cumplida y ello hace de Han Solo: Una historia de Star Wars la historia más independiente de toda la saga lo que a su vez le da a este esfuerzo -escrito por Lawrence Kasdan y terminado por Ron Howard en la dirección- una enorme desventaja y una gigantesca ventaja.

La desventaja es, lo diremos con todas sus letras, el recalcitrante conservadurismo de los fans más cerrados de la saga. Serán ellos, que se quejaron del cambio de rumbo planteado e iniciado en Los últimos Jedi (EUA, 2017), los que a pesar de reconocer todos los elementos Star Wars presentes en la historia, sentirán que algo falla, que algo se queda. De nuevo, para bien y para mal eso es cierto y ese es precisamente el paso a las ventajas de la película.

Desprovista por sus propias razones cronológicas de elementos como los sables de luz, el uso de la fuerza, la batalla real contra el Imperio, las princesas, los elegidos y la aventura artúrica, Lawrence Kasdan no sólo encontró la oportunidad de escribir una película apéndice -en el mejor sentido de la palabra-, la historia de un vaquero galáctico (tienen que revisar el apego de Kasdan al western de fines del siglo XX) que busca el tesoro escondido no en la Sierra Madre, pero sí en una mina y que se sabe fuera de la ley, descastado y desprovisto de ayuda de no ser por la que le brinda el apoyo condicionado (todos quieren su tajada del tesoro) de un grupo de outsiders no mucho más astutos que él.

Conociendo el destino del personaje en cuestión, Han Solo, esta descripción de la aventura que lo sacó de la miseria en la que vivía (una miseria muy cercana al 1984 de Michael Radford) para enviarlo al hiperespacio en el que lo conocimos, se transforma en una carta post mortem que nos dibuja las cualidades, y los defectos que se convirtieron en otras cualidades, del personaje admirado por tanta gente, un dulce de dos horas que suaviza la catástrofe en la que se ve envuelto Han al final del Episodio VII.

Sin embargo, lo mejor de la película aparece cuando uno no conoce el destino de este vaquero sin nombre (hola Sergio Leone, bienvenido Han Solo). Es ahí donde aparece una película de aventuras moderna pero con look clásico (muy divertida la primera persecución envuelta en tonos azules y metálicos), entretenida y propositiva en sus saltos del western más de molde -el close up del pistolero que desabrocha el seguro de la funda de su arma- a la película de piratas más rabiosa -esa pelea contra los tentáculos de una monstruosa aparición- y que le da las cicatrices al Halcón Milenario, este navío del hiperespacio, para forjar la figura que le hemos conocido siempre. Es también ahí en donde las traiciones, las alianzas, las complicidades, se suceden para ser envueltas además en un humor audaz y secuencias de acción tan cercanas al cine clásico de aventuras que por momentos más que sentir que uno regresa a esa primera experiencia ante el Episodio IV, pareciera que vemos un capítulo monumental del Flash Gordon más cínico y desenvuelto.

Es decir, vista como un acercamiento al cine de aventuras clásico, de receta (que no de fórmula), Han Solo podría significar la puerta de entrada de muchos fans de la saga, nuevos y viejos, a las películas de Sergio Leone, Clint Eastwood e idealmente John Ford, algo que debe aplaudirse a cualquier película sea del género que sea. Al mantener el enfoque, la película de Howard es también la que parece pertenecer menos al universo Star Wars, la que seguramente tendrá peor ranking  en el acomodo de los fans, la que incluso será acusada de traicionar la cuna de la que nace. Ese es de nuevo su “pecado” pero es ello lo que da espacio a una narración divertida y serena a la vez, tan correctamente escrita que se da el lujo de carecer de todos los artilugios del cine super heroico contemporáneo para acomodar en su lugar la historia de un hombre orillado a vivir fuera de la ley, pero que no cesa en su lucha de demostrarse a sí mismo que puede ser todo lo que han dicho que es imposible que sea.

Por esa razón, extra a sus múltiples cualidades llegadas directamente de sus fuentes de inspiración, resulta perfecta la inclusión de su epílogo, desenlodado, desenfadado, lleno de humor, desprovisto de amores pero cargado de traiciones y en el que la figura de Han Solo y su compañero inseparable Chewbacca queda esculpida finalmente, ya sea para volver corriendo a los Episodios IV al VII o para lamentar todavía más la suerte con la que corrió este chico común y corriente que salió de un agujero en el suelo para convertirse en una especie de Robin Hood, vaquero intergaláctico, indispensable en el destino de otras cuatro películas (es de subrayar la noble insistencia de esta película en la apreciación del trabajo en equipo).

Han Solo: Una historia de Star Wars parece no querer ser más que eso, que es más que suficiente para un cine de entretenimiento atascado en manías repetitivas. Mejor, siempre mejor la reinterpretación de un western que un amasijo de ingredientes que no saben de dónde vienen y en consecuencia ignoran a dónde van.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Rogue One: Una historia de Star Wars.

Solo: Una historia de Star Wars
(Solo: A Star Wars Story)
Dirige: Ron Howard
Actúan: Emilia Clarke, Alden Ehrenreich, Thandie Newton, Woody Harrelson
Guión: Jon Kasdan, Lawrence Kasdan
Fotografía: Bradford Young
Duración: 135 min.

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