Logan, crítica

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Logan
Los fantasmas del inmortal
Por Erick Estrada
Cinegarage

Los tigres están extintos. Estamos en 2029.

Jugando con el último capítulo como Wolverine de parte de Hugh Jackman, James Mangold (autor también de la historia que aquí nos cuentan), podría darnos elementos para ver a ésta, la décima película en la larga serie de los X-Men, como un testamento fílmico y emocional para la gigantesca lista de películas de super héroes (mayoritariamente mediocres a excepción, justamente, de los X-Men) que anuncian su muerte desde hace algunos años, o por lo menos de esta primera e interminable ola, que ha alcanzado algunas veces niveles de calidad de envidia y otras, de ridículo indescriptible.

De haberlo hecho, la película cumpliría su papel con un decoro admirable y con secuencias que además de devolverle el cine al público adulto (la propuesta es explícita, no tiene miramientos –sólo algunas obviedades- y mucho menos se toca el corazón) habrían calado en la imaginación de su audiencia natural mucho más que otras que se han alimentado del cine de super héroes sin aportar nada ni a él ni al cine de acción.

Y sin embargo, Logan no es eso.

De haber buscado entregarle a los fans de Jackman/Wolverine una película de acción de estilo viejo, con cargas y complejidades morales reales, al estilo Shane (EUA, 1953) -el western de George Stevens multicitado en Logan con oportunidad y timing– con algunas rebanadas de road movie y cine apocalíptico (Charles Xavier es de hecho un apocalipsis de y en sí mismo), la película podría ser nombrada desde ahora como un nuevo clásico del sub género. Logan tiene tanto de Shane como de El luchador (EUA-Francia, 2008) y su amor casi enfermizo por la decadencia (se sabe que Jackman usó a El luchador como inspiración para maquilar esta propuesta), pero desde su historia (“sabemos ahora que los mutantes no formaban parte del plan de dios”… “hace 25 años que no nace un mutante”) se acerca también a la misión suicida pero noble descrita ya por Alfonso Cuarón en Los niños del hombre (EUA-Reino Unido-Japón) en la que un mundo del futuro cercano busca a su último salvador para llevarlo a un refugio lejano, una especie de paraíso disfrazado en donde todo puede comenzar de nuevo.

Y sin embargo, Logan no es eso.

De haber querido regalar a fans del cine de super héroes y de quienes no lo son una reflexión que cerrara con destreza las hechas ya alrededor de los X-Men por directores como Bryan Singer (en donde las minorías se han visto reflejadas) a través de los dilemas morales de Wolverine (quien aquí se ve a sí mismo como un asesino violento), con un personaje que es forzado a pelear con sus propios fantasmas, que se ve como un monstruo a pesar de ser probablemente el más humano entre todos los mutantes, esta película podría sujetarse del turbulento pasado de Logan reflejado ahora en un cuerpo envejecido, igualmente decadente, roto y desfigurado, forzado además a esa misión en busca del paraíso perdido.

Y sin embargo, Logan no es eso.

Logan no es eso porque a pesar de sus fallos y de sus maniobras para mantenerse en pie en sus momentos más débiles (los fantasmas de Logan no desarrollan lo suficiente como para tomarlos como centro gravitacional de la historia, ese video denuncia tan pro en el teléfono de una enfermera angustiada), la cinta de Mangold es un inteligente e inspirado regreso al cine de acción de los setenta, nutrido de road movie y humor de mala cara que si bien no profundiza como se debiera en sus personajes -como sí lo hace Shane-, tampoco olvida que efectivamente no es la última película de super héroes que tendremos (desafortunadamente) y que debe correr bien sus últimos cien metros antes de entregar una estafeta aquí tejida con frases de western y secuencias de acción cercanas al gore más violento. Estafeta de lujo habría entonces que decir. O sea, Logan no es una sino todas las anteriores.

Para bien y para mal Logan es todo lo que se le nota. Es una gran cinta de acción, dura pero penetrable, rígida pero antisolemne, violenta pero sabedora de ello (no por nada ese enigmático personaje infantil interpretado por Dafne Keen es tan creíble como magnético y encantador). Es un estupendo vehículo de entretenimiento adulto en el que si bien hay secuencias enteras que parecieran remitirnos a lo peor del humor absurdo de La Familia Munster (esa larga pelea en el bosque llena de gruñidos que rozan el humor involuntario), es también tremendamente divertida y disfrutable.

Es, sí, el testamento super heroico de Hugh Jackman y es él quien debe sentirse bien por ello. Nosotros, desafortunadamente, como se sigue en busca de más audiencia, de entretenimiento aún más ligero, de respuestas rápidas y claras, seguiremos padeciendo otras tantas películas de super héroes en las que la clasificación adulta resultará una amenaza aunque a los adultos nos resulte una bendición.

Logan
(EUA, 2017)
Dirige: James Mangold
Actúan: Hugh Jackman, Boyd Holbrook, Doris Morgado, Patrick Stewart
Guión: David James Kelly, Michael Green
Fotografía: John Mathieson
Duración: 137 min.

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