Contratiempo, crítica

0

Contratiempo
Del enredo al giro al enredo
Por Erick Estrada
Cinegarage

Curarse en salud. La nueva apuesta de Oriol Paulo, a quien conocimos gracias a la irregular El cuerpo (España, 2012), es una especie de thriller famélico que al darse cuenta que está mal alimentado (en los huesos podríamos decir) busca desesperadamente curarse en salud.

El guión es estilo bola de nieve y además justifica su propio nombre: de lo pequeño e insignificante -si se construye bien esa bola que rueda y aumenta de tamaño de manera exponencial pero siempre pegada al suelo– iremos a un clímax que puede llegar a ser extravagante e, idealmente, sorpresivo. En él veremos efectivamente cómo un asunto sin relativa importancia como una noche con el o la amante mientras el esposo o la esposa creen que se está a mitad de un viaje, se convertirá en una pesadilla con, por lo menos, un par de muertos en el camino.

Nada grave hasta ahí, excepto claro, que a Paulo, autor también del guión, le resultó mucho más sencillo dar giros premeditados y maquillarlos con nieve de sorpresa antes hacer consecuentes los actos de sus dos personajes centrales que, si analizamos no muy profundamente, siempre saben lo que ocurre (la verdadera verdad, podríamos decir) y parecen actuar (sí, parece que los personajes actúan) para engañarnos durante una hora y cuarenta minutos, no para engañarse entre ellos.

¿A qué se deben si no todas las justificaciones que en ese supuesto duelo entre Ana Wagener y Mario Casas se sueltan para desviar una y otra vez nuestra atención hacia el final, duelo en el que ambos se frenan ante la falta de lógica diciendo incluso “quiere usted que crea semejante exageración”? Curarse en salud.

Que si el muerto no estaba muerto, que si el viaje no fue un viaje, que si alguien vio la placa o no, que si él o ella se dio o no se dieron cuenta. Antes que dejar rodar su historia para sumarle a su thriller algo de sustancia (viene a la memoria el enorme ejercicio de guión y puesta en escena de Perdida de David Fincher… Pero es eso, sólo viene a la memoria) Paulo parece acomodar en círculo una enorme lista de probabilidades de desarrollo de un guión para, en lugar de decidirse por una y enfilar el ataque, hacer girar una botella al centro, nombrarlas a todas pero decidirse para terminar por aquella señalada cuando la inercia de la botella se agote.

Y es que además parece que la cinta se mueve y repta con pesadez más por inercia que por curiosidad, a veces para señalar con un sigilo casi cómplice a los “problemas de ricos” que se solucionan torciendo la ley (la ley sí, pero el guión por favor no) y otras para delatar de nuevo su hambre de dirección, de secuencia, de consecuencia, hambre que se agiganta por un verbo excesivo en los personajes: con tantas opciones, con una tuerca que se siente barrida antes que con posibilidades de un giro inesperado la película se platica entre los personajes antes que desarrollarse visualmente (de nuevo, piensen en la destreza de Perdida).

Así, disparando a la oscuridad, desperdiciando oportunidades y agigantando desvaríos (ese desenlace anunciado en miradas de complicidad entre los cómplices, así de obvios son los pasillos de la película), la película delata sus ganas de engañarnos (repito, lo personajes actúan para hacer de un cortometraje un largo que no puede soportarse a sí mismo) para simular un giro de tuerca aunque nosotros sabemos ya que quieren engañarnos.

Siempre, siempre se agradece que una película consiga la tomada de pelo, que nos venda una improbabilidad, pero no que deje ver con acoso que lo hará, especialmente si después evidencia que avanzó casi nada respecto de su planteamiento.

 

Contratiempo
(España, 2016)
Dirige: Oriol Paulo
Actúan: Mario Casas, Ana Wagener, José Coronado, Bárbara Lennie
Guión: Oriol Paulo
Fotografía: Xavi Giménez
Duración: 106 min.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *