Hotel Transylvania 2, crítica

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Hotel Transylvania 2
Las diferencias de los diferentes
Por Erick Estrada
Cinegarage

¿Es real la “maldición Adam Sandler”? ¿Qué tanto se puede afirmar que lo que últimamente toca se desvía hasta desnaturalizarse monstruosamente? Parecería que lo último no está tan fuera de lugar pues justo ahora es tiempo de hablar de monstruos, aquellos que en un buen intento de pelearle a las grandes (es decir, Pixar) dejaron sobre la mesa una apuesta de discurso amplia e inclusiva, con aproximaciones a un lenguaje que muchos agradecimos y que en su momento popularizó a los grandes monstruos clásicos entre el público juvenil.

En ese momento –Hotel TransilvaniaSandler se encargó de dar voz a un conde Drácula empeñado en mantener su hotel para monstruos alejado de la peste humana, empeño que ahora sabemos no fructificó. En esta secuela Sandler toma el teclado por los cuernos y es el encargado del guión en el que el nieto de Drácula trastoca aún más la apacible vida del conde pues a su corta edad nadie sabe todavía si es un monstruo o un humano… O ambas cosas.

¿Qué es lo que ocurre? Nada en realidad pues la película cuenta de nuevo con gran ritmo y gags de buen nivel; los personajes ya desarrollados en la primera simplemente toman su lugar y las nuevas bromas caen una tras otra prácticamente sin esfuerzo. Pero también, justo ahí es donde la película delata la maroma que la lleva a sus nuevos terrenos.

Los monstruos que hace años le hablaban a los pre adolescentes de 12 o más, ahora se dirigen de manera extremadamente directa y prefabricada, a niños mucho más pequeños. La historia pierde malicia y gana en sorpresas visuales explotadas para ojos menos expertos y el discurso se superficializa tanto que el problema real prácticamente se desvanece en su segunda parte en la que Drácula debe decidir si se puede vivir con los humanos y éstos deben dilucidar si pueden vivir con monstruos.

Nada de malo hay con hacer una película para niños, especialmente si consiguen (como esta) tenerlos al tanto de una historia de hora y media. Nada de malo hay en hacer cine para humanos de menos de 8 años, especialmente si se les muestra a través de ello las bondades del terror y de sus personajes.

Nada de mano hay en entretener con humor blanco real a las audiencias más jóvenes y menos maliciosas.

Lo que suena desnaturalizado (uso la palabra con toda la intención) es que prácticamente se olviden del tono de la película que antecede a esta y opten por uno más relajado y tratado con menos madurez.

¿La película funciona? Sí, el tono y en especial la forma garantizan pocos parpadeos, especialmente si uno tiene menos de 10 años.

Sin embargo, al colocar al tono frente a la forma, la historia deja ver ciertas grietas que evidencian un descuido involuntario pero presente, justificable desde ese punto de vista solamente por el hecho de hacer “una película para niños”.

Es decir, es muy evidente que al rebajar varios escalones lo que tan bien se construyó en la primera parte, se le restó rigor al extra que los niños deben recibir en una época en la que Pixar sumará pronto 16 películas y en la que los estudios Aardman entregaron ya un magnífico producto, Shaun, la oveja, después de que fuimos testigos de Ant-Man, otra gran película infantil.

En el intento de hablarle a los niños sobre inclusión, sobre las diferencias que no deben serlo, esa relajación provoca un desvío final que inexplicablemente olvida el tema.

El yerno humano de Drácula lanza sentencias que parecerían críticas a la sobreprotección hacia los niños hoy tan peligrosamente popular, pero en la lluvia de gags esto se deslava hasta desaparecer.

Drácula, su familia, sus amigos sobrenaturales, viven preocupados por la “naturaleza” del nieto: ¿será humano?, ¿un nuevo monstruo? A pesar de que varias veces se nos deja clarísimo que ello no importa, que esas diferencias son sólo eso y de que debe ser aceptado tal cual es, es sólo cuando se descubre su personalidad verdadera que todo se relaja acomodando a este nuevo protagónico en una mayoría que tranquilizada lo acepta, ahora sí, sin cuestionamientos. Es decir: “ahora que sabemos que no es tan diferente a nosotros, podemos aceptarlo… aunque sabemos que las diferencias no importan”.

El guión es obra de Adam Sandler y este error de “perdonar” la nueva naturaleza de un ser distinto al ver que no es nueva ni diferente sino igual a la de quienes lo aceptan, debe achacarse a él en un principio y a Genndy Tartakovsky, responsable sí del tremendo ritmo de los capítulos de la historia pero también de que este descuido haya llegado al producto final.

El rigor debe existir incluso cuando se habla de cine para niños que llega de una historia que originalmente estaba enfocada en los preadolescentes. El rigor debe existir.

Hotel Transylvania 2
(EUA, 2015)
Dirige: Genndy Tartakovsky
Voces: Adam Sandler, Selena Gomez, Steve Buscemi, Kevin James
Guión: Adam Sandler, Robert Smigel
Diseño de producción: Michael Kurinsky

Duración: 89 min.

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