Foxcatcher, crítica. Película de la semana

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Foxcatcher
El águila dorada
Por Erick Estrada
Cinegarage

Si con Moneyball (EUA, 2011) Bennett Miller había entregado una reflexión sobre la dehumanización del sistema de intercambio de deportistas en las Grandes Ligas del Béisbol, conduciendo una serpiente verde y amarilla entre los campos de entrenamiento y oficinas de un equipo perdedor, con Foxcatcher vuelve a esos territorios pero ahora centrado en el universo casi desconocido de la lucha libre olímpica a través de, igual que Moneyball, un caso de la vida real.

Seguiremos a un luchador (Mark Schultz) campeón olímpico en los Juegos de Los Angeles en 1984, oprimido y deprimido por el sistema que lo llevó a esos juegos pero que al mismo tiempo lo forzó a vivir a la sombra de su hermano (David Schultz). Por cuestiones oscuras como suelen ser las del destino Mark termina en el extravagante feudo de John Du Pont, un luchador frustrado, millonario, inseguro e incapaz a los ojos de su madre de sobresalir por sus propios medios. Por ello ha elaborado un no menos extraño sistema de entrenamiento-fábrica de campeones en su rancho llamado Foxcatcher.

Ese John Du Pont (encarnado por Steve Carell en un gran momento), es a los ojos de Miller una especie de mesías descarnado y desencantado que engulle la energía de quienes lo rodean (luchadores aspirantes a formar parte del equipo olímpico de los Estados Unidos) y que funcionan (de ahí la introducción de la película) a manera de sabuesos detrás del zorro de su mundo: la medalla de oro.

Con ellos y a través de ellos, con su personaje central (Du Pont) extrañamente acomodado lejos y casi siempre detrás de una mirada sucia, Miller comunica con una destreza asesina el oscuro espíritu de este hombre vampiro de energía y almas, incapaz de cortar su cordón umbilical y que en actitud casi imperial y vampírica vomita en los gigantescos campos de sus propiedades un odio escondido y voluminoso.

El caso, como muchos saben ya, tiene un desenlace funesto y sangriento, pero la jugada maestra de Miller es extender el discurso para hacernos ver lo que la fábrica de héroes deportivos de Estados Unidos consigue hacer con quienes han cumplido ya su cometido: los lanza al molino de carne forzándolos al olvido, ignorando su futuro y exigiéndoles vivir de ese pasado semi glorioso.

Mejor todavía. Enmarcando a sus personajes en historia de patriotas y patriotismo, de banderas y medallas (Du Pont es un americano recalcitrantemente patriota e invasivo, reaccionario y déspota), es prácticamente inevitable comparar a estas figuras deportivas -héroes sin armas- con las bélicas, esos veteranos con los que Estados Unidos maquilla a sus guerras y que al volver se descubren traicionados por un sistema eternamente hambriento -como las ganas de Du Pont– de librarse de su propia frustración, como los puños en los que este luchador/ex héroe deposita su futuro, sanguinolento y cruel, como el falso mentor casi religioso que vio en él el camino de escape a sus túneles emocionales.

¿Cómo lo consigue? Moviendo a sus actores (quizá Mark Ruffalo el verdadero sobresaliente) en atmósferas que se vician con los colores de la granja-feudo de Du Pont, el personaje es magnificado cuando nos lo muestran escondido, lejano como habíamos dicho, pero casi omnipersente, una especie de gran hermano o ultra pulpo vigilante que en una metamorfosis pausada y tranquila equipara a un sistema de gobierno y vigilancia trasladable a cualquier país del mundo, Estados Unidos en particular.

Las armas, las banderas, los abogados, las cúpulas del poder, el dominio, ese tono imperial de la voz quebradiza de este “águila dorada” (como él mismo se hace llamar), se vuelven una especie de maqueta de ese sistema que fabrica héroes para luego convertirlos en villanos (al estilo de Nacido el 4 de julio) o dejarlos en los contenedores amontonados en los callejones perpendiculares de sus grandes avenidas, como en El luchador (EUA-Francia, 2008) de Darren Aronofsky, que aquí se descubre como una especie de secuela-subtrama a esta devastadora, interesante y muy oscura historia de perdedores, aunque sean millonarios.

Foxcatcher
(EUA, 2014)
Dirige: Bennett Miller
Actúan: Steve Carell, Channing Tatum, Anthony Michael Hall, Mark Ruffalo
Guión: E. Max Frye, Dan Futterman
Fotografía: Greig Fraser
Duración: 130 min.

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