Los Hamsters, crítica

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Los Hámsters
El ser nacional
Por Erick Estrada
Cinegarage

En Los Hámsters, de Gil González, vemos la extraña relación en un lapso de 24 horas en la vida de una familia de Tijuana con una frescura que no depende ni de sorpresas demasiado luminosas ni de un sentido del humor ruidoso.

Muy al contrario, es quizá la discreción de la película lo que hace que el tono se acomode solo antes de cerrar la primera cuarta parte de la narración. Ese arranque en la incómoda y casi forzada vida compartida de esta familia llega a ser fantasmal y roza los tiempos de Familia tortuga (México, 2006) demasiado familiarmente pero no tanto como para considerarla oportunista.

Los Hámsters es, por el contrario, un gran experimento con los personajes, a los que se les deja libres en esa casi jaula que es su casa y que, en consecuencia, se transforma en un aparador de ellos, de la familia mexicana y por extensión, de todos nosotros.

En esa familia nuclear más que mentir la información entre los miembros se oculta y se distorsiona simplemente para evadir los problemas primero de la cotidianidad nacional y, después, de un ser mexicano tan profundo que siempre nos pasa desapercibido.

Un padre sin empleo, una madre abandonada por el resto de la familia (quizá los personajes menos detallados y más “comunes” de la película), una hermana en la secundaria en pleno descubrimiento de su sexualidad y un hermano mayor completamente irresponsable y cínico, son los elementos entre los que rebotaremos para que en medio de sus inconformidades y falta de comunicación, disectemos muchos de los vicios y las perezas de la sociedad mexicana.

No hablar, no dar la cara, no decir no, no corregir los errores y preferir ocultarlos debajo de la alfombra, no avanzar por miedo al error, son puntos que quedan señalados muy claramente en la película de González a pesar de pasajes típicos como la secuencia en la que el padre busca empleo o la de la búsqueda de la madre del afecto que en casa se le ha negado.

Como hámsters, estos seres viven ensimismados y encerrados en un círculo vicioso cultural del que están lejos de salir y es ahí donde la película puede tener su mejor aportación: un tono de comedia desencantada que hace relucir el cobarde cinismo de la familia (nosotros), la carencia de una cabeza dominante, de un líder real, el discurso sobre la crisis social en que vive este país interrumpida, por supuesto, por un toque de humor cordial casi accidental en una de las mejores secuencias de la historia.

La banda sonora puede ser a veces extremadamente descriptiva pero otras tremendamente atinada; saltarán errores de una ópera prima que poco a poco deberían desaparecer ya de ellas (de nuevo, la entrevista de trabajo del padre, las “felices alucinaciones” del hermano mayor que sobresalen innecesariamente), pero la secuencia final de una cena familiar hace que toda la propuesta cuadre y se potencie. Es ahí, con idea y decisión que lo errabundo en que a veces se convierte Los Hámsters, demuestra músculo prometedor. Falta pulir, algunas cosas más que las otras.

Los Hámsters
(México, 2014)
Dirige: Gil González
Actúan: Hoze Meléndez, Ángel Norzagaray, Gisela Madrigal
Guión: Gil González, Carlos Rodríguez
Fotografía: Juan Pablo Ramírez
Duración: 71 min.

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